Una de las prioridades del Gobierno del presidente Nayib Bukele es la juventud salvadoreña, por lo que durante su gestión ha creado diversas estrategias para que los niños y jóvenes tengan un lugar para desarrollar habilidades, destrezas y conocimientos.
Con la fase II del Plan Control Territorial (PCT) se construyeron más de 12 centros urbanos de bienestar y oportunidades (CUBO) en comunidades que durante décadas fueron afectadas por grupos terroristas, por lo que los pandilleros exigían a la juventud que colaborara en hechos delictivos.
Diego Marcelo, un entusiasta niño salvadoreño de 14 años, expresó que el CUBO de la comunidad de Mejicanos, en San Salvador, se ha convertido en su refugio para hacer las tareas, leer un libro y practicar su pasión por el «skate» (patineta).
El menor dijo a Xinhua que, antes, muchas calles de su comunidad y de la capital eran sinónimo de peligro, pero ahora, gracias a los resultados en seguridad y a espacios como el CUBO, puede perseguir sus sueños con optimismo.
Asimismo, expresó que aspira a labrar una pródiga carrera en el mundo del patinaje y representar al país en Juegos Olímpicos.
Además, aseveró que aprovechará al máximo las oportunidades de aprendizaje y estudio que brinda el CUBO de su comunidad para convertirse también en arquitecto.
Sus habilidades y buenas actuaciones con la patineta ya lo llevaron a México a narrar para el mundo hispanohablante una prestigiosa competencia internacional de «skating», junto con destacados representantes mexicanos de ese deporte.
El director de Reconstrucción del Tejido Social, Carlos Marroquín, explicó a Xinhua que el programa nació como una respuesta a la necesidad de brindar espacios de prevención contra la violencia y promover la convivencia comunitaria en zonas vulnerables.
El funcionario detalló que el proyecto tuvo su primera experiencia en el municipio de Nuevo Cuscatlán, en La Libertad, y posteriormente se amplió a otras comunidades, por lo que hoy se cuenta con más de 11 espacios y se tiene previsto que se incrementen para cubrir más comunidades que sufrieron por los pandilleros.
Marroquín dijo que el caso de Diego no es único y que los éxitos del CUBO son «muchos», gracias a la integralidad del programa y a las acciones complementarias que fomenta, como la implementación de huertos urbanos para la seguridad alimentaria y generar oportunidades económicas dentro de las comunidades.
El director de Tejido Social reconoció que el programa ha tenido desafíos, como la necesidad de mejorar la sostenibilidad ambiental, al implementar paneles solares y sistemas de captación de lluvia, por lo que con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo hicieron un diagnóstico en el que se reflejó que el 95 % de la comunidad los acepta y considera que «satisfacen sus necesidades».
Similar a Diego, Gladis Vicente, residente de la colonia IVU, en San Salvador, comenta que ha encontrado en el huerto comunitario asociado al CUBO de la localidad una nueva razón para ser y hacer.
«Es increíble la maravilla que podemos obtener en este pedacito de terreno, porque aquí es muy reducido, muy chiquito, pero hemos tenido mucha producción de diferentes hortalizas», dijo la residente, quien a la vez definió el huerto como una fuente de orgullo y sustento para la comunidad.
En tanto, la niña Génesis Xiomara, pese a su corta edad, dimensionó también el impacto del programa en la vida de la colonia IVU, donde vive con su familia.
«Vivíamos asustados por lo mismo de los pandilleros», recordó la niña, al señalar que, gracias al huerto y a otros programas de deporte del CUBO, ahora tienen un ambiente más seguro y tranquilo.
La aceptación ciudadana de estos espacios, aunada a los avances del país en materia de seguridad, ha despertado el interés internacional.
Alcaldías de países como Chile o Ecuador han expresado su interés en replicar el modelo dentro de sus comunidades, lo que refleja un reconocimiento como ejemplo exitoso en la prevención de la violencia y la promoción del bienestar comunitario.
Seguridad en El Salvador
El Gobierno salvadoreño ha emprendido en los últimos dos años una guerra frontal a las pandillas para frenar la violencia homicida y otros crímenes asociados a estos grupos, que fueron sellos distintivos del país hasta hace pocos años.
Acciones gubernamentales y medidas como el régimen de excepción, decretado desde marzo de 2022, han conducido hasta la fecha a la captura de más de 79,000 integrantes y colaboradores de pandillas, mientras que el número de homicidios se ha reducido de manera drástica, según datos de la Policía Nacional Civil de El Salvador.
Con una población cercana a los 6.3 millones de habitantes, El Salvador pasó de ser uno de los países más inseguros y violentos del mundo, con tasas de homicidios por cada 100,000 habitantes de dos dígitos, al de mejor resultado del indicador en Latinoamérica en los últimos dos años.
En 2023, El Salvador registró una tasa de homicidios de 2.4 por cada 100,000 habitantes, cifra muy inferior a 2021 (18.1) y otros años precedentes, como 2015 (105), el más violento de su historia reciente, según cifras oficiales. De acuerdo con el Gobierno, los avances en materia de seguridad en el país centroamericano se deben al Plan Control Territorial (PCT), en combinación durante sus diferentes fases con la activación del protocolo de guerra en contra de las pandillas, bajo el régimen de excepción.