Llegó tarde al surf. De niña practicó gimnasia olímpica, pero una vez superó el miedo al agua y sorteó la reventazón de su primera ola, hizo de la tabla de surf su amiga y se enamoró del mar. La Ministra de Turismo, Morena Valdez, no solo es buena anfitriona y organizadora de las justas mundialistas de esta disciplina, sino que habla con propiedad al momento de vender los mejores tubos y beach breaks del país.
La titular de turismo no practica profesionalmente surf y nunca se federó, pero llegó a este apasionante mundo de las olas hace 11 años y desde entonces lo convirtió en su hobby de fines de semana. Hoy, aunque no le queda tiempo por sus labores 24/7 en su cartera de Estado, ha realizado uno que otro pinino.
Lo único que lamenta la Ministra Valdez hoy, es no haber llegado antes a esta disciplina, misma que le apasiona tanto que dejó su residencia en Antiguo Cuscatlán para habitar en La Libertad a unos metros de la reventazón de las olas.
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«Ya lo retomé muy grande, ya estaba avanzada de edad, tenía 35 años. Aquí es importante aprovechar desde pequeñito porque si tú le tienes miedo al agua desde pequeñito será difícil que puedas hacer surf», afirmó.
«Cuando era pequeñita hacía gimnasia olímpica y me gustaba muchísimo, pero si hubiera podido descubrir el surf antes te lo puedo asegurar que quizá me dedicaría a eso o estaría en la industria [del surf]», agregó.
Y es que, al igual que muchos, creció escuchando las directrices y advertencias cotidianas del padre cuidadoso sobre la peligrosidad del mar.
«Yo siempre le tuve mucho miedo al agua. Me costó muchísimo pasar de la ola, de la reventazón, pero cuando conecté con el mar dije: porque no lo había descubierto antes», confió a «Diario El Salvador».
Surfeado ese miedo se compró su propia tabla y, acto seguido se mudó a la costa para tener cerca la playa, practicar este deporte con más frecuencia en los amaneceres y cumplir con sus horarios de trabajo.
La funcionaria usaba inicialmente, como su estadio la playa El Sunzal, porque ofrece un escenario más apto para novatos, pues las olas dan un mayor intervalo de tiempo para cogerlas, pero luego fue extendiendo el radio de acción hacia otros lugares, incluso, al Oriente del país.
«A veces, un fin de semana, el mismo domingo, me levantaba sumamente temprano, me iba a Las Flores o Punta Mango, surfeaba, almorzaba y después me regresaba a San Salvador. Imagínate las ganas de surfear», detalló.
Normalmente, la mayoría de salvadoreños viaja a la costa a comer, lo hace de espaldas al mar y luego se va, privándose así, según la Ministra Valdez, de tener contacto con la naturaleza y una experiencia como la que ofrece el surf de poder ver animales marinos después de la reventazón.