El apoyo al Partido Laborista de Nueva Zelanda ha caído a su nivel más bajo desde que llegó al poder en 2017, según muestra una reciente encuesta, en medio de crecientes frustraciones por el alto costo de vida, el aumento de las tasas de interés y las preocupaciones sobre el crimen, informó el medio The Guardian.
De acuerdo con una encuesta de noticias de Kantar One, los laboristas tienen una caída de popularidad del 1 % al 33 %; mientras que el índice de aprobación de la primera ministra, Jacinda Ardern, tuvo una caída entre un 1 % y un 29 %, el resultado más bajo desde agosto de 2017, justo antes de tomar su puesto.
Los laboristas alcanzaron una popularidad muy alta durante la pandemia de a COVID-19, cuando los neozelandeses quedaron ampliamente impresionados con el liderazgo de Ardern en la crisis. En diciembre de 2020, obtuvo un 53 %, un resultado muy inusual para cualquier partido en la política electoral basada en coaliciones de Nueva Zelanda.
Desde entonces, la popularidad del partido ha ido disminuyendo, aparte de un breve paréntesis en septiembre que mostró que los laboristas habían detenido su constante declive.
La reducción inicial de la popularidad fue lenta, pero se ha vuelto más pronunciado a medida que el país enfrenta altos costos de vida y una desigualdad social cada vez más profunda, y luego de que el opositor Partido Nacional pareciera concluir sus años de caos interno con la elección de un nuevo líder.
La encuesta reciente se realizó durante la última semana de noviembre. En el período previo, el banco de la reserva de Nueva Zelanda pronosticó que el país entrará en recesión en 2023 y elevó la tasa de efectivo oficial en 75 puntos básicos sin precedentes, al 4,25 %, lo que supuso una mayor presión para los titulares de hipotecas, que tienen vieron subir las tasas de interés al mismo tiempo que bajaban los valores de sus propiedades.
La inflación está en un máximo de casi 30 años en 7.2 % y los costos de alquiler, alimentos y gasolina siguen siendo muy altos.
Mientras tanto, una historia de alto perfil del apuñalamiento de un trabajador de una lechería de Auckland que provocó protestas en todo el país, se ha convertido en un símbolo de la creciente preocupación por el crimen y la desigualdad.