Fernando Rodríguez ha personificado al cavernícola en la obra homónima en el Teatro Luis Poma durante 10 años, un tiempo más que suficiente para comprender los desaciertos que ha cometido como hombre al tratar a las mujeres.
Reconoce que heredó el machismo, en el sentido de conocer y asumir roles o tareas diferentes entre hombres y mujeres incluso desde el hogar materno; sin embargo, esto jamás le provocó inquietud alguna.
Hace años, no obstante, cuando conoció a Rebeca, su ahora esposa, aceptó que su vida comenzó a cambiar, y sobre todo se dio cuenta de que tenía algunas actitudes del cavernícola de la obra.
¿Cómo puede resumirse «El cavernícola»?
La obra trata desde cosas sencillas hasta cosas más complejas. De cómo entenderse como pareja, de cómo se ven el uno al otro, porque más que de hombres y mujeres, habla de la diferencia entre dos personas, de la forma de ser de las personas y de cómo estas diferencias nos afectan cuando ya tenemos una vida de pareja bajo un mismo techo.
Cuando hiciste «El cavernícola» tenías 27 años. ¿No te sentiste muy joven para asumir el papel?
Como actor, tengo una misión importante, tengo que defender a mi personaje, y esa es una cosa muy difícil porque a veces toca defender a personajes muy infames. Si yo estoy acusando a este personaje que me toca representar, se vuelve como más pesado, no muy creíble; es mejor si yo, como persona, como actor, defiendo a mi personaje.
Hay muchas diferencias entre mi personaje y yo. Yo soy muy ordenado, el cavernícola te muestra que es bastante desordenado; sin embargo, yo tenía que defender el hecho de cómo esta persona hace esto y por qué, porque para él no es un problema y no entiende por qué causa problemas en la otra persona, y ese choque solo se puede dar si el personaje es real, si el actor lo vive.
Cuando yo recibí el papel, me pareció que la camisa me quedaba grande. Mi primera impresión, y lo verbalicé a mi director, fue «siento que esta camisa me queda grande». Él me dijo: «No te preocupes, sé que lo vamos a lograr». Cuando me dijo eso, yo le dije: «Ok, yo confío en usted si usted confía en mí».
¿La obra aplica solo para matrimonios?
Son situaciones de parejas que se agudizan cuando convivís. Hay novios que van a la obra y se identifican, ven esta realidad que a lo mejor no han vivido pero se identifican. Normalmente, son las mujeres las que más se identifican y están dándoles codazos a los hombres y diciéndoles «escuchá, ese sos vos».
¿En la obra hay algo de tu vida?
Hay cositas. Hay pinceladas. La mayoría de los nombres, a excepción del de la esposa principal del cavernícola, la elegí yo. Casualmente coincidían con mis amigos y con cosas que estaba viviendo en el momento; entonces, se inmortalizaron. Y eso también permite hacer más familiar la obra. En la función aparece la expresión «ok», que generalmente el hombre usa para contestar con desgano.
¿Ya lo usaste en tu relación?
¡Claro! En eso soy muy cavernícola, porque, de hecho, contesto así a todo el mundo, no solo a mi esposa. Ahora he tratado de cambiar la situación y lo que hago es tratar de pensar más las respuestas. A veces me pasa que por hacer eso termino olvidando responder…
Entonces, ¿es difícil darse cuenta de que se es cavernícola?
Hay cosas que uno hace diferentes o no las hace; por decir algo, entre mis tareas está lavar los platos. Antes yo no lavaba los platos. Cuando yo quería lavar los platos, mi mamá me decía: «Ahí dejalos, yo lo voy a hacer». Ahora, a mí me ha tocado reaprender cosas. Ya en este matrimonio que llevo me dicen «Mirá, allí están los platos, ¿por qué no los has lavado?» o «¡Estos platos no se lavan solos!», de una manera amable.
Y ahora que viene tu bebé, ¿qué va a pasar?
Sí, viene en camino mi pequeño cavernicolita… En la obra hay una parte donde se habla de la familia, pero esa parte nuestro director, Roberto Salomón, la acortó porque se desviaba del tema central, que es la pareja. Esto muy pocos lo saben. Y mi vida sí cambia. Nuevas cosas vendrán que hay que integrar a la vida. Ya tengo una hija, pero esta situación es diferente. Estoy ansioso, estoy contento, estoy nervioso.
¿Ya tienes una hija?
Sí, tiene a la fecha 13 años, pero no pude convivir con ella. No vivimos juntos y esa es una historia de otra entrevista, pero no es que no haya querido convivir por mi culpa, sino por otros factores… Es una gran diferencia entre esta nueva vida que viene porque voy a compartir bajo el mismo techo, y en la crianza voy a estar un poco más de cerca.
¿Por qué hay ansiedad por la vida de este bebé?
A cada rato pienso que es tan diferente hoy en día con la tecnología que hay. Como oigo a los papás que tienen que luchar con eso, me pone nervioso. Es difícil pensar a qué edad le tengo que dar un celular. Antes uno no tenía que lidiar con estas cosas… El celular es una puerta al mundo que, quiérase o no, uno, como padre, tiene que controlarlo, y eso me pone nervioso.
Volviendo a la obra, ¿cuál es el aprendizaje que deja?
El teatro pone un espejo frente a la realidad. Los espejos pueden ser de diferentes formas, pero al final hay una realidad que se está reflejando. El objetivo del teatro es cuestionarte, no es darte respuestas. «El cavernícola» te plantea una realidad, pero no te dice «así debería seguir siendo», sino «mira esta realidad y dime qué te provoca».
El hombre y el personaje
Fernando Rodríguez tiene 38 años cumplidos y hace 23 se dedica al teatro. Aprendió actuación en el colegio, con Héctor Estrada, y luego en «docenas» de talleres que vinieron del extranjero a mediados de los noventa.
En el Teatro Luis Poma comenzó hace 16 años. Paralelamente, ha seguido estudios universitarios en Administración de Empresas, en la Universidad de El Salvador (UES).
¿Quién es Fernando Rodríguez?
La pregunta que me haces es muy importante, porque yo me vendo como un soñador, pero realizador. Soñadores hay un montón, pero realizadores somos pocos. Yo soy de los que piensan algo y ya le comienzo a poner peldaños a esa escalera para alcanzar ese sueño.
¿Cómo ha sido la vida sin «El cavernícola»?
Yo me sentí con una ausencia. Estaba tan habituado a que año con año iba a representar «El cavernícola» que siempre nos preparábamos.
¿Hay posibilidades de volver a ver la obra?
Fíjate que sí. Toda esta pandemia que estamos viviendo nos obliga un poco, al Teatro Luis Poma y a las producciones de la Fundación Luis Poma, a elegir obras que tengan menor cantidad de personajes; eso nos lleva a hacer monólogos, obras de dos, tres, cuatro y hasta cinco personajes. Entonces, allí cae el llamado a «El cavernícola», que es unipersonal.
¿Hay fecha de apertura del teatro?
Todavía no, pero no quisiéramos cerrar el año sin abrir. Estamos haciendo todo lo posible, porque no solo es abrir, sino que hay que ver las normas de bioseguridad, ver cómo las vamos a poner en práctica, para que todos estemos tranquilos. Además, hay que ensayar y hacer los montajes