Las ganas de superarse y cumplir parte de sus sueños llevaron a Portillo a sacrificar lo que más quería en El Salvador: su familia; y a emprender un nuevo camino en Europa.
Las jornadas laborales de lunes a domingo como niñera o cuidando a personas de la tercera edad durante 3 años empiezan a dar fruto para Wendy Portillo, de 27 años, una salvadoreña que vive en la ciudad de Como, Italia, desde hace 5 años; y actualmente forma parte del área de administración de un lujoso hotel.
Aunque la pandemia por COVID-19 afectó su estabilidad económica, aprovechó el tiempo en cuarentena para estudiar y aprobar el examen de la licencia como acompañante turística, que le permitirá emprender su agencia de viajes “Perla del Lario Tours”.
Portillo mostró su idea de negocio en un programa gratuito de emprendedores extranjeros en Milano y al evaluar su proyecto, contó con el aval para las asesorías legales, consejería financiera, orientación en marketing y estrategias de comunicación.
La calidad de vida en países desarrollados, como lo describe la salvadoreña, fue su mayor motivación. Vivió un año en Suiza gracias a una beca que obtuvo para cursar el diplomado de Comunicación Intercultural y Pedagogía en Resolución de Conflictos en 2011, cuando trabajaba en el área de recepción de la Escuela Superior Franciscana Especializada (ESFE) de Agape El Salvador, en Sonsonate.
A pesar de que el perfil requerido para la beca estaba dirigido a personas de 21 a 28 años y con carrera universitaria, la sonsonateca de 18 años, se atrevió a postularse y se sometió a las pruebas psicológicas y en inglés.

En 2012 regresó a El Salvador. Pese a la difícil situación por sus escasos recursos económicos, el viaje la motivó a buscar un nuevo empleo en San Salvador para pagar sus estudios en la universidad.
“Me quería seguir preparando, primero trabajé en un call-center y luego en una agencia de publicidad, pero el ajetreo no me permitió estudiar, porque hubo un tiempo que trabajé 16 horas seguidas”, recordó.
Debido a esas limitaciones, se despidió de su familia el 4 de agosto de 2015.
Su vuelo, con permiso legal de 3 meses, estaba programado para la ciudad de Como, ya que sus tías se habían instalado en ese sector. Aprendió el italiano de forma autodidacta.
En su primer empleo se dedicó a limpiar inmuebles, luego dio clases en inglés y español a niños italianos, y cuidó a personas de la tercera edad de lunes a domingo.
“Nunca voy a olvidar la primera navidad con frío y teniendo que trabajar hasta tarde, sin tener a nadie que te recibiera en casa con la gallina horneada”, dijo.
Después de tres años y con los ahorros suficientes, Wendy logró sacar papeles para que su madre, Dora Portillo, de 47 años, también emigrara a Italia.
Actualmente trabaja en el área de administración del hotel Borgovico, ubicado cerca del lago Como o conocido como Lario, en una ciudad muy turística.