Ser arrestado en 2015 por una patrulla mexicana en Matamoros, en un intento de cruzar sin papeles la frontera con Estados Unidos, fue suficiente para que José Granillo no intentara emprender nuevamente el escabroso camino hacia el país norteamericano. En lugar de arriesgar su vida fuera de su país, se ha convertido en un líder en la comunidad Quiñónez, en San Salvador y es el propietario de un taller de zapatería.
No poder ganar más de $30 a la semana en El Salvador para el sustento de su pareja e hijo y pensar durante su adolescencia que no viviría más de 20 años, forzaron a Granillo a visualizar un futuro en Estados Unidos. En varios de sus intentos por conseguir sus sueños no vivió más que dolor y temor.
Ese año, recuerda que se escondió de miembros armados de un cártel de droga antes de llegar a Matamoros, la última parada antes de la frontera sur de Estados Unidos. «Mientras estaba en Matamoros esperando que un tío me enviara dinero para poder saltar al otro lado, me uní a migrantes mexicanos y todos fuimos atrapados», dijo.
«Me enviaron de regreso a casa. No he intentado volver de nuevo, y no quiero intentarlo más. Ahora tengo otro hijo y no quiero dejar a mi familia por un viaje peligroso en el que uno puede morir fácilmente», manifestó.
El viaje de 2015 fue el que más lo marcó, pero sus intentos por aspirar a algo mejor iniciaron en el 2000. En cada viaje fue testigo de extorsión, no había agua ni comida, y vio la brutalidad con la que los migrantes son tratados por parte de agentes policiales y, por supuesto, de los cárteles de droga.
Pese a esa adversidad logró su meta en 2004. En Houston, Texas laboró como pulidor de pisos de madera, pero extrabaña a su familia por lo decidió retornar. Una vez más intentó salir adelante en su país, pero no lo logró al trabajar en un taller de zapatería, y por ello, su única opción fue intentar cruzar la ruta migrante en 2015, en la cual falló.
«Llegar a Estados Unidos no es un sueño, es una pesadilla», aseguró. «Los miembros del cártel vigilan de cerca a los migrantes para secuestrarlos», mencionó. Con ayuda de la Oficina Municipal de Atención para la Persona Migrante y su Familia en Zacatecoluca, La Paz, de a Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de capacitaciones en finanzas básicas y la donación de máquinas de coser y otras herramientas, Granillo abrió su propio taller de zapatería.