«Tenía 9 o 10 años, cuando mi padrastro se aprovechaba de mí, me tocaba y hacía otras cosas. No me gusta recordarlo, pero pienso que ahora, 18 años después, no vale la pena hablarlo o denunciarlo, porque no tengo mayor prueba que solo mis recuerdos», dice Claudia, nombre ficticio por su seguridad.
Claudia es una de las tantas víctimas de delitos sexuales que por miedo decidió no expresar lo que le sucedía en su niñez. «No tuve el valor de hablarlo. Ahora me gustaría denunciar, pero creo que ya es tarde para hacerlo y si lo hago no logro nada de eso. Los procesos son demasiado tardados y complicados», piensa la joven de 28 años.
El pensamiento de Claudia sobre la tardanza en los procesos penales es verdad. Según las estadísticas de la Fiscalía General de la República (FGR), desde el 2018 hasta el pasado 21 de septiembre de este año, solo 238 casos de violación a menores de edad lograron una condena. Esta cifra refleja que, del total de denuncias recibidas durante el mismo periodo, que son 2,701, solo el 8.1% logró ser resuelto.
LEA TAMBIÉN: PNC registra más de 25 mil capturas en El Salvador durante este año
De acuerdo a los datos del Ministerio Público, de enero a septiembre, al menos 544 niños fueron víctimas de violación. La cifra anterior refleja que dos niños son violados diariamente. Solo el Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia (CONNA), registra 1,913 casos de abuso a la integridad sexual a la niñez, durante el mismo periodo.
Las violaciones son un problema latente en El Salvador y la cifra actual de denuncias es alta, pese a que, si se compara con los últimos años, esta ha tenido una leve disminución. Durante el 2018, se recibieron 1,154 denuncias mientras que el 2019 se atendió a 1,003 casos de niños víctimas.
Claudia se arrepiente de no haber comentado con su madre lo que le sucedió durante la niñez. «En su momento me hubiera gustado platicarlo y quizá se hubiera frenado la situación. Trato de no pensar en eso, pero afecta. Han pasado tantos años, en ciertos momentos se me vienen algunas imágenes y me afecta», contó.
En El Salvador, se considera violación a todo «acceso carnal por vía vaginal o anal» con un menor de 15 años de edad o con otra persona «aprovechándose de su enajenación mental, de su estado de inconsciencia o de su incapacidad de resistir».
En el artículo 158, del Código Penal, se establece que dicho delito será sancionado con prisión de 14 a 20 años, y a «quien mediante engaño coloque en estado de inconsciencia a la víctima o la incapacite para resistir, incurrirá en la misma pena».
Un proceso agotante
Toda vulneración a la integridad de la niñez, como los casos de violación, perjudica en diferentes ámbitos, principalmente en lo sicológico, pero acarrear con el proceso penal, es aún más desgastante, opina Ricardo Menjívar, Subdirector de Defensa de Derechos Individuales del CONNA.
Las víctimas de violación necesitan tratamiento especial por un largo tiempo. El CONNA es una de las instituciones que, luego de derivar el caso a la Policía o Fiscalía, se encarga de cuidar al niño o niña para que no se le sigan vulnerando sus derechos.
ADEMÁS: Más de mil conductores peligrosos han sido capturados en El Salvador
Menjívar explicó que el CONNA se encarga de proteger a la víctima e insertarlo en un medio natural de familia. Sin embargo, muchas veces los niños son llevados a centros de protección por la amenaza de su entorno y están ahí mientras dure el proceso penal.
Secuelas sin reparo
Quitarle la esencia a un niño es la principal consecuencia de las violaciones. Además de las emocionales, psíquicas y físicas, como embarazos.
Para especialistas del CONNA, el abuso de poder, machismo e incluso enfermedades patológicas son algunas de las causas comunes que generan las violaciones; prevenir y educar es clave para evitar se denigre a la niñez, más aún porque los principales agresores generalmente están en el entorno de confianza de las víctimas.
«Perfilar los agresores es difícil, puede ser dentro del círculo de la familia o no. Normalmente tienen una cierta confianza con los niños y niñas, como papá, padrastro, tío, hermano, es la persona que debe darle protección. Generalmente se da en esos entornos o en centros escolares, maestros, cuidadores», dijo una especialista.