El profesor Rafael Ernesto Valiente es uno de los docentes más destacados en Educación Física en San Vicente. Llegó a este municipio en 1986 y desde entonces ha sido su lugar de residencia, en el que desarrolla ampliamente su profesión.
De sus casi 61 años, ha ejercido 35 como profesor en la cabecera vicentina, comenzó en el Instituto Nacional de los Deportes (Indes) como promotor deportivo comunitario. Obtuvo la plaza oficial en el Ministerio de Educación (Mined) en 1990, en el Centro Escolar Darío González; y desde entonces también ha impartido sus conocimientos en el Colegio Eucarístico, en el Centro Escolar Doctor José Rosa Pacas, y actualmente trabaja en el Instituto Nacional Doctor Sarbelio Navarrete (Insavi), de San Vicente.
El docente recordó que también estuvo dos años en la Quinta Brigada de Infantería atendiendo a personas que resultaron amputadas durante el período de la guerra civil para rehabilitarlas y que participaran en las olimpiadas.
En el Insavi, su trabajo consiste en programar por períodos cuatro especialidades: fútbol sala, baloncesto, voleibol y tenis de mesa; en cada uno se hacen pequeños intervalos, como los juegos intramuros, con la participación de 1,200 estudiantes.
«Nuestro mayor logro fue en 2015, cuando quedamos campeones nacionales en tribásquet femenino; en segundo, fútbol sala femenino; y en tercer lugar, fútbol sala masculino. Eso directamente en el trabajo enfocado dentro del área de Física», contó Valiente.
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Pero este profesional resurgió con otros talentos, uno de ellos es dar en su tiempo libre asistencia en terapias acuáticas a niños con discapacidad, una labor que le ha brindado mayor satisfacción, según dijo.
«Desde cuando mi hijo de cuatro años convulsionó, llevo un patrón, porque en ese entonces lo sentí como un niño especial en esa forma. Por eso, desde 2007 a la fecha, trabajo con niños con capacidades especiales», comentó.
Agregó que ese mismo año, su experiencia en la rehabilitación del joven vicentino César Alberto Pérez, a quien le habían dejado 12 horas semanales de terapia por una deformación en la mandíbula y la espalda, se convirtió en uno de sus mayores logros.
Luego de ese proceso, César participó en los juegos estudiantiles departamentales y nacionales hasta que, por los primeros lugares que logró, llegó a la etapa de participar en el sorteo para olimpiadas especiales, y se agenció un pase a Shanghái, China, donde ganó dos medallas de oro en libre y en dorso.
Asimismo, «trascendió en su formación, se graduó en la Universidad Don Bosco, y quiso seguir sus estudios para trabajar con niños especiales. Ingresó a Cruz Roja Salvadoreña, participó en El Paso del Hombre y se fue a Canadá. Ahora está en un centro acuático de ese país ofertando sus servicios», dijo el profe, orgulloso de lo que alcanzó César, quien fue su alumno especial.
«Los niños de audición y lenguaje son los que me han fortalecido un poco más. En Tepetitán [San Vicente] tengo un joven que ha ido a cuatro Codicader en su categoría, y siempre ha obtenido medallas de oro», agregó como un ejemplo de lo que considera el importante impacto de su trabajo con este sector de la población.
El sábado y domingo atiende a 30 niños, en un promedio de cinco o seis horas por patología; primero los de parálisis cerebral, y luego los que tienen deformación en la columna vertebral.
«También estoy atendiendo a una niña con autismo», sostuvo. «Me he quedado viendo mis manos y digo: Dios me ha dado este talento, que no me lo veo sino que lo tengo en mi interior», comentó llevando su mano al pecho, y convencido de que esta etapa de su vida profesional es elemental para aportar a la sociedad.
«Los niños especiales son sinceros, puros; y en lo personal, mi hijo, como lo he vivido desde los cuatro hasta los 28 años, me ha dado la fuerza para seguir apoyando la asistencia a estos niños», recalcó.
Aclaró que en el proyecto con los 30 niños recibe recursos de una institución financiera, pero que el programa es de su creación.
Está casado con una vicentina. Valiente es graduado del Profesorado en Educación Física, con especialidad en Atletismo, pero dijo que maneja siete deportes: baloncesto, natación, tenis de mesa, voleibol, fútbol sala, entre otros. Ha creado una escuela de natación llamada Neptuno. Su sueño es patentar su programa.
«Catorce años de experiencia con mi programa, que fue con el que me gradué, y me surge el sueño de una ONG, para ponerle asociación para personas con capacidades especiales Gabriel, el nombre de mi hijo, pues fue él el que me llevó a mantenerme, lo que me mantiene vivo», dijo.
El otro proyecto a trabajar es natación con adultos mayores. «Nosotros vamos perdiendo mucha masa muscular», consideró el profesor.