Más de 14,000 kilómetros son los que la salvadoreña Paola Renderos deberá pedalear con su bicicleta semimontaña para llegar hasta Ushuaia, Argentina, la ciudad más austral del mundo y así cumplir la «aventura de su vida», que comenzó el pasado 2 de marzo, en San José, Costa Rica. Para la compatriota, su espíritu aventurero y la experiencia de hospedar a cicloviajeros fueron de las motivaciones realizar un viaje sobre dos ruedas.
La travesía de esta ciclista aficionada, pero con mucha dedicación, ha ganado el respeto y admiración de cientos de salvadoreños y extranjeros. Y es que la Pao o Malcontenta, como es conocida, pedalea cientos de kilómetros por día y, al final de la jornada o en medio de ella, cuenta a sus fans la experiencia que vive en otras latitudes, a través de sus redes sociales. Así, muchos la siguen en sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram [@Pao_renderos], en las que comparte mensajes, fotos y paisajes espectaculares.
La salvadoreña de 39 años narra que siempre le ha gustado viajar y conocer nuevos lugares, esas son las razones principales de su travesía en bicicleta, y que tuvo que suspender, alrededor de seis meses, debido a la pandemia de la COVID-19. Permaneció en cuarentena en la ciudad de Volcán, provincia Chiriquí, en Panamá.
Añade que no se imaginaba que la situación del coronavirus se iba a descontrolar tanto, al punto del cierre de fronteras y la paralización toda actividad no esencial.
Pao recuerda con mucha alegría el inicio de su gran aventura, que la ha hecho recorrer más de 1,000 kilómetros, desde la capital tica hasta la ciudad de Panamá, motivada por su compañero de viaje —ella así lo ha aclarado en redes—, el mexicano Jonathan Spartan.
La ciclista relata que, a principios de este año, regresó de un viaje por Europa y, para esas fechas, solo se escuchaba que el virus afectaba a China, que millones de ciudadanos habían sido sometidos a una cuarentena y la enfermedad se veía lejos. Aclara que esa situación no hizo que pensara en cancelar la travesía en su bicicleta.
«Llegamos a Panamá, el 15 de marzo, justo el día en que se cerraron las fronteras en toda la región. Yo iba avanzando y, atrás mío, se iban cerrando todas las fronteras, literalmente. Entonces no dimensionamos el alcance del COVID-19. Nunca pensé en no hacer el viaje, nadie se imaginó que esto iba a estar tanto tiempo», dice Paola.
Pao detalla que, hace 15 días, retomó la rodada que la llevará rumbo a Colombia, luego su itinerario incluye visitar Ecuador, Perú, Bolivia, Uruguay, Chile y, finalmente, Ushuaia, en el extremo sur de Argentina.
Su equipaje son dos alforjas, ropa básica, un par de shorts, una licra para montar la bici, ropa para el frío, botas de montaña, tienda de campaña, bolsa de dormir, herramientas, repuestos para la bicicleta y otras de cosas de uso personal. La compatriota también lleva consigo una libreta en la que realiza anotaciones de los eventos más relevantes que puedan ocurrir durante el viaje y que servirán para, en un futuro, escribir su aventura.
La ciclista dice que esta aventura la planeó durante dos años, periodo en el que tuvo que volver a entrenar junto a sus amigas de la Casa de la Bicicleta, con el objetivo de ganar condición física.
Pao detalla que, en un inicio, las rodadas eran en San Salvador, luego en zonas costeras y diferentes pueblos del país. Sumado a sus entrenos, también recibía a cicloviajeros que iban al norte o al sur de América.
«Conocer a los cicloviajeros y saber que puedes hacer un viaje, de manera económica, y hay mucha aventura, me animó más. En algún momento pensé en hacer ese recorrido mochileando, pero después los conocí y dije: voy a gastar mucho menos si viajo en bici, no tenía mucho dinero para tomar un avión cada vez; la bici es muy práctica», asegura.
La salvadoreña relata que, en diciembre pasado, recibió en su casa a Jonathan, su compañero de viaje, y que él le narró toda su aventura desde México hasta El Salvador, le habló de presupuesto y condiciones de viaje. En esa plática, Pao le contó sus aspiraciones y recuerda que él le dijo que si se animaba, la esperaba en algún lugar. Jonathan avanzó en su viaje y, meses después, se encontraron en Costa Rica.
Para emprender su viaje más grande tuvo que vender todos los enseres del hogar y juntar todo el dinero posible. Aunque es difícil, por los miles de kilómetros por recorrer, asegura que le genera gran satisfacción.
Paola forma parte de la plataforma «WarmShowers» [duchas calientes], la cual está orientada a cicloturistas y a viajeros que recorren el mundo; así pudo permanecer hospedada el tiempo que duró el confinamiento en Panamá. Relata que, en otras ocasiones, le ha tocado acampar, dormir en iglesias, gasolineras y hasta en la orilla de la playa.
La ciclista comenta que los seis meses que pasó varada en Panamá le pasaron factura, en cuanto a lo económico, debido a que tuvo que utilizar más dinero de lo pensado; sin embargo, relata que —hasta el momento— no ha pasado hambre, y agradece a todas las personas que han colaborado. Manifiesta que, en ocasiones, ha tenido que realizar trabajos a cambio de comida o para adquirir productos básicos.
Cuenta que, varias veces, sus familiares y amigos le han enviado dinero para subsistir. Explica que también sus amigas de la Casa de la Bicicleta, junto con Mandados en Bicicleta, iniciaron una campaña que consiste en vender una calcomanía con el logo que dice Viaje de Pao y que tiene un valor simbólico de $10.
«Otra forma de ayudar es que visiten el canal de Youtube Aventuras con John Spartan; suscríbanse y compartan, para llegar a monetizar, y que sea una forma de generar recursos para todo el viaje», concluye.