Más de 57,500 pandilleros están en prisión. A los más de 41,000 capturados durante la vigencia del régimen de excepción se suman los 16,000 que habían sido capturados y condenados durante los últimos gobiernos. La diferencia resalta a todas luces, pues nunca en la historia de El Salvador se había instalado una lucha tan decisiva en contra de las pandillas, responsables de la mayoría de los delitos que se cometían en el país.
Gracias a las herramientas legales excepcionales que tienen la Policía Nacional Civil, el Ejército, la Fiscalía General de la República y el Órgano Judicial se ha logrado una efectividad tan grande que ha acelerado los resultados en materia de seguridad. En los tres años de vigencia del Plan Control Territorial se han registrado 139 días sin homicidios, todo un hito nacional, cuando en el Gobierno completo de Salvador Sánchez Cerén, uno de los dos efemelenistas prófugos que adquirieron la nacionalidad nicaragüense gracias a sus pactos con Daniel Ortega, no hubo ni un solo día sin muertes violentas.
Los regímenes de excepción que han estado vigentes recientemente se han dado en apego a las leyes y a la Constitución de la República. Mauricio Arriaza Chicas, director de la Policía, explicó recientemente que los miembros de la corporación están plenamente capacitados para individualizar los delitos cometidos por los pandilleros, en apego al respeto de los derechos humanos y siguiendo estrictos protocolos de actuación. Una vez concluido el proceso, los detenidos son entregados a la justicia, para que sean los tribunales los que determinen las condenas por los delitos cometidos.
Los logros del Plan Control Territorial, implementado por el Gobierno del presidente Nayib Bukele, son incuestionables: El Salvador dejó en 2021 la lista de los países más violentos del mundo y se están sentando las bases para que la paz sea sostenible a largo plazo, y no una ilusión como la que surgió tras los acuerdos de reparto de poder entre ARENA y FMLN en 1992.
Por estas razones es que mantener las herramientas legales para combatir a las pandillas se vuelve no solo necesario, sino urgente, pues se debe evitar a toda costa que las pandillas tengan la oportunidad de reagruparse y mutar a nuevas formas de crimen organizado.
Todavía hay cabecillas de las pandillas que están libres, aunque en la clandestinidad u operando desde el extranjero. Se requiere continuar y fortalecer los esfuerzos para erradicar de una vez por todas a estas organizaciones delincuenciales.