Este nuevo año se nos presenta con la posibilidad de profundizar en las transformaciones que iniciaron en 2019.
Si bien en ese momento el presidente Nayib Bukele rompió el sistema político nefasto —que, desde el bipartidismo real, sumió al país en decadencia por décadas—, aún hace falta que se tenga una nueva Asamblea Legislativa para que por fin exista gobernabilidad en el Estado.
Hemos visto en los últimos meses cómo los diputados del bloque ARENA-FMLN-Párker-Mazariego son capaces de actuar como aves de rapiña, con un hambre voraz que se alimenta del oportunismo y que antepone intereses electoreros de la más baja calaña encima de las necesidades y urgencias del pueblo salvadoreño.
Son cáscaras de un sistema injusto que está muriendo, pero que en su agonía no tiene reparos en hacer lo que sea por aferrarse con sus uñas al poco poder político que aún tienen.
Por ello, el inicio de 2021 se presenta como una oportunidad real de enterrar a los corruptos, a los escultores de injusticias. No hay otro tiempo, no hay otro momento.
Nueva Ideas, de acuerdo con todas las encuestas, puede alcanzar 60 o más diputados. Desde ese número es posible pensar en un mejor país. Una responsabilidad muy grande que requerirá esfuerzo y determinación para sacar adelante al país.
También se prevé una victoria histórica en la elección de alcaldes, en la que Nuevas Ideas, el partido de Nayib, podrá hacerse con 150 o más alcaldías. ¿Por qué es fundamental también la victoria en los gobiernos locales? Porque de ese modo la fortaleza territorial de la transformación que se está buscando podrá tener alcance en todas las dimensiones de la realidad salvadoreña, en el territorio.
Quienes hemos trabajado del lado del proyecto del presidente entendemos que hay motivos para el optimismo. ¿Quién iba a decir hace apenas unos años que estaríamos ante este momento y ante esta posibilidad de destruir desde sus cimientos a los corruptos, a los políticos tradicionales que tanto daño le hicieron a El Salvador? Sin embargo, ese optimismo debe verse también con compromiso, esfuerzo y mucha prudencia.
Nos estamos enfrentando a quienes, desde ideologías desfasadas, vendieron una confrontación eterna, haciendo que la gente, en lugar de pensar en la necesidad de mejorar su vida, abrazara ideas foráneas, viviera en el pasado. Es como si los políticos hubiesen querido que siempre la idea de la guerra civil se mantuviera en la mente de los más pobres, avivando fuegos de otra época, sobre todo en cada elección. Esto con la intención de que ese conflicto ficticio los mantuviera a ellos, a los políticos tradicionales, en posiciones de poder político y bajo las faldas de intereses económicos.
Pero todo eso está a punto de acabar. Pronto va a amanecer, y veremos por fin cómo El Salvador empieza a reconstruirse realmente. Una nueva Asamblea hará posible un proyecto que le devolverá la dignidad al pueblo salvadoreño a través de Nuevas Ideas. Y la victoria en el territorio, en las alcaldías, posibilitará que la relación de la gente con una nueva generación de políticos se afirme y trabaje por el bienestar de todos.