Como antecedente tenemos a Prudencia Ayala, la primera mujer de América Latina que aspiró a ser, la primera mujer presidenta de El Salvador, a quien ridiculizaron llamándola loca por ser madre soltera e indígena, y porque en ese momento las mujeres no podían votar.
Se atrevió a desafiar las leyes y a la sociedad en 1930. Veinte años después, en la Constitución de 1950, las mujeres tuvimos derecho al voto. Y ahora existe el derecho a la igualdad regulado en el artículo 3 de la Constitución salvadoreña; sin embargo, han existido tres mujeres presidentas de la Asamblea Legislativa: 1- Dra. María Julia Castillo Rodas, en diciembre de 1983 a abril de 1984. 2- Gloria Salguero Gross, en una gestión completa en 1994 a 1997; y Lorena Peña, quien por medio de un acuerdo político llamado protocolo de entendimiento se turnó la presidencia de la Asamblea legislativa y la entregó el 8 de noviembre de 2015.
La brecha de género es una forma de representar la disparidad entre hombres y mujeres en cuanto a derechos, recursos u oportunidades. Este concepto también se aplica en la participación política de las mujeres; pese a la existencia del Decreto 307, que da origen a la Ley de Partidos Políticos, publicada en el Diario Oficial número 40, tomo número 398, de fecha 27 de febrero de 2013, la cual en su artículo 22, letra H obliga a los partidos políticos a establecer en sus estatutos los procedimientos para promover la participación de mujeres y jóvenes en sus órganos de dirección y en las candidaturas a cargo de elección popular.
Así mismo, el artículo 38 de La Ley de Partidos Políticos establece la cuota de género, donde obliga a los partidos políticos a integrar en sus planillas a mujeres para elección de diputaciones en la Asamblea Legislativa, el Parlamento Centroamericano y los concejos municipales, con un mínimo del 30 %. Una cuota que sigue siendo injusta, puesto que 52 % de la población somos mujeres y un gran porcentaje también somos jefas de hogar.
De lo antes expuesto cabe destacar que muchas veces los partidos políticos solo utilizan a las mujeres de relleno en las planillas o de suplentes. De manera que estas no puedan ser visibilizadas por el electorado. Lo ideal sería que también se exija un porcentaje de mujeres con mayor votación por departamento a la hora de escrutar los resultados, para que haya representación de hombres y mujeres, y que los partidos políticos presenten sus propuestas en un sistema trenzado en sus planillas con un 50 % de mujeres y otro 50 % de hombres, para lograr una igualdad real y romper esa brecha injusta.
El reto mayor de las mujeres electas para una función pública es lograr una igualdad real en cargos de poder que cubra las necesidades que cada jefa de hogar enfrenta. Y eso se hace con mejorar las leyes y mejorar la institucionalidad en favor de las mujeres.