La mente y el ánimo son tan importantes como la condición física. Sin embargo, lo primero requiere de mucho más esfuerzo para sanar que lo segundo, y en ocasiones no llevan el proceso y el avance al mismo nivel ante una enfermedad, accidente o, como en este caso, ante la pérdida de una extremidad.
Virginia del Rosario Cuevas es psicóloga en la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), y explica que es un camino por el que transita, a su manera y a su tiempo, cada paciente.
«Es algo inesperado y tiene que procesarlo poco a poco. Los pacientes suelen tener dolor físico y también emocional por la pérdida irreparable», explica.
En la Unidad de Medicina, los pacientes que han pasado por una amputación reciben dos tipos de rehabilitación: psicológica y física.
La primera suele ser tan o más determinante que la segunda. Esta terapia comienza con un acercamiento muy similar al de un duelo por alguien, pero en este caso es por la extremidad; al fin y al cabo, es comprender que una parte de uno se ha ido, que nada volverá a ser como antes y conocer la nueva realidad que les rodea.
«Hacemos la técnica de la conciencia para que ellos sepan que es un duelo el que están viviendo por el miembro que perdieron. El paciente lo asimila, pero le cuesta, es natural. Hacemos esta técnica y la respiración profunda, porque solo contarlo les genera tristeza o llanto. A veces quieren negar la realidad. Pero sí, pasan por cada etapa del duelo», explica Cuevas.
El recorrido de enfrentarse a esta realidad y vivir el duelo pasa por la negación, la ira o el enojo, la negociación, la depresión y, finalmente, la aceptación de uno mismo. Recorrer cada estación puede demorar un año, a veces más. Hay tantas variantes en la realidad de cada paciente que influyen en su recuperación mental. Por ejemplo, los niños se adaptan más rápido, los adolescentes dependen mucho de su personalidad y para los ancianos esto puede ser más complicado porque suelen estar en soledad.
En este punto el apoyo de la familia es fundamental. De hecho, se la invita a participar en la terapia, siempre y cuando lo desee. Su papel en la recuperación es fuerte.
La rehabilitación dota al paciente de las herramientas psicológicas necesarias para que él mismo logre comprender su nueva realidad y la afronte, tal y como se hace en el gimnasio fortaleciendo los músculos, retomando la habilidad de pararse en un pie, por ejemplo.
«Le explicamos que también su ansiedad y estrés le afecta a la recuperación del muñón. Pero esta es una etapa, esa nostalgia y esa tristeza es transitoria. La vida es una lucha constante. Nos vamos a caer, sí, pero hay que levantarnos. Pero busquemos ayuda, busquemos amigos. No está bien encerrarse en uno mismo. Si pasa por esto, busque ayuda en salud pública, en el ISSS y empiece su rehabilitación», comentó la profesional de la salud mental.
ACCIDENTE CEREBROVASCULAR
En la Unidad de Medicina también atienden la rehabilitación de accidentes cerebrovasculares en los que el paciente no pierde ninguna parte de su cuerpo «per se», pero sí pierde las habilidades y su capacidad motora, así como la memoria, el habla y otras capacidades que poco a poco recuperará.
La terapia psicológica en estos casos es para estimular sus neuronas, una especie de recordatorio a la memoria inmediata. Lo importante es reactivar las neuronas. Este objetivo es el mismo que se persigue con terapia física haciendo ejercicios que conecten sus neuronas.
En ambas terapias los ejercicios se enfocan en actividades que los acerquen a realizar por sí mismos sus actividades cotidianas para que recuperen paulatinamente la autonomía.
«HOY PUEDO DECIR QUE YA ME RECUPERÉ»
Era sábado por la tarde, descansaba en casa cuando un fuerte dolor en las pantorrillas lo atacó. Era un dolor que no se parece a ningún otro que haya sentido y que pueda explicarlo, pero era intenso y desesperante. Santos Gálvez Ardón no entendía aquel dolor. Acudió al hospital, lo examinaron, pero no lo ingresaron. Fue hasta una semana después de que el dolor no se iba y había aparecido un nuevo síntoma: una llaga por encima de los dedos. Lo ingresaron, le explicaron que estaba en una crisis ocasionada por la diabetes mellitus que ya sabía que padecía, pero a la que nunca le prestó atención.
El 8 de junio de 2019 fue trágico para él. Recuerda la fecha y todo lo que sobrevino después. Ese día le amputaron la pierna derecha y los doctores lucharon para salvarle la otra, que había padecido neuropatía diabética. En la derecha tenía aquella llaga que finalmente estalló y dejó entrever sus tendones ya sin salvación.
La necesidad de la amputación era urgente. Aquello podía avanzar y volverse gangrena hasta comprometer más de su pierna o su salud.
La pierna izquierda fue la que se salvó, pero quedó con mucho dolor, tanto que no podía asentar el pie en el suelo y dar un paso. Santos pasó días oscuros y de mucha incertidumbre. Recuerda con lamento que aquello no habría pasado si cinco años atrás, cuando tuvo una crisis de ceguera y le diagnosticaron diabetes, hubiera tomado en serio la enfermedad.
Pero no lo hizo y afirma que esa mala decisión terminó con su pierna derecha. Santos es un hombre enérgico de 70 años. Mientras cuenta su testimonio no parece ser el mismo que estuvo deprimido y que sintió que el mundo se le acabó en 2019. Este año acudió nuevamente al ISSS. Logró por medio de remedios naturales sanar su dolor y empezar a poner el pie sobre el suelo para dar un paso. Hace tres meses le entregaron su prótesis.
Durante este tiempo la terapia no ha parado y ya la sabe usar. Santos ha sido un hombre activo, experto en la producción de bolsas plásticas y aunque jubilado seguía teniendo actividad en su hogar.
Ahora con gran habilidad sube gradas, se para, camina y anda en bicicleta en su casa, tiene equilibrio con la prótesis. Los tiempos oscuros han pasado.
«El único consejo que puedo darles es que pongan de su parte, porque si ponen de su parte, la fisioterapista ayuda, acá a uno le enseñan, pero también en casa hay que hacer la tarea. A mí me ayudó mucho la licenciada Godoy con su ánimo, porque le dicen a uno que uno puede», dice Santos.
Rosa Elizabeth Godoy de Díaz es una de las fisiatras de la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación del ISSS. Desde el gimnasio de la unidad, ella y otras compañeras, día a día, son parte de la rehabilitación física de los pacientes que han perdido una extremidad o con otra complicación.
Lic. Godoy, como la llaman los pacientes, comenta que cada paciente aprende a usar la prótesis en tiempos diferentes; en el caso de Santos, su empeño ha sido premiado con un rápido aprendizaje.
Hoy Santos dice con fuerza y con un gran apretón de manos que ya se recuperó. Tiene una nueva vida con la prótesis, y su voluntad de guerrero le permitió superar la pérdida. «Hoy puedo decir que ya me recuperé», afirma.
JOSÉ NO SE RINDE
Hace cuatro años, José Durán sufrió un primer accidente cerebrovascular. En esa ocasión, las secuelas fueron leves. Pero en julio de este año tuvo un segundo. Este fue más fuerte y le afectó el área del tálamo.
Este segundo evento le dejó secuelas en la mitad del cuerpo, disminuyendo su habilidad motora. También impactó en el área cognitiva y la memoria, comenta Juan Antonio Guerra, fisioterapista que imparte la terapia de rehabilitación neológica de José.
José tiene 49 años. Gabriela, su hija, lo acompaña a las terapias. Es un hombre fuerte que está haciendo un enorme esfuerzo cada día por recuperar sus habilidades físicas y cognitivas.
Él dice que no tiene de otra más que recuperarse. Él ha decidido no rendirse.
El especialista Guerra explica que su terapia está enfocada en mejorar la resistencia cardiovascular y también en mejorar la plasticidad cerebral, que es la capacidad que tiene el cerebro de crear nuevamente las conexiones nerviosas.
En esta área de rehabilitación neurológica de la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación del ISSS, explica Guerra, se trabajan ejercicios, pero no de manera mecánica, sino que son tareas que tienen una función que le servirán al paciente para regresar a su vida cotidiana y a ser autosuficiente.