No es un sauna corriente, sino un pequeño invernadero con ladrillos pintados de negro y calentados por el sol en cuyos orificios se refugian los ejemplares de rana campanilla verde y dorada.
Su inventor, el biólogo Anthony Waddle de la Universidad Macquarie, sostiene uno de estos anfibios, no más grande que una tarjeta bancaria y con una piel verde y dorada que brilla más con el calor.
Este experto ideó este «sauna» para ranas con tal de salvarlas del peligroso hongo quitridio, el «peor patógeno» para los anfibios, dice a la AFP.
Este hongo provoca una enfermedad infecciosa transmitida por el agua, la quitridiomicosis, que penetra en la piel de las ranas, ataca su organismo y acaba matándolas.
Waddle explica que esta enfermedad ha provocado globalmente el declive de 500 especies de anfibios y ha llevado a 90 a la extinción, seis de ellas en Australia.
«Nada ha causado nunca tanta devastación», dice el biólogo a la AFP. «En Australia, tenemos especies de ranas que solo habitan en cajas de cristal ahora. Es un enorme problema», insiste.