Como no ocurría desde hace 15 años, Wixnamickcin ha vuelto a reunirse para exponer como un colectivo y mostrar una amplia riqueza de temáticas, corrientes, formas y técnicas.
Son cinco los talentosos integrantes del grupo: Edmundo Otoniel Mejía, Héctor Hernández, Augusto Crespín, Aleph Sánchez y Mauricio Mejía. Todos son amigos, compañeros, colegas, y decidieron unirse en 1989 (hace 34 años) por el vínculo de haberse formado en la academia del maestro Valero Lecha y Pedro Acosta García, donde aprendieron dibujo y pintura.
Antes de formarse como Wixnamickcin (que significa compañero en náhuat) cada uno tenía su propia carrera artística, algunos con más de 10 años de trayectoria.
Mauricio Mejía recuerda cómo fue la génesis: «No fue tan al azar la formación del grupo, o sea, ya teníamos cosas claras en función de lo que queríamos. Cuando nos formamos era el gran boom de las galerías y del arte en el país, en la década de los ochenta. Nosotros platicamos y vimos que era como una bola de cristal hermosa y sabíamos que se iba a terminar. Entonces, decidimos por la escena internacional. Esa fue la gran idea primaria, buscar espacios internacionales. Como te digo, no fue tan al azar cómo surgimos».
El grupo comenzó entonces su viaje por Centroamérica donde además conoció a los grandes maestros de la época con la intención de saber «en qué nivel estaba la plástica de El Salvador», en relación a los países del área.
Después de Centroamérica, su meta fue Sudamérica: «Estuvimos en un gran museo, en el Gómez Campuzano de Bogotá. Después estuvimos en Santa Marta, en la casa donde murió Simón Bolívar, el Museo Bolivariano, de gran prestigio, y donde nos pidieron que dejáramos obras de nosotros para ser parte de la colección permanente. Después fuimos a México. Estuvimos en varias ciudades, en Guadalajara, en Monterrey, en el Distrito (Federal). Expusimos en grandes centros culturales también. El último que recuerdo es el museo de Tlalplan. Acababa de estar José Luis Cuevas en ese lugar. Entonces, todas esas cosas nos fueron dando una idea exacta de lo que estábamos haciendo y de lo que éramos, porque nosotros éramos como la referencia de la cultura de El Salvador», añade Mejía.
De México, los artistas viajan a Estados Unidos y de ahí conectan con Europa para, finalmente, llegar a Taiwán. Aleph tuvo la oportunidad de estar en Malasia y Japón.
«La referencia que había de El Salvador afuera era la muerte, la guerra, la violencia. El Salvador nació a la escena internacional a través de la muerte y la guerra. Entonces, nosotros lo que estábamos proponiendo era la parte cultural y hablamos también de los grandes referentes de El Salvador, Carlos Alberto Imery, Valero Lecha, de todos los grandes referentes nuestros», comparte Mejía.
El grupo se fortaleció y ganó presencia internacional que era a lo que había apostado.
Gritos y silencios
Si bien Wixnamickcin no se mantuvo como grupo, cada integrante siguió en contacto con el resto de colegas y el país, al tiempo que recorrían sus propios caminos por el arte.
Fue en la casa de Mauricio Mejía donde Edmundo Otoniel comentó sobre reencontrarse como Wixnamickcin y exponer juntos otra vez: «Yo le decía a Mauricio “¿por qué no hacer una exposición a nivel de grupo? Entonces, Mauricio, como es un promotor de arte, retomó la idea y se comenzó a hacer la planificación, la mecánica del evento, hasta lograr que el museo FORMA nos proporcionara sus instalaciones para hacer esta exposición grande, porque son como 50 cuadros», comenta Otoniel.
Es así como surge la muestra «Gritos y silencios. Historia provocada», donde los compañeros se reencuentran y ofrecen una rica colección de obras a los amantes del arte, sobre todo a las nuevas generaciones.
«Tengo 15 años de ser gestor cultural, de estar siguiendo la escena del arte de El Salvador. Mi valoración fue que era importante tener presencia porque tenemos una formación sólida a partir de la escuela del maestro Valero. No estamos en contra de las corrientes contemporáneas que se están dando en este momento en El Salvador de parte de los jóvenes, los aplaudimos; sin embargo, sentimos que hay muchas cosas que no están bien realizadas. Conceptualmente quizás hay buenas apuestas, pero a veces técnicamente hay ciertas cuestiones que se deben mejorar», señala Mejía.
Edmundo Otoniel comenta: «La crítica que ha tenido la oportunidad de ver la muestra comenta que es una buena exposición. Consideramos que sí lo es porque hemos puesto todo el esfuerzo de nuestra parte para hacer un trabajo que en verdad nos represente después de 15 años de no estar presente en el ambiente. Creo que ya era hora».
Aleph, por su parte indica que «El Salvador, creo, que está feliz de vernos juntos porque esa es la potencia que hemos tenido mundialmente, que la unidad hace la fuerza. Los grandes museos solo se los dan a las vacas sagradas, pero nosotros siendo tan jóvenes en aquellos años nos sentimos muy honrados de ser recibidos. Además, este país no puede estar plagado de tantas noticias malas. Hay que decir cosas buenas y no solo de los artistas, sino de lo lindo que es nuestro país. Que se va a levantar un día y eso no está muy lejos».
La exposición en el Museo FORMA, patrocinada por Alejandro Dagoberto Marroquín, se inauguró el 4 de octubre y estará disponible hasta el próximo 3 de noviembre.
______________
NUEVO GALARDÓN
Los cinco integrantes de Wixnamickcin decidieron crear un nuevo premio para las artes. Se trata del Galardón Valero Lecha: Luz de las Artes Plásticas de El Salvador, que será entregado cada dos años.
Al inaugurarse la exposición del grupo se entregó el reconocimiento en su primera edición al maestro Valero Lecha (1894-1976) y que fue recibido por Ignacio Lecha. El otro fue para Jorge Zablah y fue recibido por Jaime Zablah.



