Para los tecleños, Restaurante Maurita es todo un orgullo. Son varios los comensales que de lunes a viernes y, especialmente, los fines de semana se dan su gustito de ir a comer los prestigiosos cocteles a la carta, la sopita de gallina india o la carne asada. El menú es variado y hay para todos los gustos.
EL QUE PERSEVERA ALCANZA
Todo comenzó cuando, en 1985, su fundadora Maurita López vendía mariscos frescos de manera ambulante. No lo hacía sola, su hermana Lolita fue un gran apoyo.
Maurita siempre tuve fe en su negocio y aunque recuerda que en varias ocasiones la bajaron de los buses por el olor que despedían los mariscos y le decían de manera poco amigable: «Ahí viene la del pescado», ella seguía trabajando con constancia, porque siempre había clientes así estuviera cayendo tormenta.
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«Así que me tocaba esperar hasta que alguien que me quisiera llevar pasara», comenta López.
Actualmente, su empresa pertenece también a su familia, se ha convertido en un legado familiar que precisamente pudo iniciar gracias a unas sartenes y una cocina que un cliente le regaló y un préstamo de 200 colones que su hermana Lolita le facilitó.
Foto:DES/Guillermo Martínez
Con esos recursos y sobre todo muchas ganas de salir adelante, Maurita se trasladó a vender a Ciudad Merliot. Viajaba desde Apopa y pasaba comprando a La Tiendona.
«A uno le pueden regalar una plancha, por ejemplo, pero si no tenemos el interés, la plancha se arruinó y nunca se usó. Pero si a esta cocinita que a mí me dieron ellos vieron que le daba uso y que era donde yo les preparaba su pescadito y arrocito son cosas bonitas para uno, lo motivan. Tenemos que valorar lo poquito para también valorar lo grande», agrega la niña Maurita, como cariñosamente es conocida.
Años después se ubicó en una plaza contiguo a la iglesia Nuestra Señora de la Paz y cuando construyeron el ahora conocido Mercadito de Merliot le dieron un puesto, en donde ahora ya cuenta con dos.
No fue fácil. Recuerda que al principio poca gente llegaba a comprar y por esa razón seguía saliendo a vender a las calles, pero sus hijas quedaban atendiendo el negocio que en ese momento solamente era de marisco fresco.
Foto:DES/Guillermo Martínez
Ahora, ya celebra 30 años atendiendo clientes en el mercadito y, además, cuatro años en una segunda sucursal, Paseo El Carmen y, finalmente, dos y medio en la más reciente, Vía del Mar.
«Yo comencé con un huacal en la cabeza, vendía en las calles, en las colonias. No había tormenta que me detuviera, fue la ofensiva y me tocaba andar en los camiones de la Fuerza Armada, hubo terremotos… fueron tiempos difíciles, pero yo decía “si yo llego a La Tiendona yo ya me hice el día”»
Maurita López, fundadora y propietaria
HACIENDO HISTORIA
Su hija Yanira López hizo un viaje a Europa y estando allá se dio cuenta de las nuevas dinámicas de negocio que se estaban implementando. Es así como al volver al país traía otra visión de cómo promover el restaurante y sus servicios.
«A mis 14 años tuve la oportunidad de irme para Italia. Eso me abrió la mente y probablemente en la mente de mami en ese momento no estaba el crecer tanto, sino el ir vendiendo con el día a día, pero en mi mente sí. Estábamos en el mercadito, pero para mí era nuestro gran restaurante. Siempre lo proyecté así, el restaurante grande de nuestra familia», detalla Yanira.
Foto:DES/Guillermo Martínez
Cuando cumplió 21 años de edad, asume las riendas del negocio en Merliot. «Luego abrimos en Paseo El Carmen y ese fue como un regalito de Dios para nosotros porque era el sueño de toda nuestra familia, tal cual se lo habíamos pedido, tal cual lo soñábamos», agrega.
Afirma que poco ha poco han ido creciendo y ahora, no solo ella y sus hermanos (Cecilia, Javier y Kevin) se han involucrado en la administración, sino también sus hijos (Pamela y Bryan). «Queremos tener nuestra propia franquicia. No tenemos límites», afirma Yanira López.