Durante décadas, gobiernos del pacto de corruptos expulsaron a nuestra diáspora de su tierra forzadamente. A diario, hasta 300 salvadoreños salían huyendo de la guerra, violencia y falta de oportunidades. No había esperanza. Hoy pueden volver a casa a retirarse, a pasear e invertir.
Comparto la felicidad y el orgullo de nuestra amada diáspora salvadoreña al haber hecho historia votando por primera vez desde el exterior. Quiero agradecerle por responder de forma decidida al llamado del presidente Nayib Bukele, por no dejarlo solo y por dejarles claro a la «comunidad internacional», a las ONG, a los tanques de pensamiento y a la oposición que este segundo período en el poder es por voluntad del pueblo.
Vimos impactantes imágenes de Australia, Italia, España, Reino Unido y Estados Unidos: la participación de los salvadoreños radicados en el extranjero fue masiva.
Bajo la lluvia y las bajas temperaturas, aguantando el sol y largas líneas para participar de forma presencial, la diáspora habló a través de las urnas para darle cinco años más al presidente Nayib Bukele, para que la verdadera libertad se afiance en El Salvador.
Esta apoteósica respuesta en las urnas obedece a décadas en las que se les había tratado como ciudadanos de segunda categoría, negado el derecho a participar, a tener una voz, a decidir sobre los destinos de la tierra que los vio nacer, pero que los expulsó y no les ofrecía ningún camino para regresar.
El pacto de corruptos diseñó un sistema para bloquearlos. En los consulados no se les atendía con eficiencia, era muy difícil obtener sus documentos, la tramitomanía y la burocracia ahogaban a nuestros hermanos en el exterior.
En mi paso por la Asamblea Legislativa conocí, escuché y acompañé las iniciativas para legislar el voto desde el extranjero. Pero esos partidos corruptos se negaron porque sabían las fatales consecuencias que les traería.
Fue hasta que el presidente Bukele y la bancada cian pusieron esmero en abrir esa oportunidad y tender ese puente, haciendo leyes y proyectos, dignificándolos.
Nuestros connacionales al fin pudieron participar, y los números hablan por sí solos. La participación con respecto a la última elección creció 6,400 %, el 98 % de los votos en el exterior fue para nuestro presidente, Bukele, y la participación en línea sobrepasó los 240,000 votantes. La diáspora hizo historia en estas elecciones.
Sin embargo, ahora la oposición comienza con su estrategia de desgaste y dilatación a cuestionar un proceso electoral en el que el mensaje de los salvadoreños es claro y contundente.
El «impasse» logístico de la elección dejó a miles de salvadoreños en el exterior que antes de las 5 p. m. ya estaban en línea para votar sin poder ejercer su derecho, y en una polémica decisión el Tribunal Supremo Electoral está negándole el derecho a participar a la diáspora por petición de ARENA.
Las presiones de la moribunda oposición están dejando fuera del proceso electoral a miles de salvadoreños. Se niega a morir en una avalancha electoral que la sepultará por completo. Ojalá los magistrados reconsideren esa decisión. No solo estarían incumpliendo la normativa electoral, sino que estarían dando pasos en retroceso de este derecho que le fue restituido a la diáspora.
La oposición se niega a aceptar lo que la inmensa mayoría de los salvadoreños expresó en las urnas, pero en este momento de la historia ya nadie va a callar más. La voz de nuestros compatriotas en el exterior sonará cada vez más fuerte.