El presidente constitucional de la república de El Salvador, Nayib Bukele, es el único candidato de la sociedad civil en nuestros 200 años de existencia. Todos los que pasaron por la silla presidencial en nuestro país provenían de un centro de poder, de una argolla, de una oligarquía interna o externa. Entendiendo por «sociedad civil» a todos los pobladores de este país, indistintamente del credo y la posición económica que trabaja o estudia, que vive en las colonias y barrios, en los cantones y ciudades, que trabaja en el mercado, en la oficina, que es empresario, profesional, empleado, técnico, en fin, nosotros, la mayoría de los ciudadanos honrados de este país.
Sociedad civil no son las ONG que por décadas usufructuaron a través de pactos oscuros en la Asamblea el erario, no son esos dirigentes de sindicatos que nunca han trabajado y viven de eso, ni las organizaciones que defienden a terroristas pandilleros que no aparecen cuando muere alguien de la sociedad civil, aquel tendero o el panadero que no pudo pagar la maldita extorsión o el transportista o la niña violada. No son los pasquines que Soros maneja ni los que perdieron sus privilegios. Por eso la sociedad civil, que somos más del 97 % de la población, elegimos y elegiremos a nuestro presidente y candidato.
Todos los que de alguna manera recibieron recursos de la corrupción, los que perdieron privilegios, los pandilleros terroristas y familiares, los dirigentes de los moribundos partidos políticos, los sacerdotes de la UCA, algunos dirigentes de la Iglesia católica, algunos pastores de las iglesias evangélicas, las ONG fachada, «El Diario de Hoy», «La Prensa Gráfica», que no pagaron impuestos por 100 años, «El Faro», «Factum», los negociadores de la tregua, todos los expresidentes y funcionarios de ARENA-Frente, el común denominador de estos grupúsculos es que vivieron de los fondos públicos y todos los negocios que alrededor de estos se generaron.
Como ven, son una minoría, que al ver perdido su poder y privilegios tratan desesperadamente de retomarlo, tarea imposible, ya que el pueblo bueno y honrado —o sea, la sociedad en su mayoría— no permitirá, junto con su presidente, la institucionalidad y el respeto a nuestra Carta Magna, un paso atrás de todo lo que juntos ya logramos. Ser el país más seguro de América, mayor cobertura en salud y educación de calidad, cuidado desde la niñez, espacios de diversión seguros como los CUBO y nuevas áreas deportivas, motivando a la juventud a practicar deportes e interesarse por conocer sobre arte, posicionar a nuestro país como destino turístico de primer nivel, incentivar la inversión en tecnología, invertir en infraestructura para el bienestar de la mayoría, desarrollar la zona oriental, tomar decisiones propias sin injerencia de ninguna potencia o grupo oligárquico.
Por eso, el único candidato de la sociedad civil es Nayib Bukele, que nace y se desarrolla con y para el pueblo, que toma las medidas para solventar las necesidades de la sociedad en su conjunto. Todavía andan ahí unos desubicados hablando de insurrección. El pueblo, en su mayoría, lo que está dispuesto a defender son los logros obtenidos hasta la fecha en estos últimos cuatro años. Hablan de hacer coaliciones, pero, como dice el pueblo, «ni en vaca» podrán sumar un 4 %, según las encuestas de diferentes casas encuestadoras y universidades; esto se debe a que nuestro presidente nos representa en su totalidad. Primera vez en la historia que un primer mandatario cumple lo que promete, que dedica el 100 % de su energía y tiempo en solventar los problemas estructurales como la delincuencia terrorista y la corrupción. Por lo tanto, ya no busquen más, ya elegimos a nuestro representante, a nuestro candidato, nosotros, la verdadera sociedad civil.