Doña María, una salvadoreña de más de 80 años, luce siempre espectacular. Su cabello estilizado, su maquillaje sobrio y una vestimenta que va siempre acorde a la época del año son su carta de presentación día con día; siempre llega una hora antes del inicio formal de sus labores, llena de vigor y optimismo. Su disposición a la creación e implementación de nuevos proyectos en su área de trabajo nunca cesa.
Si alguien conoce de la última película que se va estrenar en los cines, de la pasarela de modas que se llevó a cabo en Madrid o Nueva York, de la situación política y social en el mundo, de las mejores canciones de todos los tiempos o de las más exquisitas recetas de cocina… esa es María, quien además dedica una parte de su tiempo libre a practicar rutinas de ejercicio que le ayudan a mantener su cuerpo sano.
Nadie creería jamás a simple vista que ella es una persona adulta mayor de 80 años, ni mucho menos que sus ganas de vivir y de servir a los demás son como una llamarada que arde cada vez más. ¿Cuál es entonces el secreto de su longevidad y de su vasta energía? Es su condición permanentemente activa, tanto a escala funcional como cognitiva, lo que se conoce como un envejecimiento activo, cuya definición veremos a continuación.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el envejecimiento activo es el proceso de aprovechar al máximo las oportunidades para tener bienestar físico, psíquico y social durante toda la vida. El objetivo es extender la calidad de vida, la productividad y la esperanza de vida a edades avanzadas y con la prevalencia mínima de discapacidad.
La OMS agrega, además, que es importante permanecer activo en tres áreas: la física, social y la mental; y esto solo se logra a través de la participación de las personas mayores en actividades recreativas; el voluntariado o actividades remuneradas; actividades culturales, políticas y sociales; actividades educativas y de formación a lo largo de toda la vida y un fuerte involucramiento con su comunidad y su propia familia.
En nuestro país, según datos de la última Encuesta de Hogares para Propósitos Múltiples, desarrollada en 2019 por la Dirección General de Estadística y Censo (Digestic), la población total de El Salvador es de 6.7 millones, de la cual 13.6 % tiene más de 60 años, es decir, casi medio millón del total de la población de El Salvador constituyen el universo de las personas adultas mayores. De acuerdo con las proyecciones demográficas, para 2050 se estima que esta cifra aumente a un 15 % o 20 %.
Es común escuchar que las personas mayores son como niños y niñas, y por tanto, debemos tratarlas así, o que sus conversaciones y actividades diarias son lentas y hasta anticuadas, cuando debería ser todo lo contrario… su edad avanzada debe ser para nosotros sinónimo de sabiduría, de conocimiento y de experiencia.
Debemos procurar que las personas mayores se involucren en actividades sociales, culturales, políticas y deportivas, que sigan aportando ideas y soluciones en nuestros hogares y en las comunidades a las que pertenecen. Fomentemos un ejercicio físico acorde a su edad, como el baile, las caminatas, los aeróbicos u otra práctica que permita disminuir el sedentarismo de sus vidas.
Brindemos a las personas mayores la oportunidad de tener un envejecimiento activo que las mantenga saludables, pero que además les permita transmitirnos su experiencia de vida.
Propiciemos desde nuestros espacios cotidianos el intercambio intergeneracional que nos permita retomar las enseñanzas de nuestros antecesores, construir mejores vivencias y, por ende, dejar un mejor legado.