La semana pasada tuvimos la noticia que el diputado Ricardo Velásquez Párker, de la fracción del partido ARENA, presentó ante la comisión política de la Asamblea Legislativa una moción para una evaluación psiquiátrica del presidente Nayib Bukele y su posible destitución del cargo.
Debido a que, en palabras del diputado, «o estamos ante un delincuente o estamos ante un loco, estamos ante un trastornado que carece de facultades para ejercer el cargo», Velásquez Parker, quien ha sido criticado en reiteradas ocasiones por agresiones a periodistas y por acciones incongruentes con su desempeño como funcionario, luego de esta noticia, la presión mediática no se hizo esperar. Masivamente, a escala nacional e internacional, muchas personas empezaron a apoyar al presidente Bukele con el «hashtag» #ElPresidenteNoseToca. En redes sociales, el malestar ante la petición del diputado se viralizó en poco tiempo.
Desde el exterior, la diáspora salvadoreña mostró su apoyo a la gestión actual del gobierno. El descontento masivo tenía sobrada lógica, el presidente es el mejor evaluado en la historia de El Salvador, incluso, a escala internacional, ostenta el primer lugar en Latinoamérica. Nos preguntamos ¿cuál es el objetivo de esta propuesta?
Indudablemente, la aritmética legislativa cambiará ampliamente después del 28 de febrero. Todas las encuestas, hasta la fecha, dan una amplia mayoría al partido Nuevas Ideas en la Asamblea Legislativa, y lo mismo sucede en el caso de las alcaldías, donde habrá cambios importantes de gestión.
Con ello se viene un desastre político para la oposición. Su caudal de votantes es una ínfima porción de la población salvadoreña, que es la única que vitorea Bukele, dictador. A pocos días de celebrarse los comicios en nuestro país, queda en evidencia que de estrategia política es lo que menos conocen los partidos tradicionales.
Desde que era candidato, Nayib Bukele siempre ha ido pasos delante de una obtusa e imberbe oposición; muestra de ello es la desvinculación que hizo el partido ARENA del diputado Velásquez Párker. También el presidente de la Asamblea Legislativa, Mario Ponce, desestimó la moción presentada por el diputado arenero.
Los embates contra el Ejecutivo no saben ni hacerlos en conjunto, ni acordes a la coyuntura política. El presidente Nayib Bukele, fiel a una estrategia articulada, convocó a todo el cuerpo diplomático del país y les expuso la forma en que la oposición política busca destituirlo, al verse mermada por el apoyo popular de la gente, de cara a las elecciones del 28 de febrero.
También narró la fatídica tregua entre pandillas que el FMLN apadrinó cuando estuvo en el gobierno, los desfalcos al Estado salvadoreño por el prófugo Mauricio Funes y toda la corrupción que se sabe hasta la fecha y por la cual estos partidos políticos ya no poseen credibilidad.
Deslegitimar al gobierno con mociones descabelladas como las del diputado Velásquez Párker son un suicidio político para la oposición, cercenan el poco apoyo que aún tienen. Eso de autodenominarse «patriotas» o «defensores de la democracia» es tan risible como decir que cuando gobernaron ARENA y el FMLN no existió corrupción alguna.
Eso de creerse que la oposición es «la buena» y que el gobierno es «el malo» es una bucólica novela, cuyo risible argumento solamente lo cree una minoría, en la que muchos sí urgen de un amplio examen psiquiátrico.