Mientras la oposición política se dedica a cuestionar cada uno de los aspectos de los comicios, las misiones de observadores internacionales concluyen, de manera unánime y contundente, que no existe ningún tipo de sospecha sobre los resultados electorales que las autoridades competentes han oficializado.
El miércoles por la noche, la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (MOE/OEA) entregó el segundo informe sobre los comicios celebrados el 4 de febrero. Las conclusiones están en tono con la jornada cívica en la que los salvadoreños eligieron masivamente al presidente Nayib Bukele para un segundo mandato y que, además, le dieron a Nuevas Ideas una supermayoría para apoyar el plan de gobierno.
En el documento hay críticas sobre el funcionamiento operativo del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de las personas que integraron las mesas del escrutinio final. Por ejemplo, se hace énfasis en que este personal recibió una deficiente capacitación, por lo que no seguía un procedimiento estándar.
Sobre la denuncia de la oposición mediante sus órganos de propaganda sobre la presencia «masiva» de policías para «tomarse el escrutinio», la OEA destacó que únicamente se desplegó a un grupo de policías cuando llegó el momento del recuento de los departamentos con más votación para prevenir cualquier disturbio. Sin embargo, los observadores recalcaron que la PNC no intervino de ninguna forma en el proceso.
«El proceso poselectoral fue deficiente, lento y desorganizado. Sin embargo, la Misión no tiene dudas sobre los resultados entregados por la autoridad electoral», se señala en el informe. Se agrega: «De lo mencionado anteriormente se desprende que esta etapa del proceso estuvo marcada por la falta de control por parte de la autoridad electoral sobre los procedimientos. A pesar de lo anterior, la Misión no observó hechos que indicaran que se alteró la voluntad de la ciudadanía expresada en las urnas».
En otras palabras, se llamó fuertemente la atención al TSE por diversos aspectos técnicos (incluyendo el tema informático, que dejó mucho que desear), pero se pulverizó la tesis de la oposición de la «denuncia del fraude», pues los resultados divulgados coinciden con la voluntad del pueblo salvadoreño, constatado eso mismo por sus propios medios.
La oposición quiere anular las elecciones porque se resiste a aceptar que los ciudadanos no la apoyan. Se resiste a desaparecer y por eso lanza sus gritos más desesperados.