Con esta frase, el Papa Francisco recordó la memoria de cuatro misioneras norteamericanas quienes fueron asesinadas por grupo de paramilitares en El Salvador, durante la guerra civil. «Fueron secuestradas, violadas y asesinadas por un grupo de paramilitares. Estaban sirviendo en El Salvador en el contexto de la guerra civil. Con compromiso evangélico y asumiendo grandes riesgos, llevaron alimentos y medicinas a los desplazados y ayudaron a las familias más pobres. Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para que todos se conviertan en fieles discípulos misioneros», pronunció el Papa.
Se trata de las hermanas de Maryknoll, Ita Ford y Maura Clarke, la monja ursulina Dorothy Kazel y la voluntaria Jean Donovan, quienes trabajaron por años para comunidades de escasos recursos de Latinoamérica y, en específico, la hermana Ita Ford trabajó durante mucho tiempo en Chile hasta fue llamada por el arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, para que dirigiera un proyecto en El Salvador.
Según Manuel Cubías, autor del artículo: «El Salvador. Misioneras asesinadas en 1980, ejemplo de entrega», publicado en el Vatican News: «la vida para los cristianos católicos no fue fácil durante la guerra civil en El Salvador», sobre todo, porque muchos misioneros y misioneras fueron asesinados durante el conflicto armado. Como muestra, expone las declaraciones de Monseñor Oswaldo Escobar, obispo de Chalatenango, quien profundiza sobre el impacto de los mártires en la vida eclesial.
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«Muchos martirios cumplieron 40 años de acaecidos. 1980 fue un año cruento aquí en El Salvador. Chalatenango, que etimológicamente en lengua indígena significa “valle de aguas y arena”, más bien se estuvo convirtiendo en un valle de sangre», expresó Monseñor Oswaldo Escobar a Manuel Cubías, quien también explicó que es una tradición en su diócesis recordar a los mártires el día 2 de diciembre y mencionó algunos nombres de personas que entregaron sus vidas durante la guerra, a quienes este año cumplen el 40 aniversario: «monseñor Romero, el padre Spessotto, la masacre del Sumpul, las misioneras de Maryknoll, Ita Ford y Maura Clarke, quienes fueron asesinadas junto con la misionera laica Jean Donovan y la hermana ursulina Dorothy Kazel, miembros del equipo misionero de la Diócesis de Cleveland en El Salvador».
Según el artículo: «El Salvador. Misioneras asesinadas en 1980, ejemplo de entrega» el obispo de Chalatenango insistió en la necesidad de mantener viva la esperanza de este pueblo «y la sangre de ellas es semilla nuevos cristianos. No podemos olvidar nuestra historia, y si la recordamos es para seguir con ese impulso de cristianos, de nunca claudicar en nuestra fe y de nunca olvidar el sacrificio de todos y de todas ellas», dijo Escobar.