Tres cuartos de siglo de historia magistral de la plástica salvadoreña están albergados en el espacio cultural de la embajada de México en El Salvador desde inicios del mes hasta el 2 de abril, reunidos en la exposición «Siguiendo Huellas».
Un total de 25 artistas salvadoreños, quienes nacieron desde 1903 hasta 1980, están representados con sus obras siendo una muestra de la grandeza pictórica salvadoreña.
La muestra es una fracción de la colección completa de 110 obras del coleccionista privado Krishna Manuel Elías, hijo del reconocido pintor Manuel Elías, quien falleció en 2006.
La curaduría estuvo a cargo del maestro Mario Castrillo, escritor y crítico de artes plásticas, quien tuvo un acercamiento a una parte de la colección y le dio forma y nombre a este camino que sigue la huella de muchos de los grandes exponentes salvadoreños.
Para Krishna el contacto con el arte ha sido inherente desde su nacimiento, al ser hijo de Manuel Elías, por eso, en su adultez tras la partida de él, el amor por las obras y la nostalgia lo llevaron a iniciar su colección privada solo con artistas salvadoreños. Dentro de la colección de 110 piezas, solo posee una de un artista guatemalteco.
«Cuando uno crece con el arte, cuando uno es hijo de un artista vive en constante y en permanente exposición diaria, porque el artista tiene obra en su casa o en su taller. A uno, desde niño, le impacta y queda marcado para toda la vida. Lo que debería ser para el público en general: estar cerca siempre del arte», comenta el coleccionista.
La faceta como entrevistador de personajes de las bellas artes, entre otros, primero en Radio María (4 años) y luego en Canal 8 (10 años), también le sirvió de palestra a Krishna para acercarse y comenzar su colección desde 2009, de la que asegura un 40 % ha sido obsequiada por los mismos artistas.
La curaduría
Castrillo tuvo un primer acercamiento a la colección en la que identificó grandes piezas que, hasta abril, engalanan a la embajada mexicana. Así las colocó sin orden cronológico, pero que de igual manera dan cuenta de un prolífico y versátil camino en las artes plásticas salvadoreñas desde el siglo pasado.
«Una colección es un acervo cultural donde encontramos memoria histórica e identidad, esas son cosas que el pueblo necesita. Una forma de hacerlo es mostrar lo que los artistas producen y están produciendo, tanto cosas de su imaginación como aspectos que ellos encuentran en el entorno, una situación que los impactó», expresó Castrillo.
«El Lutecia», de Miguel Ángel Polanco. El cuadro es una reproducción del mural del mismo pintor en dicho edificio en 1979. Esta es una versión a pedido de Krishna Elías, que incluye a artistas como Manuel Elías, el poeta Rolando Elías, Antonio García Ponce, Alfonso Quijada Urías, Valero Lecha, Antonio Bonilla, Bernardo Crespín y el mismo Polanco.
«Ángel», de Rosa Mena Valenzuela. «Una artista sumamente importante, expresionista, reconocida su obra en todo el mundo. Siempre pintó imágenes religiosas», comenta el curador.
«Panchimalco», de José Mejía Vides. Nacido en 1903 fue parte de la segunda generación de grandes maestros y pintores que hubo en El Salvador.
«Manuelito danzando en el juicio de París», de Antonio Bonilla. «Un particular, contestatario, que rompe esquemas que utiliza mucho la ironía, que retoma temas de nuestra historia y de mucha influencia del arte griego», explicó Castrillo.
«Perro abortado», de Manuel Elías. «Era muy versátil, trabajaba la acuarela como los óleos», comenta el curador.
«Patria», de Conchita Kuny Mena. Sobre ella, Castrillo comenta: «Es una hiperrealista, estudiante de Valero Lecha. Se especializa en los pequeños detalles, utiliza símbolos, por ejemplo, el aguacate es símbolo de lo nuestro atravesado por el pabellón nacional».