Antes de que el Gobierno del presidente Nayib Bukele implementara el combate frontal a las pandillas era impensable que los habitantes de la Popotlán y de Valle Verde, de Apopa, se movilizaran por diferentes etapas de la zona residencial o, peor aún, entre colonias que eran controladas por la Mara Salvatrucha y las dos facciones de la pandilla 18.
Sin embargo, para los lugareños, esa situación de inseguridad y acecho de las distintas estructuras terroristas comenzó a cambiar definitivamente desde hace dos años, cuando, a finales de marzo de 2022, se puso en marcha el régimen de excepción, la herramienta legal aprobada por los diputados de la Asamblea Legislativa con la que el Gobierno ataca a las pandillas y ha devuelto la tranquilidad a las comunidades que por décadas estuvieron sometidas a las maras.
«Un niño, un joven o un adulto mayor no podía pasar al otro lado porque era la muerte; es más, en esta calle ha habido varios crímenes, y toda la gente se quedaba callada. Gracias al presidente Bukele, con el Plan Control Territorial y ahora con lo que estamos viviendo, que es el régimen de excepción, tenemos otra realidad que podemos contar», expresó Pedro Coreas, un habitante de Valle Verde.

Como Pedro, la gran mayoría de los habitantes de colonias populosas dan cuenta de los cambios irrefutables que la estrategia de seguridad ha traído a lo largo de estos dos años.
En la actualidad, el comercio se desarrolla con tranquilidad. Muchos lugareños han puesto en marcha nuevos emprendimientos y gozan de los diferentes servicios de «delivery» (servicio a domicilio), que ahora ingresan sin ningún problema.
María Martínez tiene más de cuatro años de vender pupusas todas las mañanas frente al mercadito de la colonia Popotlán. Cuenta que, debido al régimen de excepción, han incrementado sus clientes que cruzan la calle sin temor a las agresiones de la pandilla contraria; además, vende con toda tranquilidad.

«Hoy, bendito Dios, yo salgo a las 4:30 de la mañana a dejar a mi hija a la parada para que tome el microbús a la universidad. Pasamos por una vereda que conecta con Valle Verde. Antes uno iba pensando que no regresaría, pero hoy ya se puede pasar tranquilamente, no hay peligro de nada», aseguró Martínez.
Mientras que Carlos Acosta, quien vende diversos productos en los pasajes de la Popotlán, manifestó que desde abril de 2022 su clientela se expandió gracias a que desaparecieron los límites impuestos por las pandillas y a que cruzar esas fronteras ya no representa una amenaza de algún atentado o de muerte a manos de los terroristas.
«Como yo vivía de este lado, tenía temor de que los muchachos [mareros] del otro lado me dijeran algo, porque los de aquí eran 18 y los de allá eran MS; entonces, no podía, no tenía la confianza de ir allá a vender porque los muchachos me podían decir algo», dijo Acosta.

El comerciante recuerda que un día en que la venta estaba mala decidió entrar a uno de los tantos pasajes controlados por la pandilla contraria. «Me encontraron vendiendo y me dijeron que yo andaba posteando [vigilando]. Desde esa vez me dijeron: “Ya no queremos
que vengás a vender aquí. Tampoco vayás a llegar al mercado ni tampoco vayás a ir por la otra calle a meterte, de allá del otro lado, porque vos podés entrar, pero quién sabe si vas a salir, y si salís, vas a salir muerto», relató el vendedor.
LA GUERRA A LAS MARAS ELIMINÓ EL ESTIGMA
Los lugareños afirman que, debido a las mejoras en la seguridad, ahora no es un estigma manifestar que proceden de la Popotlán o de Valle Verde. Recuerdan que en años anteriores hasta les negaban puestos de trabajo por habitar en zonas consideradas «rojas»; tampoco podían recibir visitas de amigos o familiares que habitaban en zona de la mara contraria».
«Podemos ir al mercado a visitar a familiares y creo que ya no va a haber ningún problema, porque el problema cuando venía alguien era el temor de encontrar a algún muchacho [pandillero] y les dijera: «¿De dónde son?», y tal vez amenazarlo; por eso antes no venían familiares a estos lugares, porque sabían que era una colonia peligrosa», afirmó Manuel Amaya.
UN CUBO DE OPORTUNIDADES
En enero de 2023, el Gobierno inauguró el Centro Urbano de Bienestar y Oportunidades (CUBO) en Valle Verde, y desde esa fecha han participado miles de niños, jóvenes y adolescentes en los diferentes talleres que el centro ofrece para las dos colonias, que en la actualidad conviven como una sola.
Los CUBO forman parte de la fase II del Plan Control Territorial (PCT) para brindar oportunidades a niños y jóvenes al contar con espacios donde reciben diferentes cursos, así como para practicar deportes que fomentan el sano esparcimiento en las comunidades.
Cada CUBO implementa diferentes actividades para todas las edades. Estos espacios cuentan con biblioteca, internet, talleres, videojuegos, entre otras herramientas, para que los jóvenes desarrollen sus habilidades.
En una esquina del CUBO está Lisbeth Moto, quien mira que su hija de siete años participa en el ensayo de danza moderna.
La señora agradece la apertura de estos espacios en esa zona, que estuvo abandonada por muchos años sin este tipo de oportunidades de educación para niños y jóvenes. Moto manifestó felicidad porque su hija no crecerá bajo el acecho de las pandillas, sino que se desarrollará en un ambiente de tranquilidad.
«Ella, la verdad, no conoce qué eran las pandillas, que mirábamos que corrían de un lado a otro. Me parece bien todo lo que ha ido pasando con respecto a la creación de estos espacios, el CUBO; o sea, imagínese que es un lugar donde hay encuentros para niños, adolescentes y adultos», destacó la lugareña.