Desde hace años he visto cientos de casos de jóvenes que detienen su educación justo al terminar el bachillerato. Tengo 13 años de vivir en esta pequeña ciudad, y crecí en Coatepeque, de donde viajábamos con mi abuela a hacer las compras al mercado de El Congo. En mi vida adulta decidí vivir aquí, con mis dos hijos, y eso me ha permitido conocer las necesidades de este municipio. En los pueblos pequeños es más fácil conocer a todos los pobladores.
Tenemos tres escuelas en el casco urbano con bastante matrícula. Vamos a analizar específicamente dos casos: el Centro Escolar El Congo, conocido como La Escuelona, según su director, el Lic. Daniel Antonio Monroy Torres, alberga una matrícula de 1,235 alumnos, tanto en la matrícula regular como en la nocturna. Los problemas que tiene esta escuela son de infraestructura, la cual tiene más de 30 años. Hay techos en mal estado y pisos levantados por las raíces de los árboles. El presupuesto otorgado por el Ministerio de Educación anda por los $4,000 al año, el cual recibe en dos pagos, pero este sirve solo para resolver problemas de operatividad y casi siempre no alcanza.
Asimismo, el Lic. Óscar Martínez, director del Centro Escolar Anselma Sánchez de Mancía, manifiesta que tiene un registro de 434 alumnos, incluido el bachillerato a distancia. La situación de esta escuela es bastante crítica, pues tiene seis aulas provisionales que ya sobrepasaron su vida útil, los pilares están podridos, sus paredes por caerse, al igual que los techos, y no tiene muro perimetral; de hecho, antes de iniciar la pandemia fue visitada por autoridades de Gobierno para incorporarla en el proyecto Mi Nueva Escuela. «Rogamos a Dios que nuestra escuela esté en ese proyecto y podamos darles a nuestros niños una educación con dignidad», dijo Óscar Martínez.
Asimismo, El Congo cuenta con un bachillerato, llamado Instituto Nacional de El Congo (INCO). Este instituto no solo sirve para preparar a jóvenes del municipio, pues también recibe a jóvenes de Coatepeque, Ciudad Arce y de los cantones aledaños que pertenecen a Santa Ana, como Planes y Potrerillos de la Laguna. El porcentaje por aula en alumnos anda por los 45 alumnos. La educación es bastante buena, son aproximadamente 500 jóvenes los que se gradúan cada año de bachilleres, haciendo un mapeo de quienes van a la universidad son menos de 200 jóvenes que siguen sus estudios de educación superior, incluyendo los que van a las universidades privadas; quedan en el limbo 300 jóvenes por año, aproximadamente.
En este contexto, propongo que construyamos un instituto técnico vocacional en El Congo, para que los jóvenes que no pueden ir a la universidad tengan una nueva opción. Soy del tipo de mujeres que considera que cuando se quiere, se puede, y todo lo que hagamos en favor de la juventud es abrir una brecha positiva al futuro. La educación es el mejor regalo.