La actriz mexicana, Eréndira Ibarra, se encontraba sentada en una silla de director de cine en el set de la Escuela de Cine y Arte Audiovisual ESCINE, en San Salvador, a la espera de conversar con el equipo de DeCine, de Diario El Salvador, sobre su experiencia en la famosa serie de Netflix, «Sense 8», y en la película «Matrix: Resurrecciones», además de compartir su perspectiva sobre el cine salvadoreño, ya que forma parte del jurado del 4to Festival de Cortos de Cine que celebrará su gala de premiación el próximo 21 de diciembre, en el Teatro Nacional de San Salvador.
Rodeada de luces rosadas en el set, esperando en aquella silla de director de cine, Eréndira, con entusiasmo y carisma, recibió a nuestro equipo de DeCine, con quien entabló una plática cargada de experiencias y emociones que han marcado su vida, como el hecho de recordar que lleva siempre consigo a El Salvador, ya que su padre, el fundador de la productora mexicana Argos, Epigmenio Ibarra, fue corresponsal de guerra en el país durante su infancia.
Sin nervios, como toda una estrella de cine, contó cómo llegó a ser parte de la serie «Sense 8», de Netflix, creada por las hermanas Wachowski, y de qué manera, su actuación en dicha historia la llevó a ser parte de la cuarta entrega de Matrix, de la cual se declara una fanática por su labor de activista, por sus aires de disruptiva.
Nuevamente escogida para formar parte del jurado del Festival de Cortos de cine de ESCINE, Eréndira, con toda su experiencia, enalteció la vocación de la escuela en apoyar al cine salvadoreño y destacó las piezas cinematográficas de cineastas salvadoreños y aspirantes, que ha logrado observar hasta la fecha.
¿Cómo fue tu experiencia en «Sense 8»? ¿Qué emociones te dejó?
Es una de mis series favoritas, siempre he dicho que todos mis proyectos tienen algo especial. Entonces, no puedo decir cuál es el mejor de todos porque, en realidad, aún el más pequeño tiene corazón y me emocionan mucho. Pero «Sense 8» tenía mucha magia porque desde chiquita me dibujaba ochos, de hecho, tengo uno tatuado en la muñeca. Para mi todo era ocho.
Cuando me contactaron para el proyecto de «Sense 8» yo estaba apoyando la organización de una protesta en Ciudad de México y me llamaron para el casting, pero yo no sabía nada. Normalmente, cuando te invitan a un casting así (con poca información) es algo muy grande. Cuando te llega todo tachado (la información), sabes que es algo grande y secreto.
Me dijeron que la directora y el director iban a estar en el casting, pero no sabía de qué era el proyecto, ese mismo día supe que la directora era Lana Wachowski (co-creadora de «Matrix») y también estaba James McTeigue («V de Vendetta»).
«Matrix» y «V de Vendetta» son como mis películas favoritas por mi lado de activista. Llegué tarde a la audición de «Sense 8» pero les expliqué la razón, que fue por haber estado en una protesta de 250,000 personas para manifestarnos contra una reforma de telecomunicaciones en México. Pero, me dijeron que desde que les conté de mi situación en México ya sabían que el papel iba a ser para mí. Este proyecto me reivindicó las razones por las cuales amo hacer esto que es hacer proyectos de pasión, que realmente te dejen algo y que te dejan pensando.
Trabajaste con las hermanas Wachowski (creadoras de Matrix) ¿Fueron ellas quienes te incluyeron directamente en «Matrix: Resurrecciones»?
A raíz de «Sense 8» hicimos una buena amistad (con las hermanas Wachowski). En el momento de querer hacer «Matrix: Resurrecciones» estábamos en la boda de un amigo en común, nos sentó al equipo y nos dijo que pretendía trabajar un proyecto que ya conocíamos, y unos meses después recibimos la propuesta para participar en «Matrix: Resurrecciones».
Cada personaje fue específicamente creado para cada uno de nosotros, y todos tenemos un detalle de «Sense 8».
¿Cómo fue haber estado involucrada en el mundo de Matrix?
En realidad, fue como regresar a casa, con mi familia, porque, con la gente que trabajé son personas con las que hemos trabajado juntos durante siete años, fue contar una historia que me ha formado como persona. Fue toda una bendición.
También fue una época muy extraña, porque fue durante la pandemia del COVID 19, entonces, fuimos la primera película en el mundo en reiniciar filmaciones, y eso para mi fue especial en particular, porque yo decía: ‘si no regresamos nosotros, entonces ya no se va a hacer nada. El cine ya fue, se acabó ¿Cómo le vamos a hacer?’.
Le conté a mi papá (Epigmenio Ibarra, productor de televisión) y me dijo: ‘que ustedes empiecen, es la esperanza de todo el mundo para el cine’. El día que llegué al set toqué el piso y me persigné como si fuera una cancha de fútbol.
¿Cómo fue haber trabajado con Keanu Reeves?
Keanu es un tipazo. Es digno de los memes que le hacen. Si tiene ese carácter y transmite esa paz de la que habla todo el mundo. Es una persona muy inteligente.
En México, a una persona bromista le llamamos ‘cábula’. El es muy listo, con cualquier cosa que se te escape él te puede ‘bullear’, pero de forma amorosa ¡Me encantó trabajar con él! La pasábamos muy bien en el set.
Que alguien como él tenga la confianza de tu capacidad para trabajar era algo increíble. En la escena en la que estamos en el tren bala disparando, a mi no me dieron un arma cargada. Al final de la escena me preguntó: ‘¿Tú por qué no disparaste?’. Entonces, le dijo a la producción que le pusieran balas a mi arma. Hicimos la segunda toma y yo solo estaba pensando: ‘¡No le dispares en la oreja a Keanu!’.
Al terminar volteó a verme y me dijo: ‘¡Ves cómo si me sabes cuidar! Tú sabes lo que estás haciendo’. A mi me temblaban las manos.
¿Keanu fue tu mentor durante la producción?
Cada conversación que teníamos se volvía en una plática filosófica o de política. Cualquier oportunidad que teníamos se volvía una plática sobre filosofía o literatura. Nunca eran pláticas sencillas.
Has dejado tu legado en el cine para México y para tu apellido. Hablando de tu apellido, eres hija de Epigmenio Ibarra, quién revolucionó la manera de hacer televisión en México ¿Qué te ha enseñado tu papá para poner en práctica en el cine?
Mi papá ha sido un gran maestro. De hecho, estoy emocionada por estar aquí en El Salvador porque carga un peso muy particular en mi vida, porque él vivió aquí toda mi infancia como corresponsal de guerra.
Para mí, El Salvador es como un hermano. Siempre va a estar presente. Para mí es un honor venir aquí.
Mi papá tiene la percepción de que algo debe empezar cuando termina. Eso de que cuando terminas una serie o película tu te quedes pensando, era muy importante para él, no le gustan las cosas superficiales.
Todas las series y novelas que ha producido siempre han tenido la idea de mover la conciencia, de fomentar las ideas y de tratar de sacudir a la audiencia, y creo que eso, en gran parte, me ha formado y me llevan a implicarme en proyectos similares. Siento que es el mismo paralelismo que tienen las hermanas Wachowski.
¿Qué crees que le hace falta al cine salvadoreño?
En todo caso, sería el apoyo, porque la gente allí está. Así como lo demuestra la banda de ESCINE (cineastas emergentes).
También, lo que le hace falta a cualquier país latinoamericano es el presupuesto, como a industrias como Hollywood, la diferencia es la capacidad económica para sostener y construir una industria cinematográfica.
En El Salvador es naciente. Se siente que la semilla está, que están creciendo y surgiendo nuevas voces, pero todavía falta que le den la importancia a la creación del contenido cultural, porque han venido países a contar historias salvadoreñas, pero se necesita que sea el mismo país el que lo haga. Y que los jóvenes tengan esa voluntad de acudir a ESCINE a estudiar.
«Hay que celebrar todo lo que viene para El Salvador en esta industria de cine que está surgiendo»: Eréndira Ibarra, actriz y guionista mexicana