Su curiosidad por los aviones nació cuando era niña, al igual que su atracción por el espacio cuando veía, junto con su padre, las constelaciones a través de un telescopio casero desde el techo de su vivienda en Soyapango, San Salvador.
Esa experiencia de infancia y su fascinación por las matemáticas en la adolescencia hicieron de Frida Angélica Alfaro Rodríguez, de 26 años, la combinación perfecta para convertirse en una ingeniera aeronáutica en Argentina.
Sin darse cuenta, mientras miraba la Luna, formó una conexión única con el universo, y aunque inicialmente pensó en ser una sobrecargo para viajar igual que su padre, finalmente se decidió por estudiar electrónica en el Instituto Técnico Ricaldone.
Su primera meta profesional se cumplió en septiembre de 2021, cuando se graduó como ingeniera aeroespacial de la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, luego de seis años de haberse postulado al proceso de selección de la embajada de Argentina en El Salvador. Como estudiante también se vio afectada por la pandemia de la COVID-19, pues atrasó su carga académica casi por un año.
Sin embargo, ahora es una de las principales mentes maestras que forman parte del equipo de Ingeniería en Sistemas del Centro Tecnológico Aeroespacial, que trabaja en un nuevo satélite que podría ser lanzado a finales de 2022 para conocer cuánta vegetación hay en Argentina y la densidad de los electrones que hay en la ionosfera. El objetivo es disponer de datos actuales sobre el medioambiente para futuras investigaciones.
El equipo se encarga de verificar la parte electrónica, estructural y de las telecomunicaciones del satélite, así como de su buen funcionamiento; además, evalúa proyectos tecnológicos que surgen, analiza su potencial y si fueran funcionales a gran escala.
Al finalizar esta misión, una de siete que están en proceso, las aspiraciones de Alfaro son seguir escalando, pues ya está pensando en estudiar un doctorado en ingeniería aeroespacial en Argentina o en otras universidades en el extranjero. Permanece vigilante para aplicar a alguna beca o programa.
«A veces uno tiene miedo de dar grandes pasos o de irse de su país, pero aunque el sacrificio es grande, así lo es el fruto», dijo motivada la salvadoreña.
La originaria de Tonacatepeque desea plasmar su huella tanto en Argentina como en El Salvador. «Quisiera crear proyectos para fomentar la investigación en El Salvador, porque es una rama que requiere de mucho trabajo. Esto genera una cadena de eventos para que la calidad del país crezca», manifestó.
Así como adquirió nuevas habilidades en su niñez en medio de herramientas para reparar el automóvil, como le enseñó su padre, y armar estructuras, espera que en el país surjan nuevos talentos y haya más niñas involucradas en la ingeniería aeronáutica, para que sean pioneras en desarrollo de proyectos, señaló.
En cuanto a su carrera, Alfaro aclaró que aunque se podría pensar que solo se enfoca en los aviones, el estudio es más amplio y hay diferentes especialidades, por ejemplo, la aerodinámica también se puede aplicar al diseño de edificios, de puentes o de automóviles. «Muchos compañeros están diseñando autos para la federación deportiva Fórmula 1», profundizó. La ingeniería también permite diseñar circuitos de gas como fluidos.
«En la Universidad de La Plata el enfoque es muy científico y de desarrollo tecnológico; por ello, nos permite trabajar tanto en diseño y cálculos de aeronaves, vehículos espaciales, plantas propulsoras e instalaciones aeroportuarias. También en diseño y cálculos de autos, generadores eólicos, estructuras de todo tipo. Es una carrera muy integral que permite adaptarse a los cambios tecnológicos y obliga un poco estar siempre a la vanguardia», explicó.