¿Cómo es posible que un odontólogo pueda estar acusado de ser el responsable principal de asesinar y desaparecer el cuerpo de su esposa? Es una de las preguntas que más me han efectuado prensa, radio y televisión en los últimos días, y a continuación expresiones como «era un doctor», «todo un profesional y bien preparado académicamente», y no me sorprende, porque la violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres en El Salvador es estructural, histórica y con base sociológica, psicológica, antropológica, criminológica y victimológica.
Aquel juramento ante notario y posiblemente ante un altar de una iglesia de acuerdo a su fe una vez más ha sido quebrantado, y además el hombre que prometió amar, cuidar, proteger en las buenas y en los tiempos de prueba no lo efectuó de manera genuina y con toda la comprensión del significado; que poco sentido y valor tiene la palabra y el empeño de la misma cuando el compromiso del matrimonio es una legalidad, es un compromiso ante la sociedad, o parte del «amor romántico» y de no fallarle a la novia, e incluso los padres de ambos.
El caso del feminicidio agravado y posterior desaparición del cuerpo de la señora Flor María García, de 33 años, por su esposo, Joel Omar Valle Leiva —imputado y en detención provisional en el penal de máxima seguridad en Zacatecoluca—, que causó conmoción en la sociedad salvadoreña, fue recuperado de un predio donde se arroja basura, ripio y desperdicios en el mismo municipio de Cojutepeque donde residían y trabajaban por la Policía Nacional Civil (PNC) y la Fiscalía General de la República (FGR), con el acompañamiento y las gestiones logísticas del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública luego de 105 días de búsqueda e investigaciones. La PNC, la FGR, el propio ministro de Justicia y Seguridad y el fiscal general soportaron ataques de todo tipo por diferentes medios de comunicación, periodistas, comunicadores, «influencers» y activistas por medio de multiplataformas en redes sociales, todo por mantener el compartimentaje de la investigación. Mujeres y hombres altamente profesionales, especializados y especializadas, adiestrados en técnicas especiales de investigación criminal de la PNC y la FGR trabajaron desde el 16 de marzo de 2021 en horas de la noche activando el protocolo de búsqueda de acción urgente y dando inicio a todos los actos urgentes e iniciales de investigación y comprobación, peritajes y pruebas técnicas científicas para descartar y confirmar posibles hipótesis.
Todo con el acompañamiento y el acuerdo de la familia de la señora Flor María García, quienes merecen todo el reconocimiento por su amor, esfuerzo, colaboración, contribución y altas muestras de consideración con las autoridades policiales y fiscales para lograr mantener atenido y confiado al principal sospechoso: el esposo, quien trabajaba con su gabacha blanca con toda normalidad atendiendo a sus pacientes y continuaba con su vida normal, porque —según él— había burlado y engañado a las autoridades policiales, y —según él— las carnadas y los engaños, como su falsa versión, no serían descubiertos jamás.
El imputado Joel Omar Valle Leiva no es un monstruo, porque es darle una categoría que no es cierta, ni busquemos otras palabras que no describen qué es: un hombre machista, violento, maltratador de mujeres, con odio y menosprecio hacia lo femenino, controlador, abusador, inseguro, que no fue preparado para controlar el enojo y las frustraciones, que no soporta que una mujer pueda tomar sus propias decisiones. Todo un ciclo de violencia continuada que lo llevó a cometer el acto más violento contra una mujer, que es cometer un feminicidio agravado; lastimosamente es parte de esa cultura machista patriarcal que tiene enfermos a la gran mayoría de hombres en El Salvador.
El gran talento humano de la corporación policial y del personal especializado de la FGR han demostrado una vez más porqué se les respeta a escalas internacional y nacional, por su profesionalismo, ética y altas competencias en investigación criminal especializada y por su trabajo en equipo y unidad. Todo mi reconocimiento y honra por todo el profesionalismo que demuestran a diario en sus actuaciones, pero en estos casos que trascienden públicamente demuestran la voluntad por hacer justicia y derrotar la impunidad.