Con lágrimas y el corazón compungido les escribo esta parábola sobre el liderazgo que encontramos en el capítulo 9 del libro de Jueces, en la Biblia, la cual fue inspirada por el Santo Espíritu de Dios en los días posteriores de la muerte de Josué y antes de la instauración de la monarquía en Israel, período que se describe perfectamente con la expresión siguiente: «En estos días no había rey en Israel y cada uno hacía lo que mejor le parecía».
«Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros”. Mas el olivo respondió: “¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?”. Y dijeron los árboles a la higuera: “Anda tú, reina sobre nosotros”. Y respondió la higuera: “¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto para ir a ser grande sobre los árboles?”. Dijeron luego los árboles a la vid: “Pues ven tú, reina sobre nosotros”. Y la vid les respondió: “¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?”. Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: “Anda tú, reina sobre nosotros”. Y la zarza respondió a los árboles: “Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano”».
La parábola mencionada arriba no tiene necesidad de una gran interpretación, porque se explica perfectamente por sí misma al ser tan gráfica en su historia y tan evidente en su interpretación. Además, este relato es el diario vivir de las naciones y las organizaciones que únicamente cambian en momentos especiales y excepcionales en la historia humana.
La falta de liderazgo se refleja claramente en la anarquía, en el desorden social, en la inequidad y en la injusticia. El abuso del poder por los más fuertes «o los más vivos», el abuso de los indefensos y de los desvalidos, el desinterés por la población y el aprovechamiento de los que están a cargo de la cosa pública.
Sin ninguna discusión y con gran tristeza, me atrevo a señalar que esta parábola describe claramente a buena parte del liderazgo de nuestro país, a muchos sectores de la clase política de nuestro país y a algunos malos empresarios, así como a muchos oportunistas que están al frente de sindicatos y de las organizaciones sociales en menoscabo de la gente a la que deberían servir y por quienes deberían esforzarse y sacrificarse como corresponde a un verdadero líder. Los pastores y líderes de iglesias debemos vernos en este espejo también.
Es por eso por lo que levanto esta oración, que creo que corresponde al clamor de la población en general y que es como un grito desesperado pidiendo y buscando líderes de verdad:
Señor del cielo, desde lo más profundo del corazón y con lágrimas, te imploramos y te rogamos: ven a salvarnos y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros los salvadoreños, y seremos salvos. Ya no queremos más de lo mismo, haz un milagro y danos a líderes de verdad. Por tu Hijo amado, quien un día reinará por la eternidad. Amén.