Ethan Crumbley, de 15 años, mató a cuatro compañeros de clase e hirió a seis y a un profesor en la escuela secundaria de Oxford con un arma que sus padres, James y Jennifer Crumbley, compraron. La familia tiene como uno de sus «hobbies» la tenencia de armas, al igual que muchas otras en Estados Unidos.
En ese país, hay más armas que civiles: 120 armas de fuego por cada 100 personas, según Small Arms Survey (SAS). De acuerdo con esta organización suiza, el 46 % del arsenal civil mundial está en manos de los estadounidenses. «Aun ajustando la población, está claro que Estados Unidos le gana en número a otros países», dice SAS.
El caso de los Crumbley retrata la cultura de armas de esa nación, una de las tres en el mundo en la que tener un arma de fuego es un derecho constitucional, al igual que en Guatemala y México.
Los padres del adolescente se declararon no culpables de homicidio involuntario, y el juez fijó una fianza de $1 millón. James y Jennifer fueron arrestados la noche del 3 de diciembre por agentes que los localizaron en un edificio industrial en Detroit, a unos 60 kilómetros de la tragedia, en Oxford, en el estado de Míchigan.
El hombre y la mujer eran considerados fugitivos —tras haber presuntamente retirado $4,000 en efectivo y apagado sus celulares—, pero su defensa indicó que sus clientes se entregarían a las autoridades, aunque la policía dijo que había indicios de lo contrario.
En el tiroteo registrado el 30 de noviembre en la pequeña localidad de Oxford murieron cuatro estudiantes, de edades de entre 14 y 17 años, en tanto otros seis y un maestro resultaron heridos.
Ethan Crumbley, quien se entregó a la policía sin ofrecer resistencia, fue acusado de «asesinato y acto terrorista», y podría pasar el resto de sus días en prisión, ya que está siendo procesado como mayor de edad. Sus padres están acusados, cada uno, de cuatro cargos de homicidio involuntario, lo que conlleva una pena de hasta 15 años de prisión.
«Ethan fue quien apretó el gatillo, pero hay otras personas que contribuyeron a los hechos del 30 de noviembre y es mi intención hacerles rendir cuentas también», adelantó el viernes la fiscal del condado de Oakland, Karen McDonald.
DEBEN TENER RESPONSABILIDAD POR SU REGALO DE NAVIDAD
La inculpación de los padres del atacante, una decisión poco común en la justicia estadounidense, «busca enviar el mensaje de que los propietarios de armas tienen una responsabilidad», explicó la fiscal.
Los tiroteos masivos en centros de estudio juveniles son un flagelo en Estados Unidos, donde el derecho a poseer armas está garantizado.
Los Crumbley están acusados no solo por haber dejado a su hijo usar un arma de fuego que ellos habían comprado, sino por ignorar las señales crecientes de que el adolescente tenía intenciones violentas, incluso el día de la tragedia.
Cuatro días antes, James Crumbley había comprado la pistola semiautomática que usó su hijo, una Sig Sauer de 9 milímetros, como un regalo de Navidad anticipado para Ethan.
Al día siguiente, Jennifer Crumbley llevó a su hijo a un polígono de tiro, y difundió en redes sociales que su hijo estaba «probando su nuevo regalo de Navidad», sostuvo la fiscal ayer.
«En vez de decirle a la escuela que él tenía acceso ilimitado al arma, escogieron no hacerlo», afirmó. «Escogieron no decirle a nadie que él podría ser peligroso, cuando era claro, y para ellos era totalmente probable, que lo fuera».
Al momento de la compra, el adolescente publicó una foto de la pistola en Instagram. «Acabo de recibir mi nueva belleza hoy», escribió junto a un emoji de corazones.
Según la Policía, el joven grabó con su celular un video el día anterior al tiroteo, lo que anunció su intención de usar el arma en la escuela, sin llegar a divulgarlo.
El día del tiroteo, Ethan fue citado junto con sus padres por la escuela, que vio con «alarma» una nota encontrada por una maestra en el escritorio del joven, expresó McDonald. En ella había un dibujo de una pistola semiautomática con la frase «los pensamientos no se detendrán. Ayúdenme».
La fiscal sostuvo que los padres se resistieron a llevar a su hijo a casa y este regresó a la clase. Al rato, el joven entró al baño y salió luego con su pistola, que llevaba en la mochila. Disparó al menos 30 balas.
McDonald dijo que cuando Jennifer Crumbley se enteró del tiroteo, le envió un mensaje de texto a su hijo. «Ethan, no lo hagas», escribió.
Tras escuchar la noticia, James Crumbley llamó al 911 para informar que faltaba un arma en su casa y que creía que su hijo podría ser el autor del tiroteo. La pistola se había guardado sin llave en la habitación del matrimonio.