Este domingo 10 de octubre se cumplen 35 años del terremoto de 1986 que provocó la muerte de 1,500 personas en diez segundos que duró el movimiento, tres de los cuales fueron de mayor intensidad y causaron que edificios ubicados en el Centro Histórico de San Salvador se derrumbaran.
Según los registros oficiales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), la magnitud del sismo que sacudió la capital fue de 5.7 Richter, con una profundidad de ocho kilómetros y registrado a las 11:49 de la mañana.
Las frágiles edificaciones de aquella época no estaban diseñadas para soportar un terremoto de tal magnitud y el centro de la tragedia tuvo nombre: Rubén Darío, un edificio ubicado frente al antiguo ANTEL.
El recuento de daños dejados por ese terremoto indica que hubo más de 10,000 heridos, 200,000 damnificados y cerca de $1,000 millones en pérdidas y daños materiales.
Los datos oficiales indican a que en El Salvador existen de 48 a 50 fallas geológicas, de las cuales unas 20 son las que atraviesan el Área Metropolitana de San Salvador (AMSS), ante este panorama se consultó a un experto para explicar si actualmente existe la posibilidad de que vuelva a suceder un terremoto similar.
Luis Mixco, geólogo del MARN, compartió con Diario El Salvador algunas valoraciones respecto a ese fenómeno natural, qué lo provocó y dónde tuvo su origen.
«Estudiando el terremoto del 86, la falla que se activó es una secundaría que ni siquiera es de las principales que afectan a nuestro país como la de San Vicente, que se activó después del 13 de enero de 2001 [cuando ocurrió un terremoto magnitud 7.7] con el terremoto magnitud 6.6 del 13 de febrero; pero esta falla (la de San Salvador) es una secundaria que causó daños», explicó.
Los estudios revelaron que el movimiento del 1986 fue imperceptible en Chalatenango, La Unión y Ahuachapán, esta es una de las características de los que suceden en San Salvador debido a que son superficiales; algo que no ocurrió con el registrado el 13 de enero de 2021 [llamados terremotos de mar], el cual tuvo su epicentro frente a la costa de Usulután y que fue sentido hasta en Colombia.
De acuerdo con Mixco, debido a que el terremoto del 86 fue superficial los edificios de esa época no soportaron la liberación de la energía, algunas estructuras venían de resistir el sismo de magnitud 6.5 de mayo de 1965.
EL MÁS LETAL
Históricamente el terremoto del 86 ha sido el que más muertes provocó en El Salvador debido a que sucedió en la zona urbana de la capital donde se activó una falla de unos siete kilómetros.
Esa misma falla, que se ubica en el barrio San Jacinto al sur de la capital, no ha vuelto a presentar actividad; sin embargo, es monitoreada por los expertos al igual que otras que atraviesan la ciudad.
«En esa época no se tenía bien entendido que había que estudiar la dirección de la falla. Para eso nos sirven los mapas de intensidad sísmica que nos indican en qué zonas hay más población vulnerable o estructuras expuestas a colapsar», comentó Mixco.
Para entender la cantidad de energía que el terremoto liberó y la destrucción que provocó, el experto lo compara con un cuarto de la explosión de la bomba detonada en Hiroshima, Japón, durante la II Guerra Mundial en agosto de 1945. Aunque comparado con la sismicidad mundial fue leve.
Después del fuerte movimiento vinieron las réplicas, las estaciones del MARN registraron 2,745, de las cuales 700 fueron sentidas por la población. El geólogo cree importante que las empresas construyan edificios que, además de soportar un terremoto, puedan resistir las réplicas.
«Nosotros los ingenieros sísmicos debemos de contemplar esto en nuestros estudios de evaluación de la masa sísmica para ir reduciendo el riesgo sísmico», aseguró.
Actualmente los expertos hacen estudios de amenaza sísmica con nuevas herramientas tecnológicas que hace tres décadas no se tenían, con ello pueden clasificar riesgos en edificios.
«Como MARN formamos parte de una comisión permanente, se han generado formularios de inscripción y evaluación rápida por sismos, si bien el encargado es Obras Públicas, pero nosotros queremos ayudar y tenemos ingenieros que miran la vulnerabilidad estructural», dice Mixco.
Aunque El Salvador sigue teniendo las mismas condiciones de vulnerabilidad, los científicos dicen que no se puede predecir con exactitud si la capital volverá a tener un episodio fatal como el de hace 35 años.
«A veces me preguntan que si se pueden predecir [terremotos] y les digo que no se puede porque si no fuera algo mágico. ¿Por qué no se pueden predecir? Hablamos de una complejidad en la dinámica interna de la tierra», explica Mixco.
Y aunque no se puede predecir cuándo y dónde ocurrirá el próximo terremoto en El Salvador, los expertos investigan y crean escenarios probables como parte de los estudios de amenazas sísmicas.