Hace 62 años, dos jóvenes ingresaron a la Universidad de El Salvador (UES). Cada uno tenía una visión clara: ser profesional más allá del título. En ese génesis sus caminos coincidieron y desde 1968 unieron sus vidas con un acta de matrimonio.
Así empezó una historia de amor cargada de satisfacciones familiares y profesionales entre Renán Alcides Orellana y Leticia Calderón de Orellana.
Más de medio siglo ha transcurrido desde que aquellos dos jóvenes se enamoraron y decidieron hacer una vida juntos, una en la que cada uno por su lado profesional ha destacado.
Leticia fue la primera mujer en El Salvador en graduarse en Psicología. Marcó la historia en 1966.
Renán es periodista. Se graduó en 1972 con el grado de licenciado, al mismo tiempo que estudiaba Derecho y Letras.
Desde su juventud han ejercido la docencia. Ambos trabajaban en centros escolares en San Salvador. El 27 de julio de 1968 decidieron casarse, pero ya ejercían su profesión para entonces. Se conocieron al entrar a la universidad, en 1959, porque compartían las materias comunes. De la unión surgieron cinco hijos, todos profesionales. Un orgullo para ambos padres.
«Tenemos cinco hijos, todos con posgrado: dos en Medicina, uno en Sociología y dos en Psicología Social, amantes de su hogar y de su profesión, con calidad humana, espíritu de servicio y especial dedicación al cuido de sus padres y a su descendencia, nuestros cinco nietos», comentan.
UN RETO CON AMOR
Ambos reconocen que ejercer sus profesiones y criar y sostener una familia no fue tarea fácil, pero fue «muy agradable. Había juventud, amor a la familia y al estudio y anhelos de superación. Ese ha sido nuestro testimonio».
Para vencer el reto de crecer como familia y como profesionales, también reconocen el papel fundamental de sus hijos, comprensivos y pacientes.
«Algo encomiable de nuestros hijos cuando eran pequeños fue el hecho de nunca protestar por el escaso tiempo para atenderlos y las privaciones económicas, dado el excesivo trabajo de los dos y los bajos salarios.
Fue una respuesta de comprensión admirable de ellos», agrega el matrimonio. Al mismo tiempo, siempre fueron destacados con altas notas en cada peldaño de la educación, incluso en los posgrados.
Eso sí, Renán y Leticia señalan que en los tiempos libres ambos dedicaban tiempo de calidad a la familia En su labor profesional, ambos se desempeñaron como docentes de la UES y otras universidades; han publicado libros, documentos y artículos.
En su quehacer profesional y en cuanto a aportes culturales, los esposos han recibido varios reconocimientos y distinciones a escala nacional y también fuera de las fronteras, cada uno en su área.
Como familia, uno de los momentos más difíciles fue el exilio que tuvieron que padecer en 1980 debido a la guerra civil que pasaba el país. La profesión de Renán como periodista lo puso en la mira de amenazas. La familia se refugió en Panamá, pero pese al momento duro hubo enseñanzas y la familia se fortaleció.
«A pesar de todo lo sufrible de los destierros, fue una experiencia de vida que nos dejó enseñanzas y, sobre todo, fortaleció la unidad del grupo familiar», comentan.
Ambos reconocen que todas las vivencias y retos de una familia de profesionales y con cinco hijos no se vencen con fórmulas mágicas, pero sí requieren amor.
«No hay fórmulas mágicas o recetas para conducir el hogar. Cada caso es único. Pero sí deben existir el amor, la confianza y la comprensión. Desde los inicios del matrimonio se debe hacer sentir que la pareja o cónyuge es el ser más importante del grupo, puesto que así los hijos siempre estarán bien», subrayan.
Otro pilar fundamental para este hogar fue poner como prioridad el crecimiento, la educación y el bienestar de sus hijos para una formación integral. Para Renán y Leticia, el deseo y la fe en el amor, la felicidad y la fidelidad dentro de la vida matrimonial «es el mejor regalo de Dios a nuestra existencia».
Para esta pareja de amor hay una máxima que ha marcado su vida: «No basta sentir amor por el cónyuge y los hijos. Hay que expresárselo, porque amar sin expresarlo es como si no se amara».