Después de un viaje de cuatro años, la nave espacial robótica Osiris-Rex, de la NASA, descendió durante algunos segundos a la superficie rocosa del asteroide Bennu para recolectar muestras, en una operación a 330 millones de kilómetros de la Tierra.
El año pasado, Japón logró con su sonda Hayabusa2 recoger algo de polvo de otro asteroide, Ryugu, y ahora está de camino a casa.
Con Osiris-Rex, la NASA espera una muestra mucho más grande, de al menos 60 gramos, y espera que con ella pueda revelar los componentes originales del sistema solar.
Ingenieros de la NASA y de Lockheed Martin le enviaron este martes sus comandos finales para llevar a cabo la operación de muestreo, que fue totalmente automatizado.
Según Kenneth Getzandanner, gerente de dinámica de vuelo de la misión, no se pudo controlar la nave en tiempo real, pues, debido a la distancia, las señales tardan unos 18.5 minutos en viajar.
La NASA ya divulgó las primeras imágenes del aterrizaje, y se espera confirmación sobre si Osiris-Rex consiguió recoger la cantidad de polvo deseada.
«No es fácil navegar alrededor de un cuerpo pequeño», dijo Heather Enos, investigadora principal adjunta del proyecto, que ha pasado 12 años en la misión.
«En realidad, no podemos aterrizar en la superficie de Bennu, así que solo fue un besó en la superficie», agregó Beth Buck, de Lockheed Martin.
OPERACIÓN DELICADA
El interés de analizar la composición de los asteroides del sistema solar se basa en que están hechos de los mismos materiales que formaron los planetas.
Es «casi una piedra Rosetta, algo que está ahí fuera y cuenta la historia de toda nuestra Tierra, del sistema solar durante los últimos miles de millones de años», dijo el científico jefe de la NASA, Thomas Zurbuchen.
Las muestras regresarán a la Tierra el 24 de septiembre de 2023, con un aterrizaje planificado en el desierto de Utah. Con ese material, los laboratorios podrán llevar a cabo análisis mucho más potentes de sus características físicas y químicas, dijo la directora de la división de ciencia planetaria de la NASA, Lori Glaze.
Las muestras «también permitirán a nuestros futuros científicos planetarios hacer preguntas en las que ni siquiera podemos pensar hoy, utilizando técnicas de análisis que aún no se han inventado», dijo Glaze.
Bennu no es un asteroide liso, es decir, no está cubierto por una «playa» inofensiva de arena fina, que esperaba la NASA.
Después de que Osiris-Rex alcanzó la roca a fines de 2018, los científicos se sorprendieron al recibir fotografías que mostraban que estaba cubierta de guijarros y cantos rodados, a veces de 30 metros de altura.
Desde entonces, mapearon el asteroide y eligieron el sitio de aterrizaje menos riesgoso: se llama cráter Nightingale, de 25 metros de ancho.
EL DATO
El asteroide está ubicado a 330 millones de kilómetros de la Tierra. Su superficie es rocosa y es considerado antiquísimo. Su calcula que se formó en los primeros 10 millones de años de la historia del sistema solar.