La Universidad de El Salvador (UES) ha tenido épocas de mejoramiento y de estancamiento. Es preocupante que la última época de renovación y desarrollo fue en la década de los sesenta, durante la administración del rector doctor Fabio Castillo Figueroa, en la que se impulsó el desarrollo de la ciencia, la tecnología y las artes, la especialización y modernización de los planes de estudio, el bienestar estudiantil, la formación de profesores a nivel de posgrado y el desarrollo urbanístico de la ciudad universitaria.
El deterioro del funcionamiento académico y administrativo fue una consecuencia de la instrumentación política de la universidad con el objetivo de fortalecer a las organizaciones revolucionarias que luchaban en contra la dictadura militar, su primera consecuencia fue el cierre de 1972, con una toma militar que duró varios meses y durante la que se perdieron equipo de laboratorio, cámaras de cine, calculadoras, máquinas de escribir, etcétera.
Las décadas del setenta y ochenta fueron de resistencia ante la amenaza de los gobiernos militares de turno quienes señalaban a la UES como un refugio de guerrilleros. La calidad docente disminuyó significativamente en la mayoría de las carreras universitarias porque muchos profesores altamente calificados se encontraban exiliados o estaban trabajando en las nacientes universidades privadas; prácticamente desapareció la investigación en las ciencias naturales y en las ciencias sociales; lo mismo ocurrió con la proyección social en las comunidades; se dejó de publicar la revista de la universidad y la Editorial Universitaria disminuyó significativamente las publicaciones de libros.
Después de los Acuerdos de Paz, la comunidad universitaria pretendió reiniciar el proceso de desarrollo universitario. Se nombró nuevamente al doctor Fabio Castillo Figueroa como rector de la universidad, pero la actitud de la mayoría de profesores y de los dirigentes estudiantiles se había orientado hacia la disminución de la calidad de la educación; se aumentó los salarios de los profesores por el tiempo de servicio en lugar de mejorar la formación académica; la investigación y la proyección social se minimizaron; se habían formado camarillas en función de los intereses de grupos de profesores y de estudiantes. Era evidente la influencia de los altos dirigentes del FMLN en la toma de algunas decisiones universitarias.
Los gobiernos de turno han mantenido el presupuesto universitario sin aumentos significativos; en varias facultades los decanos adoptaron el modelo neoliberal en lo económico, social, político, cultural y científico, especialmente en el área de las ciencias sociales y las ingenierías.
En la actualidad, los escasos recursos financieros son utilizados principalmente para satisfacer los intereses de los profesores (mayores salarios y menor carga académica) y en menor cuantía para mejorar la docencia, la investigación y la proyección social de la UES.
En este sentido, le corresponde a los estudiantes que desean mejorar su formación profesional luchar para que se utilice de mejor forma el tiempo de los profesores y de los estudiantes, se mejore la calidad de los planes de estudios y que la UES sea la conciencia crítica al servicio de la mayoría de la población.
Se debe aprovechar para incorporar los intereses de la mayoría de la población en la campaña electoral, que prácticamente ha comenzado, para elegir a los representantes de los estudiantes, de los profesores y de los colegios profesionales en los organismos de dirección (Asamblea General Universitaria, Consejo Superior Universitario, directivas de las facultades), así como las autoridades centrales y los decanos.