El evangelio del apóstol Juan 1:1 inicia con este versículo: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios». Esto es una referencia a Jesús, de la misma esencia de la deidad divina. La historia de Jesucristo no comienza en su nacimiento, él ya existía, él no tuvo comienzo en la eternidad, él era Dios y estaba con Dios por ser uno solo con el Padre, él es el Verbo que ya existía antes que se crearan los mundos y los universos.
En Juan 1:2 se lee: «Él estaba con Dios desde el principio», haciendo alusión al estado de Cristo antes de la creación, es decir, Cristo no tuvo comienzo, él siempre ha sido, él ya «era» (Juan 8:58). Dios cuando creó al hombre lo hizo con una capacidad de comunicarse a través de las palabras, de la misma forma Cristo expresa la voluntad del Padre para la humanidad. Esto indica que el Verbo estaba cara a cara con Dios, en una estrecha comunión entre el padre y el hijo, es decir, el Verbo, el hijo de Dios, coexistió y disfrutó de todo su esplendor y gloria con Dios el Padre durante toda la eternidad pasada (Juan: 10:30).
El Padre y el Hijo son dos personas distintas, pero igualmente eternas y divinas y han existido por los siglos de los siglos, entonces: ¿por qué Jesús siendo Dios tuvo que morir? La Biblia es clara al afirmar que el hijo de Dios, el Verbo de la creación, se hizo hombre y habitó entre nosotros con un propósito principal: dar su vida por nosotros, para que recibiéramos la vida eterna.
En su muerte y su resurrección Jesús restaura todas las relaciones que habían sido quebrantadas por el pecado, «la relación del hombree con Dios», la cual se rompió con el pecado en el Edén. La tendencia natural del ser humano es ser egoísta, pero el mensaje de Cristo va en contra de esa cultura y tendencia, un verdadero seguidor de Jesucristo debe vivir de acuerdo con una ética de valores distintos a los demás, en la quel amor por el prójimo es la característica esencial de las acciones.
Dios cuando creó al hombre y la mujer les puso una prueba de amor y de obediencia, que no debían comer del fruto prohibido, pero al hacerlo entraron en desobediencia con Dios, y fuera de la comunicación personal que tenían con Dios, fue entonces que Satanás, el adversario, aprovechó para reclamar su dominio sobre la Tierra, y este mundo se convertía en ese momento en el último campo de batalla entre el bien y el mal. Esto abrió las compuertas del sufrimiento, de años de guerra, hambres, enfermedades para la humanidad, condenada irremediablemente a la muerte y la constante influencia del Diablo en todas las actividades humanas. Hasta los animales y las plantas cayeron en esta maldición.
El pecado separó a la humanidad de Dios, la comunicación con el cielo se vio limitada, el Señor sabía que solo había una forma en la que el hombre podía ser redimido. Nacido del fondo de su corazón, preparó un plan divino para salvar al hombre de la muerte y para restaurar todo lo que se había perdido por el pecado, un plan que significaría un enorme sacrificio como lo señala la primera epístola de Juan:4:9.
El Creador solo podía pagar la deuda de sus criaturas al tomar su lugar, así el hijo de Dios por su propia voluntad dejó su trono de gloria, y él vendría a morir por el hombre a este malvado planeta, él nacería de carne como todo hombre, viviendo entre los hombres, conociendo sus angustias y penas por sí mismo, y al final sería crucificado, y por ese sacrificio y muerte en la cruz la humanidad tendría una nueva oportunidad de tener vida eterna, su sangre proveería el rescate por el mundo que había sido raptado por Satanás.
Este maravilloso plan de redención fue ilustrado en los ritos sacerdotales en el Antiguo Testamento por parte del pueblo hebreo, donde se sacrificaban las ovejas, lo cual era una representación del sacrificio de Jesús.
Así, con la muerte de Jesucristo en la cruz surge un rayo de esperanza en esta oscuridad de la humanidad, que cualquiera que se arrepiente, sigue las enseñanzas de Jesús guardando sus mandamientos, puede ser hecho hijo de Dios. Finalmente, por el sacrificio y crucifixión de Jesús en la cruz, el reino de Satanás llegaría a su final y un día la Tierra será devuelta al hombre, más maravillosa de lo que era al principio.
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