El modelado en 3D es una técnica que desde hace años se ha practicado en diversos países, y El Salvador ya incursiona en esa área que combina diversas ramas de la investigación, la ciencia y la tecnología.
Leo Regalado, licenciado en arte, museólogo y estudiante de arqueología, utiliza un programa de diseño convencional para clonar de manera casi perfecta dos cráneos de indígenas encontrados en San Andrés (el de hombre) y en El Cambio, (el de mujer), para luego recrear sus características físicas.
Su interés en este campo surgió como parte de una tesis de graduación, pero ahora es un salvadoreño pionero en este campo, que promueve con charlas y exposiciones.
«Una de las cosas más interesantes en la carrera es que se nos pedía tuviéramos un trabajo de investigación que fuese mucho más objetivo. En 2018 se inaugura el taller de impresión en 3D en la universidad Tecnológica y a mí se me ocurre emplear nuevas tecnologías en la investigación. Así desarrollé una especie de réplica, un escaneo tridimensional de cráneo», relata.
El proceso para la realización de los cráneos a gran escala no fue fácil, ya que tuvo dos grandes limitantes. La primera debido a que no podía extraer la muestra ósea original del museo y, la segunda, por la no existencia de escáneres tridimensionales en el país. Sin embargo, no se dio por vencido.
«Por consejo de la dirección del taller, descubrí una aplicación en un programa donde se aplica un proceso de fotogrametría, que es un proceso donde se fotografía un objeto en 360 grados con una cámara, y se busca un programa que reúna las fotografías, el cual lee las luces y formas de los objetos, que crea una nube de puntos, una ubicación en un espacio virtual que no tiene ni pesor, ni grosor. Luego, se puede crear un objeto sólido. Ya posteriormente se pasa a un programa de modelado 3D, se procesa y posteriormente se lleva al taller de impresión», explica.
De esta manera, logró escalar el cráneo hasta imprimirlo. Ya con la réplica en mano, comenzó a proyectar una tabla de tejidos blandos y para ello colocó puntos «craneométricos» para determinar donde hay prominencia de huesos; hace el respectivo cálculo del ángulo pronasal y comienza a modelar con plastilina las diferentes áreas que conforman el rostro, creando una aproximación de dos rostros prehispánicos.
Aparte del recurso tecnológico, un aspecto relevante de la investigación es la deformación que pudo observar en cada una de las piezas. «Los modelados cefálicos son prácticas bioculturales que condicionan nuestras vidas y que muchas veces se manifiestan en modelados o estilizaciones del cuerpo humano, como modelados cefálicos u ornamentación dental. Para los antepasados, la parte más sobresaliente del cuerpo era la cabeza y, para ellos, el modelado cefálico era una especie de respuesta de la cultura humana a la diversidad cultural. Buscaban diferenciarse modelando su cabeza, de acuerdo a la cultura que tenían», señala.
Según lo investigado por Leo, realizar una modificación de cráneo era lo más común en la era prehispánica y se aplican técnicas a los bebés. «En el oriente del país se ha encontrado una figurilla que tiene en su cabeza dos tablillas, y debajo de esa tablilla está la cabecita de la persona. En otros casos se puede haber ocupado vendas compresoras», expone.
Diversos autores que ha tomado como fuente Leo detallan que, en el caso de los mayas, el modelado cefálico trataba de mantener en alto los pensamientos, los cuales se creía que nacían en la parte superior de la cabeza, conocida como «coronilla», y debían mantenerse ahí.
Con tablillas, almohadillas o vendas se presionaba la frente para «alargar» la cabeza y que los pensamientos se mantuvieran en lo alto, es decir, se evitaba que bajaran al «pixán» (corazón), al pasar de la coronilla por las orejas.
En el caso de los nahuas, la idea era proteger a las criaturas para evitar que se fugara su «tonalli», es decir, la energía vital que distingue al ser humano, su esencia; por eso se moldeaba su cabeza.
Se creía que si no se vendaba a los recién nacidos, estos podían perder su «tonalli» y se volverían personas tristes, con mala suerte, sin brillo.
Según investigaciones, algunos pueblos indígenas utilizan tablillas y almohadillas para modificar los cráneos a los niños. En algunos casos, a los niños se les aplastaba la frente (técnica «tabular oblicua») y, en otros, la presión se ejercía para ensanchar el cráneo hacia los lados (técnica «tabular erecta»).
Las dos réplicas que posee Leo, por el momento, son únicas. Las creó a finales del 2021, al terminar su proceso de graduación.
Espera, no obstante, que arqueólogos realicen más excavaciones en otros asentamientos humanos del país que les permitan localizar más cráneos completos y, de ser posible, tener acceso a ellos para aplicar su proceso de modelado.
Según dijo, las dos piezas que ha fabricado son solo el principio de un enorme paso que podría dar el país en materia de ciencia e investigación, sustentado en la aplicación de nuevas tecnologías.
PASOS PARA LA CREACIÓN DEL MODELISMO
El artista Leo Regalado obtiene piezas similares a los cráneos originales siguiendo un orden sistemático que inicia con la toma de fotografías, desde diferentes perspectivas y ángulos, a las osamentas. Cada imagen permite, luego, un ensamble digital o unión de «nube de puntos» que hacen posible imprimir un cráneo o cráneos de resina.