A escala global, las autoridades sanitarias están reportando un incremento de casos de la COVID-19, incluso después de amplias campañas de vacunación.
Y es que el coronavirus causante de la enfermedad continúa evolucionando y sus múltiples variantes han golpeado nuevamente las redes hospitalarias.
En España, por ejemplo, ya se habla de que el aumento de consultas por los nuevos casos de la COVID-19 ha vuelto lento el sistema sanitario y que ahora se debe esperar mucho para ser atendido, debido a la sobrecarga laboral del personal médico y de enfermería.
China también ha lidiado con rebotes graves en diversas ciudades, las cuales incluso han sido sometidas a nuevas y estrictas cuarentenas.
Uno de los datos más importantes es que las personas que han sido vacunadas siempre muestran síntomas menos graves que las que no han recibido el fármaco; de hecho, los refuerzos de las vacunas han demostrado ser muy efectivos contra las nuevas variantes del coronavirus.
El Gobierno del presidente Nayib Bukele ha puesto a disposición de todos hasta una cuarta dosis antiCOVID-19, lo que amplía mucho más la protección ante una nueva infección.
El ministro de Salud, Francisco Alabi, aseguró recientemente que, gracias a la masiva vacunación, aunque también El Salvador reporta el fenómeno mundial de aumento de nuevos casos de la COVID-19, las hospitalizaciones están a la baja.
Es decir, no se trata de casos graves que requieran ser ingresados en los hospitales. Otra de las explicaciones es que las medidas de bioseguridad implementadas en las primeras etapas de la pandemia han creado hábitos de higiene muy fuertes que se siguen manteniendo a pesar de que no haya obligatoriedad, como el uso de mascarillas en espacios cerrados y concurridos.
Es más, los estudios científicos demostraron, desde el inicio de la pandemia, que el uso de mascarillas es efectivo para evitar el contagio no solo de la COVID-19, sino de otro tipo de enfermedades que se transmiten por la vía aérea.
Como ciudadanos, es vital que continuemos practicando las medidas de prevención, por nuestro propio bien y el de nuestras familias.
El lavado de manos con agua y jabón y el uso de alcohol en gel deben ser hábitos que se mantengan, en general, como un ritual permanente, sobre todo antes de comer, después de ir al baño o tras regresar a casa.
Las sociedades que las han practicado por años reportan menos casos de enfermedades infectocontagiosas, un motivo importante para ponerlas en práctica.