Dicen que «nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde»; difiero en gran medida de esa frase. Estamos viviendo en una época en la que tenemos cientos de amigos, decenas de seguidores, miles de reproducciones, pero compartimos conversaciones genuinas con muy pocos.
Según nuestros intereses, aficiones o metas, vamos conectando, desconectando o reconectando con personas. Recuerdo a un excompañero de colegio, quien no estaba en el mismo nivel escolar que yo, pero sí conversamos, reímos y hasta bromeamos en más de una ocasión. Luego de perder contacto con él por situaciones de la vida, como estudios superiores, trabajo y nuevos retos en la vida, lo encontré en un lugar, nos saludamos, compartimos redes sociales y estamos en contacto de alguna manera de forma virtual. Recientemente he tenido la oportunidad de compartir conversaciones con la hermana de él y resulta que hemos coincidido en el gusto por apoyar o ayudar a otros; me ha parecido genial al punto de querer estrechar distancia y realizar proyectos en común.
En otra ocasión coincidí con una persona con la que cursé algunas materias de estudios superiores, intentamos entablar una conversación, pero no fluyó de una manera muy orgánica, parecía una entrevista o un diálogo de práctica para aprender otro idioma; debo admitir que fue divertido, pero me di cuenta de que no somos muy compatibles ahora, me parece que está desarrollando muy bien sus objetivos, por supuesto, tenemos caminos diferentes, pero no creo que podamos coincidir frecuentemente.
Poco a poco, muchas personas que fueron nuestros «amigos» se pueden ir alejando, unos coincidirán con nosotros nuevamente para tener conversaciones en las que parezca que no nos hemos distanciado, otros parecerá que se convirtieron en personas muy diferentes a las que conocimos.
Con estas situaciones que planteo, mi objetivo es que cada uno acepte estos cambios de prioridades en sus viejos amigos o conocidos; posiblemente nosotros no nos enteramos en qué medida cambiamos y las personas también nos perciben diferente, pero esta opción nos cuesta considerarla porque pensamos que somos los mismos de siempre.
Cada experiencia de vida, cada decisión, cada adversidad, nos brinda nuevos conocimientos, gustos, objetivos, nos acercan a nuevas personas, nos alejan de otras, pero finalmente ajustamos nuestro filtro de prioridades; esto no debe hacernos sentir mal, sino que debemos pensar que las personas con las que vamos realizando o estrechando vínculos son las personas adecuadas para compartir objetivos de vida, profesionales, realizar alianzas estratégicas y expandir los círculos sociales.
La vida es más que solo perder o ganar, la vida se trata de reinventarnos, se trata de adaptarnos a lo nuevo, se trata de innovar para lograr hacer y ser diferentes de forma positiva.