La desesperación de los políticos por mantener la esperanza de supervivencia los está llevando a gastar su dinero en sondeos inducidos para, al menos, encontrar una liana a la que aferrarse.
Qué golpe a la ilusión es que en sus mismos encargos los números no son los que esperan y, seguramente, los desquicia. Por más preguntas con trampa que elaboren, el pueblo tiene clarísimo lo que quiere y por qué lo quiere. Los laboratorios de conspiraciones no encontrarán jamás la fórmula para cambiarle la decisión al soberano, ni con la ayuda de escribientes que se ven como nadie los ve y creen que sus letras, provenientes de un hígado enfermo, hacen mella en alguna mente.
La necedad de querer seguir engañando a los salvadoreños es insolente. No solo los está llevando a dar muerte eterna a sus institutos políticos, sino también a aquellos que los acobijaron en su insensata lucha contra la voluntad y los intereses de toda una nación. Por cierto, hasta el rótulo de uno de sus medios de comunicación ha sido quitado ya, luego de la ruina anunciada por estupidez que derribó su apuesta antes que a su ego.
No entenderán nunca que luchar contra el presidente que el pueblo eligió, respalda y está dispuesto a darle un segundo mandato es porfiar contra la razón. Eso mismo expresan sus encuestas, incluso las de instituciones que se juegan el prestigio académico por unos dólares más.
El destino de extinción de ARENA y del FMLN lo fabricaron sus mismas cúpulas al desentenderse de las necesidades e intereses de las familias salvadoreñas, al abandonar a sus mismas bases y al cerrar los espacios a nuevos liderazgos. Se lo han espetado sus alcaldes, concejales y diputados que ya han renunciado.
Por ahí dijo una diputada —de las privilegiadas por los dirigentes rojos— que estar en su partido era «voluntario», ante la estampida de sus miembros. ¿Es en serio? Otro, de los tricolores, dijo que se iban los corruptos. Pero, por lo disminuido que está ese partido político, todo indica que los que se han quedado son los corruptos enarbolando una bandera coloreada de desfalcos millonarios a la nación.
Tanto ARENA como el FMLN no fueron capaces de entender los tiempos, más bien se dedicaron a llenar los bolsillos y luego a buscar destinos de exilio para no enfrentar la justicia y dar cuentas al pueblo. Y todo indica que seguirán con su afán.
Sin duda, aún hay gente sincera y honesta en ambos partidos que tarde o temprano se darán cuenta de la verdadera situación y se harán a un lado, buscando nuevos derroteros políticos. Hay que tener cuidado con los flautistas.
Los términos derecha e izquierda, por ahora, han sido pulverizados por el pueblo. De igual forma, las marcas no son nada sin un verdadero líder. También lo recalcan las encuestas.
Me llama poderosamente la atención que la gente tiene claro que cinco años no son suficientes para transformar la vida de un país que fue dejado en pedazos. Y estoy seguro de que esa lectura es un latigazo para la oposición, que no supo aprovechar para bien del pueblo los 30 años que gobernaron como hermanos.
Ahora nos encaminamos a los comicios de 2024, los cuales plantean retos para todos. El año preelectoral será cortísimo para los que buscan recomponerse ante un pueblo que despertó de su letargo político. Se pondrá interesante.
Estoy seguro de que en ese camino veremos la misma tiradera de ARENA, FMLN, ONG y sus plumas y micrófonos activistas. El guion no va a cambiar. Pero tampoco el pueblo va a retroceder en lo que ya ha ganado y estará pendiente de todos los movimientos perversos, tanto dentro del país como afuera, para intentar bloquear a su líder.
Así que seguiremos observando a la oposición respirando por la herida