El sector productivo del dulce artesanal fue afectado fuertemente por la pandemia de la COVID-19, pues su mercado de ventas lo constituyen las ferias en fiestas patronales en los pueblos de nuestro país, las cuales siguen sin actividad comercial debido a las medidas de prevención.
Así lo confirmó Rosa Martínez, una de las productoras de dulces artesanales más grandes ubicada a la orilla de la carretera Panamericana, en Santo Domingo, San Vicente. La artesana comentó que durante la cuarentena tuvo una pérdida de más de $25,000, pues el producto elaborado y distribuido en sus salas de venta se arruinó.
La emergencia que vivía en su negocio familiar, que produce más de 80 productos a base de frutas, alcanzaba también a 16 empleados, quienes subsisten con los ingresos de esta iniciativa, que lleva por nombre Dulcería la Fiesta.
«Estábamos que no hallábamos qué hacer, pero mi hijo dijo que no podíamos quedarnos a comernos las uñas y decidimos hacer pan; teníamos hornos, bandejas que ocupamos para los dulces […], y comenzamos. En ese momento tuvo demanda el pan, de ahí logramos sostenernos», contó la artesana.
Pero llegó la reapertura, y lo de ellos –afirmó– es el dulce. Había que continuar la tradición, que lleva ya más de 50 años de mantenerla y que ha trascendido con sus hijos, dijo Rosa.
Zulma de Martínez, nuera de Rosa, es quien ha tomado las riendas de la comercialización luego de la emergencia sanitaria. Confirmó que desde diciembre pasado hasta la fecha las ventas comienzan a normalizarse, aunque ya nada es igual.