En Apocalipsis 11:3-12 se mencionan dos personajes descritos como los dos testigos enviados por Dios que tendrán la misión de evangelizar el mundo impío en los últimos años de la gran tribulación desde Jerusalén. Apocalipsis 11:3 dice: «Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio». Eso significa que su evangelización durará tres años y medio. Las predicaciones de los dos testigos estarán acompañadas de grandes poderes milagrosos y durante su ministerio no habrá nada que podrá detenerlos ni hacerles frente. El apóstol Juan en Apocalipsis 11:4 los describe como «los dos olivos» y «los dos candeleros» que están de pie delante del Dios de la tierra.
Debemos considerar que el ministerio profético de los dos testigos estará en estrecha relación con el ministerio que en el pasado llevaron a cabo profetas de Israel, como Moisés y Elías, sin embargo, ya en el Antiguo Testamento se hacía mención de que Dios enviaría un mensajero especial que va a preparar la llegada del «gran día del Señor», antes de la segunda venida de Jesús. Malaquías 4:5 dice: «He aquí yo os envío al profeta Elías, antes que venga el gran día de Jehová, grande y terrible». Recordemos que el profeta Elías no murió, un carro celestial lo recogió para ascender a la presencia de Jehová. En 2.º Reyes 2:11 dice: «Y aconteció que yendo ellos y hablando he aquí un carro de fuego, con caballos de fuego, apartó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino». El otro caso es el de Moisés, que murió y fue enterrado por el Señor en un lugar desconocido.
Aunque por el tipo de poderes y milagros que van a realizar los relacionan con Moisés y Elías, también conocemos que ellos aparecieron con Jesús en la transfiguración en el monte Tabor (Mateo 17:2-3). Lo que sí describe la Biblia son los grandes poderes que tendrán y los milagros que serán capaces de hacer. Si alguno quiere dañarlos, saldrá fuego de su boca, todo esto para protegerlos de las hostilidades de sus enemigos y darle credibilidad a su ministerio. Tendrán poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva durante su ministerio, podrán convertir el agua en sangre y llenar de plagas la tierra, son acciones que recuerdan las que Moisés hizo ante el faraón egipcio para liberar al pueblo hebreo, y lo que Elías hizo en los días del rey Acab.
Estos profetas van a luchar contra el poder del anticristo, se enfrentarán a enemigos poderosos y el mundo los va a reprochar por el tormento de sus acciones y de su predicación, serán considerados enemigos públicos del mundo entero.
Al final de su ministerio, cuando hayan cumplido la misión de evangelizar al mundo entero desde Jerusalén, el anticristo poseído por la bestia, que es Satanás, los matará a los dos, y el mundo impío se alegrará y sus cuerpos serán abandonados en una plaza donde todo el planeta los verá (Apocalipsis 11:7-10). Sin embargo, tres días después, los dos testigos resucitarán y ascenderán al cielo a la vista de todos sus enemigos (Apocalipsis 11:11-12).
Si bien es cierto, las Escrituras no identifican a los dos testigos por su nombre, esto no debe ser un tema de carácter dogmático, lo importante y lo que sí está escrito en la Biblia es que Dios ha preparado a dos profetas poderosos, muy ungidos, que estarán en los últimos años de la gran tribulación para preparar el gran día de la ira de Jehová y el retorno glorioso del Señor Jesucristo a la tierra.