El gran danzante del folclor salvadoreño, Vicente Aguiluz, murió este viernes 2 de septiembre mientras estaba interno en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Médico Quirúrgico, debido a un invasivo cáncer que, en cuestión de meses, se propagó en su cuerpo, según confirmaron fuentes cercanas.
El Indio de Cuscatlán, como era conocido popularmente el maestro, será velado en Capillas Memoriales, en San Salvador, y enterrado en el cementerio Jardines del Recuerdo, siempre en la ciudad capital.
Según se informó, Aguiluz se preparó para este momento cuando compró su servicio funerario y dispuso sobre el descanso de sus restos.
El artista deja un legado imborrable en la historia de la danza folclórica, que empezó desde que se unió al sueño de Morena Celarié para fundar el primer grupo de danza folclórica en El Salvador, donde fue compañero y maestro de grandes artistas.
Eso ocurrió en 1961, cuando Aguiluz tenía solo 23 años y se encontraba estudiando en el Teatro de Bellas Artes.
Celarié publicó en los periódicos, de circulación nacional de ese entonces, sobre la posibilidad de audicionar para integrar el grupo de danza y Aguiluz se inscribió de inmediato.
El salvadoreño fue discípulo del reconocido bailarín español Edmundo Barbero.
Durante su trayectoria cosechó muchos éxitos y uno de ellos es ser Artista Distinguido de El Salvador, un reconocimiento que le entregó la Asamblea Legislativa, en 2014.
«Hoy se abre una página más en el libro de la historia de la danza folclórica salvadoreña. Gracias a la honorable Asamblea Legislativa, y a todos los que tuvieron a bien darme esta honrosa distinción. Gracias por premiar la danza folclórica a través de mi persona», dijo durante la distinción legislativa el gran maestro.
Fueron 61 años de trayectoria de El Indio de Cuscatlán y 85 años de vida. Estos últimos los cumplió el pasado 19 de julio.