El domingo pasado, la población salvadoreña que salió a votar reafirmó el apoyo hacia la gestión del presidente de la república, Nayib Bukele. Una gestión que, desde su inicio, comenzó a saldar deudas históricas en áreas como salud, seguridad, educación e inversión pública, por ejemplo. El deporte, que se encuentra entre una de sus prioridades, también ha vivido cambios sustanciales.
Para comenzar 2020, el Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (Indes) vivió un incremento notable en su presupuesto anual. Pasó de los históricos $13 millones con los que trabajó durante las últimas gestiones a poco más de $20 millones. Y los resultados comenzaron a verse de inmediato, ya que las federaciones y asociaciones deportivas nacionales tuvieron la oportunidad de aplicar hasta a un 50 % extra de sus respectivos presupuestos para inversión deportiva y administrativa. Llegaron también remodelaciones en infraestructura deportiva, renovación por parte de la flota vehicular del instituto, premios, estímulos y seguimiento a la gran mayoría de los atletas, entre otras cosas.
Pero también llegó la pandemia de la COVID-19 y tuvimos que posponer todos nuestros planes en el terreno de juego y competencias, pero sin descuidarnos de lo que realmente nos importa, iniciando una mayor atención a nuestros atletas, fortaleciendo y empoderando a nuestras federaciones y asociaciones deportivas nacionales. Lamentablemente, iniciamos 2021 con una reducción en nuestro presupuesto, producto de la inconsciencia de los diputados salientes, quienes, sin incluso leer por lo que votaban, nos dejaron sin más de $4 millones para este año. Pero afilamos el lápiz para sacar la tarea y ahora el panorama pinta distinto, alentador y muy optimista no solo para el deporte, sino para todo el país. Tanto así que ya las señales de crecimiento financiero se empiezan a vislumbrar.
Junto con el presidente Bukele estamos convencidos de la importancia que tiene el deporte para la sociedad, para el crecimiento emocional de la población, para la prevención de la delincuencia y el delito a través de la generación de oportunidades, para la salud de la gente, para la inclusión de todos los sectores. Y también para el desarrollo del país, ya que una nación que invierte en deporte transmite al mundo un enfoque de conciencia social y se convierte en un atractivo por medio de la modernización y construcción de infraestructura deportiva, de inversionistas extranjeros que, al visitarnos, perciben un ambiente de paz, tranquilidad y confianza.
Hoy, al tener a legisladores y alcaldes que comparten esta filosofía, es el momento idóneo para empujar la verdadera transformación del deporte salvadoreño, destruyendo de una vez por todas las barreras que establecían que solo la capital del país, de cierta manera, tenía que desarrollarse. También hay que desmontar los vendajes que, por años, han mantenido ciegos a muchos y abandonados a todos esos municipios del interior sin oportunidad alguna, y a miles de deportistas con grandes talentos que, en el mejor de los casos, han quedado a su propia merced.
Ha llegado el tiempo de fortalecer el apoyo a nuestros deportistas desde temprana edad, crear centros de musculación y atención médica para prepararlos hacia el éxito. No vamos a inventar nada. Ya todo está plasmado en nuestro Plan de Desarrollo Deportivo y Recreativo El Salvador 2019-2039, que presentamos junto al ahora presidente de la república en tiempos de campaña, y en el que, utilizando la analogía de un reloj, planteamos los puntos más importantes para que nuestro deporte salga del fango en el que se atascó. Ahí hablamos de la nueva educación física, la infraestructura, el desarrollo deportivo, el deporte comunitario, los juegos estudiantiles, los juegos juveniles, el deporte de alto rendimiento, la gestión y la cooperación, los eventos internacionales de gran magnitud que, sin duda alguna, tenemos que albergar una y otra vez luego de que salgamos de esta pandemia.
Nadie se puede —ni se debe— quedar afuera de esta reingeniería. Ni el fútbol. Siempre seremos respetuosos de los procesos y las autonomías, pero no podemos desaprovechar esta oportunidad que los salvadoreños nos han brindado. Ellos merecen respeto, admiración y mucha atención, esa atención que históricamente no se les ha dado. Han confiado en nosotros para hacer cosas maravillosas en beneficio de nuestra gran familia salvadoreña y no les vamos a fallar.