Son más de 40 años de trayectoria, más de 30 producciones discográficas, y en una de ellas está la canción «El último romántico», sobrenombre por el cual lo reconocen en varios países a nivel mundial, algo que no se pone en duda ya que al escuchar alguna de sus muchas composiciones las personas vibran de emoción.
Álvaro Germán Ibarra Torres, mejor conocido como Álvaro Torres, es un artista salvadoreño de talla internacional que nació hace 67 años, en Usulután. Su madre, María del Carmen Torres es «su verdadero amor», como dice en una de sus melodías. Su padre, José Germán Ibarra, de quien comparte su segundo nombre le hereda uno de los mejores talentos que Álvaro tiene: el canto. Su primera producción «Algo Especial» fue el inicio para que su nombre brille en cualquier parte del mundo.
¿Cómo decide sumergirse al mundo de la música?
Esto es por herencia, es genético. Mi padre es músico y aunque la música, es un arte que se puede aprender, lo de cantar creo que ya viene empaquetado con uno. No cabe duda que el gusto por la música me lo heredó mi padre y de allí, pues, en esa búsqueda emprendí un camino largo, cuesta arriba a veces, pero que poco a poco he ido granjeándome logros de toda medida, pequeños, grandes, satisfactorios, a veces un poco amargos; pero hemos llegado hasta donde estamos ahora, después de varias décadas.
La primera canción, ¿«Dulce amiga»?
Sí, por decirlo así, pero esa fue un conato de canción. Fue una inspiración prácticamente infantil, un poco precoz, creo que yo tenía 12 años cuando escribí o intenté escribir una canción. Es una historia muy tierna, aunque es una historia no concluida, pero tiene un valor especial porque es una vivencia. Es la de un niño que viene del campo, arriba a un barrio donde por la condición humilde y por poco conocimiento, y quizá astucia, se tropieza con muchas dificultades. Pero aún ahí el amor tiene un espacio muy especial, esa atracción que yo sentía por esa chica que nunca se enteró, porque yo sé que no se enteró, produjo algo bonito, una vivencia que durará para siempre.
¿Pero sí fue el impulso para que se dedicara de lleno a la música?
Sin duda. Fue uno de los amuletos que me ayudó a caminar en la música, fue un intento que se ha quedado ahí. Algún día digo que voy a publicar ese tema que no lo terminé, se quedó como a medias porque no tenía idea de cómo escribir una canción. Y sí podemos partir de allí como un impulso, es una propulsión que me sirvió para seguir adelante, intentando componer canciones.
¿Componer y cantar al mismo tiempo?
Lo de cantar ya lo hacía desde hace mucho. Yo empecé a cantar en los brazos de mi abuela materna, que en paz descanse. Ella me contaba que en el patio de la casa donde vivíamos había un palo de cutuco. Yo me subía y le cantaba a mi abuelita una canción que le gustaba a mi padre. Yo tenía dos años o quizás tres. Es una anécdota maravillosa, una parte muy tierna de un niño.
¿Se recuerda como decía la canción?
Era una canción mexicana. La letra nada que ver (ríe), pero a mi padre le gustaba me contaba mi abuela. La canción dice: “¡Ay Chabela, ay Chabela, ay Chabela, es el nombre que yo llevo… (canta). Una canción célebre, me imagino que forma parte de la revolución mexicana. Yo creo que eso fueron mis verdaderos primeros pasos en la música.
Con el paso del tiempo, asiste a varios festivales…
Sí, empiezo en San Salvador asistiendo a los festivales estudiantiles, en ese tiempo se llamaban círculo estudiantil. Eran unas presentaciones que había para la cultura y allí se organizaban unos festivales estudiantiles de música, y yo, aunque no era estudiante, me metía y participé un par de veces. Nunca gané nada, únicamente la experiencia de enfrentarme a un público que no recuerdo cómo reaccionaba, pero me sirvió mucho para mis primeras pruebas de fuegos.
Aunque también ha participado en festivales grandes.
Sí, claro. Estamos hablando de esos festivales en los mismos principios de mi batallar, de mi carrera. Posteriormente, no han sido muchos festivales en los que yo he participado. Los más relevantes serían el Festival de Buga, en Cali, Colombia, fui dos veces, y la otra gran participación podría ser el Festival de Oti, en Chile, donde tampoco gané nada; pero como experiencia son muy buenas porque están midiendo tu temperamento de cómo enfrentarte a una audiencia, en el buen sentido de la palabra.
De allí, ¿a los Billboard?
No, los Billboard fueron mucho después. Pasaron muchísimas cosas de cómo empezar la carrera discográfica que fue el paso más importante, porque sin las producciones discográficas no me hubiera conocido nadie; sin embargo, cuando arribo a Guatemala en el año 75, me brindan mi primera oportunidad de grabar mi primer disco. Es una historia muy densa que necesitamos espacio para contarla, pero hay un personaje, mi amigo Pepe Rodas, que yo espero que aún goce de vida. Él cogió un tema instrumental de una orquesta, escribió una letra y me dijo: «cántate esto encima de esta orquesta». Yo lo hice y con ese resultado nos fuimos a una compañía disquera, con la suerte que sí nos dijeron que estábamos contratados. Allí empecé hacer mi discografía, la cual ha ido siempre en incremento. Ese fue un paso muy importante para mí. Llegar a Guatemala, recibir el corazón abierto de toda la gente, un público que empezó a darme siempre amor y oportunidad. Yo siempre me recuerdo de las palabras santas de Jesucristo cuando dijo: «desnudo me viste y me vestiste, me viste hambriento y me diste de comer», y esa es una imagen que yo tengo con Guatemala, porque fue así, llegué sin nada, solo con una cantidad de sueños que me permitieron realizar y, luego, han venido otras etapas como el traslado a Estados Unidos para ir escalando.
¿Cambia de país ya con un enfoque de irse sumergiendo más a la música?
Uno siempre va por más. Yo alcancé un triunfo pleno en la vida, en la medida que se puede alcanzar un triunfo pleno en nuestros países, porque tampoco vamos a equiparar un triunfo en México con lo de nuestros países. Entonces, llega un momento que mi carrera empieza a quedar grande para el medio guatemalteco y centroamericano, y es cuando decido trasladarme a Estados Unidos gracias a la invitación y negociación que hicimos con algunos empresarios, a subir de nivel en cuanto a tecnología, calidad de recursos humanos, ejecución humana. Es así como arribamos a Estados Unidos buscando otros niveles.
Ya en Estados Unidos se abren más puertas y llega a los Billboard…
Así es, los Billboard exactamente. Es donde empiezan aparecer las premiaciones, los reconocimientos y los viajes a toda Latinoamérica, invitaciones y participaciones a otro nivel, ya no como participante sino como estrella al Festival de Viña del Mar, en el año 91, y otros festivales que, aunque no han sido muchos, han sido muy importantes. Luego las premiaciones, a disco de oro, platino, reconocimientos como el compositor del año, por BIM, y el más importante es el reconocimiento a toda una vida de trabajo, de labor, y eso me lo ha dado el público latinoamericano, que fueron los que votaron por mí en la consecución de entrar al Salón de la Fama del Compositor Latino. Algo muy grande, un reconocimiento que solo te pueden dar una vez en la vida. Fui ingresado en el Salón de la fama en el año 2015, ha sido mi máximo logro.
¿Cómo fue la participación en Viña del Mar?
El público fue maravilloso, un reconocimiento espontáneo. Yo fui uno de los afortunados que no me tiraron cosas ni me abuchearon, ni nada de eso, a pesar que me aventé a cantar «a capella» que eso no lo hace nadie, al menos hasta ese entonces. Yo lo hice y creo que arrojó un efecto muy positivo porque esa gente que estuvo en esa Quinta Vergara todavía conmemora esa «a capella» que yo valientemente me aventé a defender.
En los Billboard, la última canción con la que participó fue «El último romántico», sino me equivoco.
Han sido muchas participaciones. Desafortunadamente, por una u otra razón, no pude atender las premiaciones y no era ni ánimo de desprecio, era porque justamente estaba en mi apogeo y no coincidíamos en los tiempos. Al no recoger esos premios no los puedo mostrar, pero es algo que agradezco mucho porque es el cariño del público materializado en esos reconocimientos.
La trayectoria ha hecho que interprete grandes temas con varios artistas.
He hecho dúo con mi amiga Dulce, de México, una fenomenal cantante. Mis respetos siempre para ella y mi admiración. También invité a grabar conmigo a Selena Quintanilla. Anteriormente había ocurrido lo contrario, fui invitado de la señora hoy, pero en aquel momento una chica maravillosa, talentosísima, la impresionante Marisela, y de la mano de ella yo llegué a la república mexicana con el tema «Mi amor por ti», ya luego continué con mi cosecha de canciones, esos son los trabajos más célebres de los que yo te puedo hablar.
Además de hacer duetos con Tatiana…
Sí, y también hice un dueto con mi esposa (Selene) en un disco de música mexicana titulado «Homenaje a México». Escribimos una canción juntos, «El uno para el otro», a manera de darnos un gusto personal sin ánimo de mayor pretensión de alcanzar un éxito o una proyección más allá de nuestro gusto personal. Posteriormente, fue cantado por Daniela Romo y creo que Arturo Cuevas.
También tuvo la oportunidad de cantar con José Feliciano.
Con José Feliciano, Monchi y Alexandra… mucha gente. Y, ciertamente, han sido momentos muy gratos porque es gente que vive lo que hace igual que este servidor. Estuve con Barrio Boyzz, un grupo neoyorquino de chicos de voces maravillosas con quien compartí una canción adorada, no solo por mí, sino por mis paisanos y gente de muchos países que es «Patria Querida». La canción fue muy aceptada, muy querida, que hasta hoy en día dura su efecto en la gente. Todavía arranca lágrimas.
Hay varias canciones de su autoría que la cantan diversos artistas, como «el último romántico».
La ha cantado muchísima gente, pero la versión que más fresca yo tengo, es la de mi amigo José Canjura y SalSalvador, es una linda versión, yo los felicito. Lamentablemente, nuestros artistas están en un silencio profundo, no porque ellos lo quieran, sino por la falta de apoyo e interés que hay. Yo tengo que decírtelo, porque es una verdad que duele y porque es parte del patrimonio e historia de nuestro país, hay muchas cosas que se ventilan y ¡qué lindo, bendito sea!, pero la música es muy importante. Yo creo que si a México le quitamos a su Vicente Fernández, Juan Gabriel, Emmanuel, Pedro infante… ¿Qué le queda a México?
Perdón, pero resulta un poco irritante el hecho que no ocurra lo que tenga que ocurrir desde hace muchos años, la batalla es dura para el artista nacional, el camino es cuesta arriba. Mis paisanos también deben creer en lo que hacen y perder el miedo a perder el confort que han alcanzado en mi patria querida. No sé cómo llegamos a este punto porque no me gusta hablar de estos temas y perdón a todos, pero se tenía que decir.
Buenos amigos
La canción «Buenos amigos» fue escrita por Álvaro Torres para lanzarla junto a Verónica Castro, pero los proyectos de ambos no lograron que se realizara, incluso la canción no fue terminada en su totalidad, hasta que aparece Selena Quintanilla. En pocas palabras, y si se cree en el destino, se podría decir que la letra de la canción estaba designada para ser interpretada por el dúo Álvaro-Selena.
¿Cómo es que surge la colaboración de Selena?
Extendí una invitación a un nuevo talento que en esos días se estaba perfilando, saliendo de su mercado natural que en ese momento era la música tejana, y probando suerte en la música internacional. La conocí en una ocasión, me gustó y decidí invitarla a cantar una canción que yo compuse. Fue así como la empezamos a conocer fuera de la música tejana.
O sea que, ¿creó la canción no con el fin de cantarla con Selena?
No, la historia es esta. La señora Verónica (Castro) que también canta, ella y yo pertenecíamos al mismo sello disquero y entre todas las cosas y cuestiones que se dan entre amistad y compañerismo decidí hacer un proyecto para cantar juntos una canción. En el ir y venir, muchas cosas se quedaron en el camino. Me fui de la compañía disquera y ya el proyecto ya no iba a tener la validez que queríamos darle, así que cogí la mitad de la canción que había escrito, porque no la había terminado, era un trozo de canción, sí la idea completa, pero no terminada. La guardé. Pasaron un par de años cuando se presenta la situación de conocer a nuestra querida Selena. Me acuerdo que tenía ese trozo de canción y digo: “espera, creo que podría terminar esta canción e invitar a Selena para mi disco, porque tiene mucho talento y algo hermoso podría pasar”. Y fue así como después de una reunión de medios, decidí retomar la canción y la terminé. La presenté a la compañía con la sugerencia de que la chica cantara conmigo la canción, inmediatamente dijeron que sí. Yo, afortunadamente, en ese momento estaba en mi apogeo y pues creo que fue algo que habló en favor mío.
Comienza una gran amistad, imagino.
Posteriormente hubo una gran amistad, es decir, uno mide las amistades por el afecto que siente, y no por cuán consuetudinariamente puedas estar con aquella persona, cuán a menudo puedas reunirte; pero el afecto existe y aunque fueron muy pocas veces, cantamos juntos un par de veces. Salimos a comer un par de veces, ella, su esposo, mi esposa y yo, y eso fue todo. Pero amistad, la admiración y el respeto existió, fue mutuo y fue grande.
La canción dice: «sigamos siendo buenos amigos».
Es lo más común cuando pones los ojos en alguien que no está centrado en ti. En algo que no es más que amistad, no queda otra que marcar esa frontera invisible que hay entre el amor y la amistad. Hablar claro para que no haya confusión. La canción es sencilla, tierna, muy romántica, que a pesar de lo duro que puede ser una verdad de esas, le pones magia, le pones ternura y lo dices de la mejor manera que puedes para no causar tantas heridas o sufrimientos a quien está interesado en ti, en el sentido amoroso.
El año antepasado salió una serie de Selena, donde aparece esta canción…
Sí, yo sé que sale esta canción. Lamentablemente omitieron muchos detalles, no dijeron quién era el que cantaba con ella, no dijeron el título de la canción, ni quién era el autor, o sea muy poquísima información. Si piensan que con eso me hicieron el favor, están muy equivocados, porque pienso fue una falta de respeto no dar un poco más de crédito, lo justo en un documental de tanta proyección.
Imagino que solo quienes conocen de su trayectoria saben a quién se refería la escena.
Sí, claro, y a nuestra capacidad y medida hemos ido dando a conocer la obra. Incluso, un día me invitaron a un «reality show» en mi patria querida, y resulta que cuando presentan la canción el conductor dijo: «una canción de Maelo Ruíz, la canta fulanito». Yo estaba de jurado, para mí fue frustrante ver una situación así. O sea, no están obligados a saberlo todo, pero si vas a participar concretamente en un evento musical de canciones e intérpretes, lo mínimo es que te informes de quiénes son los autores, o no decirlo.