La tarde del sábado 5 de diciembre quedará grabado en la mente del teniente de Bomberos, Walter Ernesto Carlos Carreño, como uno de los momentos que en su carrera decidió arriesgar un poco más para proteger la vida de sus compañeros y de personas que residen en contornos de la planta Tropigas, en Soyapango.
Ese día como a las 3:00 de la tarde una poderosa explosión se generó en dichas instalaciones provocando de inmediato llamas al mejor estilo de los efectos de una película de Hollywood y de inmediato pánico entre la población y miles de personas que estaban al interior de Plaza Mundo.
De inmediato, el suceso fue reportado al Cuerpo de Bomberos donde precisamente Carreño junto a sus compañeros fueron alertados de un incendio categoría III, el cual entendieron era una emergencia de gran magnitud. Carreño siempre confió que sus 27 años y nueve meses que lleva en la institución le servirían para enfrentar el incendio, no obstante, del riesgo al que se expuso junto al resto de bomberos.
«Diario El Salvador» conversó con este salvadoreño, originario de Apaneca, Ahuachapán, sobre cómo fueron esos instantes en los que su pronta intervención evitó que ocurriera una tragedia mayor. «Cuando la alarma suena no nos imaginamos a qué tipo de emergencia nos vamos a enfrentar, pero cuando el operador lo mencionó nos mentalizamos a qué nos enfrentábamos. Cuando nos dijeron que era un incendio en la fábrica Tropigas pensamos que iba a estar complicado», comentó.
A partir de la información recibida, ya se había mentalizado todo lo que se requería para enfrentar la emergencia, así como la distribución de los recursos que emplearían. «A dos cuadras observamos la magnitud, era grande, era categoría III. Vimos a la gente corriendo y evacuando. Al llegar a la planta había diez vehículos incendiados», relató.
La explosión fue tal que cilindros en llamas destruyeron algunos techos y el calor –según vecinos– era insoportable. Para los bomberos, cada segundo, cada acción era importante para controlar el fuego y evitar una explosión mayor. «La idea era evitar que el fuego llegara donde los tanques abastecen la plataforma de llenado», recordó el veterano bombero.
Y así fue como recorrió esa área hasta llegar donde había una válvula de gas abierta. «Hice la evaluación de los riesgos y empiezo a recorrer donde estaba el fuego, ahí fue donde me encontré con una de las tuberías que aún no habían cerrado, era la válvula que había quedado en la plataforma de llenado», expresó.
MANIOBRA ERA DE ALTO RIESGO
Para ese momento el resto de válvulas habían sido cerradas por el personal de la planta, no así la que estaba justo donde se encontraba Carreño. «Observé que el fuego salía de esa tubería y es donde uno arriesga un poquito más. Ingresé en la plataforma buscando la válvula apartando cilindros, hierros y logré encontrarla es ahí donde uno arriesga y en este caso me tocó», recuerda.
Agregó que «Sabía en mi mente que era un riesgo esa tubería que seguía emanando gas en llamas; cuando decido cerrarla logro detener ese fuego y se apaga».
Esta ha sido la emergencia de mayor magnitud atendida este año por los bomberos. Pero, ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera cerrado el paso del gas? «El fuego iba a estar ahí, había riesgo porque estaban otros vehículos cerca y la comunidad. El riesgo siempre se mantenía, primero para nuestro personal, pero se minimizó cuando cerré la válvula gracias a Dios logramos controlar el incendio», dijo.
Ahora, cuando lo ve en perspectiva, no duda en afirmar que fue «uno de los incendios que ha sido más trascendentales en mi carrera».
¿En algún momento pasó por su mente que pudo haber sido la última emergencia que atendía?.
- «Desde el momento que uno sale y mencionan el tipo de emergencia lo que uno hace es encomendarse a Dios para que nos proteja».
EL IMBORRABLE RECUERDO DEL TENIENTE HERNÁNDEZ
En la institución hay un antecedente trágico en el que un bombero murió en un incendio en la fábrica Sagrisa, cuyas bodegas estaban situadas en el bulevar del Ejército frente a Molsa. Fue en abril de 2010 cuando el teniente de Bomberos Julián Hernández Aguilar murió en cumplimiento de su deber.
Ese momento fue recordado por el teniente Carreño. «Quedó donde colapsó la estructura por una explosión. Es lógico que nuestro trabajo esté lleno de riesgos, en esos casos uno piensa que puede quedar atrapado, pero así nos toca», dijo.
Para este bombero, la comunicación con su familia es importante, por eso conversa vía WhatsApp con su esposa. Ese día de la explosión en la planta Tropigas, ella le mensajeó, él vio el mensaje hasta que controlaron el fuego y le escribió para decirle que estaba bien. Ella respondió con un «Que Dios te cuide».
DE LAS MÁQUINAS DE COSER A LOS CAMIONES CISTERNA
Hace más de 27 años Carreño tuvo que dejar la costura para salvar vidas. Aún recuerda que a sus 16 años fue en busca de empleo y gracias a sus habilidades como sastre logró trabajar en una fábrica. «Siempre me ha gustado la costura, pero se me metió en la mente trabajar en una institución como Bomberos», expresó.
También le llamó la atención formar parte de la Policía, pero se inclinó por la primera institución al ver que amigos en su natal Apaneca le relataron cómo era esa experiencia de servir a los demás. «Se me metió en la cabeza que quería ser bombero. Me motivó a ayudar a la gente. Algunos compañeros solo hicieron uno o dos años y se retiraron, pero yo le puse interés», manifestó.
SUCESOS QUE MARCARON SU CARRERA
El 2 de marzo de 2021, el Carreño cumplirá a 28 años de servicio en la institución y según dijo dos han sido las experiencias que marcaron su vida profesional, una de ellas ocurrida hace 18 años cuando en Sonsonate una niña de un año y medio quedó atrapada junto a su madre en un accidente vial.
La menor viajaba en el tren que en esa ocasión fue habilitado para hacer recorridos entre Armenia y Sonsonate, pero fue embestido por una rastra y el impacto fue en el vagón donde la niña viajaba. Para ese momento Carreño estaba destacado en la estación sonsonateca. «La niña quedó atrapada de una pierna y la madre del brazo. Fue complicado verla sufrir entre los hierros, esos momentos lo conmueven porque ver sufrir a un niño es terrible, yo estuve en ese rescate, la señora nos decía que salváramos a la niña, nos pedía que salváramos a su hija», recordó.
En término de diez minutos lograron rescatar a madre e hija, la niña tenía la pierna destrozada y lloraba por causa del dolor. Sin embargo, a los dos días murió y la noticia impactó a Carreño. «Lamentablemente la niña murió. La señora sobrevivió, creo que perdió un brazo. Se siente complicado, en esa época tenía a mi niña pequeñita y uno ve el reflejo –de esos casos– en los hijos. Me conmovió cuando me di cuenta que había muerto».
El segundo caso de impacto lo vivió en Haití con el terremoto de 2010. El Salvador envió un equipo de rescate y al llegar a ese país le asignaron un orfanato donde se tenía información de que había niños con vida, pero soterrados. «Fue otra situación similar que viví en Haití donde rescatamos a una niña de tres años que estuvo soterrada tres días», mencionó.
El edificio donde realizaron los trabajos era de cuatro niveles que había colapsado, apenas lograron escuchar los gritos de una niña. Ella les hablaba, pero no entendían su idioma. «Había una gran cantidad de niños muertos, fueron 12 horas completas y cuando tuvimos contacto con ella se sintió bonito. Una traductora nos dijo que la niña nos decía que éramos sus amigos y que no la abandonáramos porque no quería estar solita, quería salir de ahí», concluyó.