El virus de la COVID-19 no solo doblegó al mundo en materia de salud, sino que además ha sido letal para las economías de los países sin importar el nivel de desarrollo.
La pandemia ha marcado un antes y un después, y cada nación lucha por recuperarse ejecutando las acciones pertinentes en todos sus campos para lograrlo en una nueva normalidad.
El Salvador entró a la pandemia cargando un lastre de 30 años de malas administraciones gubernamentales que dejaron como herencia grandes deficiencias en salud, educación, seguridad, empleo, por mencionar algunas.
Los presupuestos generales presentados y ejecutados por los gobiernos de ARENA y del FMLN tuvieron un componente en común: alejados de las necesidades de las grandes mayorías, pero con componentes que beneficiaron a sus financistas.
Prueba de ello son las paupérrimas condiciones en que dejaron los centros escolares, los hospitales y las unidades de salud, el desabastecimiento de medicinas, la enorme inseguridad de vivir en el territorio nacional por causa de los pactos con grupos criminales y la desatención total de los sectores productivos, principalmente de la agricultura.
La cruda realidad nos presenta que los salvadoreños jamás fueron la principal apuesta de beneficio para estos partidos políticos cuando elaboraban y aprobaban estos presupuestos.
A eso hay que añadirle que, en lugar de combatir la evasión fiscal para obtener recursos para los programas sociales e incorporarlos al presupuesto, se dedicaron a favorecer a los grandes empresarios para que evadieran pagar millones de dólares en impuestos.
Hemos sido testigos que desde el Ejecutivo y el Órgano Legislativo maniobraron para aprobar leyes y decretos en beneficio del sector privado y en detrimento de las grandes mayorías; y nunca nadie fue escuchado en el Órgano Judicial cuando se presentaban amparos porque era parte del entramado oscuro.
El Gobierno del presidente Nayib Bukele recibió un país altamente dañado en todas sus áreas, y a partir del 1.º de junio de 2019 se dedicó a recuperar a nuestra nación y devolvérsela a los salvadoreños. Recibimos esa orden, como funcionarios, con la ruta a seguir desde el principio: la ejecución de ejes estratégicos en beneficio de la población.
Desde entonces, las apuestas clave de nuestros presupuestos apuntalan las tres principales prioridades de la gestión del presidente Bukele, que son salud, seguridad y educación. Para el próximo año, estamos apostando al crecimiento económico a través de $1,700 millones en inversión pública.
La propuesta nuestra, que ya está en estudio en la Asamblea Legislativa, contempla un presupuesto de $7,967.7 millones, es decir $546 millones más que los que comprendía el de 2021, que fue de $7,453 millones, lo que representa un 7.3 % de incremento.
El presupuesto de 2022 combina esta alza de $544 millones con la brecha de financiamiento de $498.4, que es menor en $815.2 millones en relación con las necesidades presentadas en el plan de gastos 2021, lo que representa una reducción del 62 %.
Con respecto a la inversión pública para 2022, el monto destinado asciende a $1,701.9 millones y supera a la de 2021 en $333.9 millones, lo que tendrá un efecto catalizador en el desarrollo económico del país.
Para educación proyectamos destinar $1,470.5 millones, un crecimiento de $124.6 millones, es decir, un 9.3 % con respecto a lo aprobado el año pasado. Por lo que educación obtendrá el 18.5 % del total del plan de gasto y el 5.1 % con respecto al producto interno bruto (PIB).
En el ramo de salud se contempla ejecutar un monto de $1,083.3 millones, lo que representa un incremento de $45.8 millones, es decir, el 4.4 % de lo otorgado el año anterior. Este componente abarca el 13.6 % del total del proyecto presupuestario y el 3.8 % con respecto del PIB.
En el caso de seguridad y defensa se pretende destinar $890 millones, con un incremento de $33.8 millones que significa un 3.9 % de aumento respecto a lo que se aprobó en el plan de gastos 2021.
Los presupuestos combinados de salud, educación y seguridad totalizan $3,443.8 millones y crecen $204.2, es decir, el 6.3 % con respecto a lo que fue aprobado por la Asamblea Legislativa para 2021.
Nuestro presupuesto para el año próximo demuestra nuestro compromiso con los salvadoreños y está orientado a consolidar la recuperación económica luego de la pandemia. Al hacer realidad la ejecución de los ejes estratégicos sociales estaremos saldando deudas históricas y brindaremos oportunidades de desarrollo a los diferentes sectores.
Estamos seguros de que con este plan de gastos empezamos a dejar atrás ese mal capítulo de la pandemia que nos exigió mucho sacrificio fiscal, y a partir de ahora nos permite proyectar la inversión pública, pero una inversión que deja legados a largo plazo para consolidar la educación, la salud y la seguridad.