… el 17 de diciembre de 2018. Era agente de la PNC. Al salir de su casa para dirigirse a su trabajo fue interceptada y asesinada por pandilleros. Estaba destacada en la delegación de San Marcos.
Nancy, de 18 años, fue asesinada mientras iba caminando con su hijo recién nacido de tres meses, quien también fue herido con arma de fuego, cerca del cementerio de Cuyultitán, departamento de La Paz. Fue atacada por dos pandilleros como represalia por mantener una relación sentimental con un integrante de una pandilla rival. Keyla fue atacada por dos pandilleros mientras caminaba y cargaba a su hijo recién nacido de dos meses en la colonia Escalante, cantón San Roque, Mejicanos, departamento de San Salvador. Ella murió al llegar al hospital Zacamil. Su hijo fue trasladado al hospital Bloom con una herida en el cuello. Fue una venganza por parte de pandillas.
Emérita Gregoria, de 49 años, fue asesinada por pandilleros porque una persona había llegado a visitarla. Cuando los vieron hablando fuera de su casa les dispararon. Ambos murieron. Esto fue en Nuevo Lourdes, en Colón. La persona que llegó a visitar a la señora vivía en una zona contraria a la pandilla local.
Claudia fue asesinada en su hogar. Pandilleros entraron a su casa y, sin mediar palabra, la asesinaron en Tierra Blanca, Usulután. Margarita se encontraba descansando en su hogar, en Guatajiagua, Morazán, cuando pandilleros entraron a su casa disfrazados de enfermeros y le dispararon en diferentes partes del cuerpo. Murió al instante. María Isabel vendía tortillas en la Chicharronera, en Ciudad Delgado. Dos pandilleros, sin mediar palabra, llegaron a donde ella y le dispararon. Ella murió al instante.
Jéssica estaba en el interior de la comunidad Tutunichapa cuando un grupo de pandilleros se le acercó y le exigió tener relaciones sexuales con todos ellos, a lo cual ella se negó; por su negativa la asesinaron. Doris estaba descansando en el sillón de su casa viendo la TV en la comunidad Concepción, en San Salvador, cuando pandilleros entraron a su casa y le dispararon en un ojo. Murió al instante.
Érika, de 21 años, fue asesinada por pandilleros en Olocuilta. Ella vendía pupusas y era originaria de Santiago Texacuangos. Catalina era ordenanza en la Dirección General de Centros Penales, fue interceptada y asesinada por pandilleros sobre la calle al cerro de San Pedro Perulapán. Su cadáver quedó sobre una roca.
Marta Lisseth fue asesinada en Santa Ana por pandilleros el 28 de junio del presente año, junto con dos compañeros más. Era agente de la PNC. Ella estaba cumpliendo su trabajo de proteger a la población salvadoreña. Todas ellas tenían derechos humanos por el simple hecho de ser personas, tenían derecho a vivir; y las ONG feministas izquierdistas, en silencio; los paquines digitales, en silencio; los periodistas malcriados, en silencio; los pseudoperiodistas que vivieron con ellos, en silencio; la OEA, en silencio; Amnistía Internacional, en silencio; Human Right Watch, en silencio; la CIDH, en silencio; la oposición, en silencio.
Ellas fueron madres, hijas, abuelas, hermanas, tías; también fueron seres humanos, tienen familiares que lloran su muerte; muy probablemente tenían sueños.
Hay una frase muy reveladora: «El silencio los hace cómplices».