La pandemia del COVID-19 fue un momento que paralizó al mundo por largo tiempo, trayendo consigo muchos retos para sobreponerse a este desafío global. Fue esta misma coyuntura la que llevó a florecer la creatividad y a pensar en nuevas oportunidades para salir adelante.
Ese es el caso de Manuel Ramírez, un sonsonateco que, en plena emergencia, se aventuró a iniciar un proyecto que lo sacó de su ámbito de negocios habitual. De esta manera, nació Coco, apócope de cocoteros, un emprendimiento dedicado a la elaboración de prendas de vestir y otros artículos elaborados en cuero y tejidos.
«La idea viene de un sueño que tuve en una madrugada, pidiéndole a Dios que me diera la sabiduría para poder emprender en un negocio en ese momento difícil. Fue una reingeniería de la empresa que teníamos de publicidad, que estaba cerrada. Entonces, en mi garaje, empezamos hacer unos llaveros personalizados, que fue nuestro primer producto y que, increíblemente, nos dio estabilidad», recuerda el microempresario, quien, eventualmente, vio como esta iniciativa se fue consolidando.
Señala que, gracias a la recepción, empatía y solicitudes de la gente, pasaron a diseñar y crear otras cosas. «Nos empezaron a decir ‘quiero un mandil´, ´necesito un cinturón’, ‘hágame un bolso’… y comenzamos a crear más productos a partir de estas peticiones. Ya para octubre del 2020, llegamos a operar en este taller», relata, mostrando las instalaciones de su centro de operaciones y primera sala de ventas, ubicada en Sonzacate, Sonsonate, donde ya elaboran sombreros, billeteras, bandoleras, mochilas.
Con el lugar de obraje también llegó el interés de llevar más lejos su catálogo. Fue entonces que se pusieron en contacto con el Ministerio de Relaciones Exteriores, con vistas a incursionar en mercados internacionales y, particularmente, a comercializar sus artículos con la diáspora salvadoreña. Este acercamiento posibilitó que viajaran a Washington, D.C. en los Estados Unidos, para presentar sus creaciones en el consulado en esa localidad.
«Logramos hacer nuestra primera exposición, gracias a la cercanía que tuvimos con Cancillería. Fue una experiencia bastante motivadora porque ir a un lugar con la bandera de nuestra nación y representarla es algo que nos llena de orgullo, al igual que poder llegar a ese público, a los connacionales que añoran lo nuestro. Pudimos llegar con un producto de calidad, que nuestra gente aceptó y, también, nos empezó a recomendar», dice el sonsonateco.
Desde esa ocasión, la empresa Coco ha recibido el apoyo de Cancillería y de su red diplomática y consular para presentar su propuesta en Milán, Italia, y en Los Ángeles, California.
Cancillería indicó que, esta semana, el consulado en la ciudad angelina le abrió las puertas, por tercera ocasión, para que pudiese mostrar las creaciones originales de este taller artesanal en ese destino, en el que radica un importante número de compatriotas.
Sumado a ese respaldo, esta iniciativa también se ha vinculado a la Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), entidad que los ha provisto de maquinaria y ha brindado capacitaciones que han contribuido al desarrollo de este proyecto que, a la fecha, cuenta con dos sucursales en Sonsonate y con distintos puntos de venta con tiendas aliadas en San Salvador, La Libertad y otras localidades del país. Asimismo, emplea de manera directa a cuatro personas.
«Nos sentimos orgullosos de nuestro origen. Justo el nombre de la empresa viene de la manera en que nos conocen a los sonsonatecos. Entonces, somos una marca que se siente orgullosa de sus orígenes y de ofrecer algo diferente, y queremos que el mundo nos reconozca por esta visión», expresa con entusiasmo Manuel.