Actualmente nos encontramos frente a una situación de extrema incertidumbre que nos conduce a cambios radicales en la economía mundial. Gran parte de ellos son influenciados por el descalabro económico social que nos dejó la pandemia de la COVID-19. Datos recientes indican que la situación del mercado laboral en Estados Unidos lleva notoriamente una tendencia de altos y bajos, pero en curso negativo, marcado por una persistente inflación que parece no ceder. Actualmente se coloca en + 4.9 %; no obstante, las medidas de contención adoptadas por la Reserva Federal subieron las tasas de interés a 5.25 %.
Mientras tanto, los precios al consumidor subieron 0.4 %, por lo que se espera que la Reserva Federal detenga las alzas en su próxima reunión. Tal condición sugiere una recesión económica ya anunciada. Los encuestadores profesionales de Estados Unidos dan una probabilidad del 40 % a que ocurra en los próximos 12 meses. Por su parte, la Reserva Federal confirma que esto puede ocurrir al inicio del tercer trimestre de 2023. Recordemos que, por regla general, una recesión ocurre cuando se juntan por lo menos dos trimestres de crecimiento negativo en el producto interno bruto, que genera un declive sustancial de la actividad económica en forma consistente que se alarga en el tiempo. Uno de los factores más evidentes es el empleo. Al moverse negativamente muestra que hay una contracción y alerta al mercado financiero.
Cuando esto ocurre, la Reserva se ve obligada a revertir medidas, habiendo concluido que los tipos de interés deben reducirse, por eso se estima que no habrá alza. El mes de abril todavía indicaba que se habían creado 253,000 empleos, un dato positivo, pero el índice laboral según el «Employment Trend Index» sigue a la baja.
Desde luego, no solamente el empleo o demanda de ello determina esta condición, inciden también el comportamiento de la industria y los bienes raíces. Son muchos los atenuantes e impulsores que lo influencian. Recientemente, el Senado de Estados Unidos ha aprobado la ley sobre el techo de deuda del Gobierno para evitar un impago que habría sido inédito en la historia de ese país y habría generado una crisis mundial. La ley de deuda fue aprobada días antes de la fecha límite del 5 de junio, con 63 votos a favor y 36 en contra. Ante este acuerdo, el mercado reaccionó con un alza en todos sus índices; a pesar de eso, la sensibilidad económica se ve amenazada, agravando la perspectiva por la ya comentada recesión económica.
Hay otros detractores que amenazan la estabilidad del US dólar, como las medidas monetarias adoptadas por los países BRICS, concurrencia de África del Sur, India, China y Brasil, que con la influencia del yen chino esperan consolidar sus monedas en un intento por contrarrestar la influencia mundial del US dólar. A escala mundial se agrega la persistencia de la guerra en Ucrania, que se alarga y ralentiza la economía europea. Todo lo anterior genera un cambio cualitativo de visión que se enfila hacia Asia e Indo Pacífico, donde especialmente China e India muestran un sólido crecimiento continuado que para 2028 tiende a dominar la economía mundial.
Es necesario entender que hay una desaceleración mayor a la esperada. Se mantiene la inflación en 4.9 %, es muy poco probable que en el curso de 2023 esta se pueda reducir al 2 % proyectado por Estados Unidos. En términos mensuales los precios al consumidor subieron 0.4 %. Según analistas, la inflación al cierre de 2023 será de 3.1 %, esto bajo el supuesto de que la economía no caerá en depresión.
La perspectiva nos coloca en un escenario sombrío. Pero ¿qué podemos esperar con respecto a nuestro país? Ciertamente una recesión sostenida nos habrá de afectar como a todas las economías emergentes, a unas más que a otras. Su efecto será mayor o menor dependiendo de las políticas estratégicas de sustentación económica que adopten los países. Al respecto, El Salvador es consistente en sus políticas, lo que lo ha llevado a ganar confianza y credibilidad de inversores y la comunidad internacional. En cierta forma, El Salvador, no obstante, su estrechez territorial, ya figura como un modelo a seguir. Si bien hemos sido castigados en el puntaje por las agencias calificadoras de riesgo y algunos organismos internacionales, debemos reconocer que nos encontramos al final del túnel y al umbral de una destacada recuperación económica, después de estar sumidos en un estancamiento por varias décadas. Standard and Poor’s confirma que la economía salvadoreña ha mejorado sustancialmente, por lo que elevó las calificaciones a CCC+C, lo que corrobora que la calificación de largo plazo es estable. También nos dice que el alza crediticia se debió al canje de la deuda renegociada el 28 de abril, y afirma que las calificaciones de emisión de largo plazo son de CCC +, y en transferencia y convertibilidad se mantiene en AAA, >>. Otra calificadora, Fitch Ratings y JP Morgan & Chase por igual razón mejoran su calificación, dicen que El Salvador ha adoptado políticas acertadas. Este logro abre la opción de ofrecer al mercado bonos con grado de inversión.
No solo referenciamos a calificadoras, también a finales de 2022 se consiguió una buena valoración por el informe del Fondo Monetario Internacional después de su visita de evaluación del Artículo IV. En el mismo se destaca, entre otros puntos, la solidez de la economía interna, así como el éxito de las recaudaciones fiscales y las medidas de estabilidad desde la COVID-19. El ministro de Hacienda manifestó recientemente que la recaudación hasta el 28 de mayo suma $3,114 millones, un aumento de 5 % sustentado por la inversión pública y privada. Como resultado, se ha mejorado el rango de riesgo país de EMBI, que mantiene la deuda pública a un nivel del 75 % del PIB y una perspectiva de crecimiento, según el FMI de 2.8 % para 2023, con una mejora crediticia y financiamiento de bancos de desarrollo como el banco CAF y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
Finalmente debemos ser explícitos en que el factor de la estabilidad ciudadana, sustentada por el régimen de excepción, es el estamento sobre el que recae la seguridad que garantiza la libertad económica y social. La influencia que conlleva el factor de la seguridad ciudadana en la inversión es evidente.
Por otra parte, uno de los sectores de mayor importancia que podría ser afectado por una recesión en Estados Unidos es el de las exportaciones y remesas familiares. Según datos proporcionados por el BCR, las remesas familiares, que son la fuente de mayor apoyo a la sustentación de la población, se mantienen en positivo. En los primeros cuatro meses de 2023 superan en $4,317.8 millones a las exportaciones. Desde enero hasta abril se recibieron $2,578.3 millones, un crecimiento de 4.2 %, $104.8 millones con respecto a 2022. Es evidente que una recesión económica en Estados Unidos afectará esta tendencia, ya que el poder adquisitivo de nuestros hermanos lejanos podría verse disminuido significativamente.