El Óscar más famoso se acerca. No es para menos que los premios de la Academia están entre los que más eco tienen dentro de la industria cinematográfica, al celebrar este año su nonagésima tercera gala. Todo se remonta a 1927, cuando se estableció la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (AMPAS, por su sigla en inglés), originalmente concebida por Louis B. Mayer, presidente de MetroGoldwyn-Mayer, quien junto con otros 36 miembros fundadores consensaron una forma que honrara los logros extraordinarios dentro de la producción cinematográfica, fomentando así los niveles de calidad superiores en todas las áreas.
La famosa estatuilla surgió gracias al entonces director de Arte de la Metro Goldwyn-Mayer, Cedric Gibbons, quien bosquejó la primera estatuilla: un caballero que empuña una espada de pie frente a un rollo de película. Los cinco radios de la película representaban las cinco ramas originales de la Academia —actores, directores, productores, técnicos y escritores y la espada simbolizaba protección para el bienestar y el avance de la industria. No obstante, este diseño cambió la posición del rollo para la primera entrega el 16 de mayo de 1929, colocándolo sobre la base del caballero.
El curioso sinónimo de los premios de la Academia, conocido como Premios Óscar, data de 1934, te por el sobrenombre que recibió este caballero que, según una de las muchas leyendas de la industria, fue bautizado por una secretaria de la Academia, quien afirmó que se parecía a su tío Óscar. Sin embargo, esto fue manejado de manera interna por el gremio hasta que en 1939 la Academia lo oficializó.
Una de las circunstancias que contribuyeron a que estos premios adquirieran más popularidad fue que nacieron en el período de transición entre el cine mudo y el cine sonoro. Por ello, en la primera ceremonia todas las cintas seleccionadas eran mudas. Al año siguiente, el sonido inundó la entrega de los Óscar.
En toda su historia, el Óscar siempre ha estado envuelto en polémicas tanto sociopolíticas como de favoritismos internos del gremio ante la elección o el rechazo de ciertos filmes sobre otros, lo que incrementa o decrece el agrado del sector frente a las nominadas cada año. También ha dado lugar a movimientos internos como el #MeToo» y el #OscarsSoWhite, relacionados con temas de género y raza, o la inclusión de las nominaciones de películas que debutaron solo en «streaming» como la aplaudida «Roma» de Alfonso Cuarón en 2019.
Los Óscar rechazados
Hasta el momento, el Óscar ha sido rechazado en tres ocasiones. En 1935, Dudley Nichols rechazó la estatuilla por su guion de la película «El delator», debido a que el sindicato de guionistas estaba en huelga en esos momentos, aunque lo recibió en 1938. Marlon Brando también rehusó el galardón, concedido por su papel en «El padrino», como reivindicación ante la discriminación del Gobierno y de Hollywood a los nativos americanos. El actor George C. Scott renunció al Óscar a mejor actor al considerarlo degradante.
Los Óscar Póstumos
Peter Finch ganó el Óscar a mejor actor principal en 1977 por su interpretación de un presentador de televisión que sufre ataques de locura en «Network». Fue el primer título póstumo durante décadas hasta que lo ganó Heath Ledger, en 2009, por su papel como El Guasón en la segunda película de Batman de Christopher Nolan, aunque lo ganó en la categoría de mejor actor de reparto. El actor Chadwick Boseman, que falleció en agosto de 2020, podría sumarse al listado de los Óscar póstumos por su papel en «La madre del blues».
¿Sabías qué?
1929
Aunque se celebró en 1929, se premió a las mejores producciones desde agosto de 1927 hasta julio de 1928.
1940
La primera afroestadounidense en ganar un Óscar, como mejor actriz de reparto, fue Hattie McDaniel, por «Lo que el viento se llevó».
1942
De 1942 a 1945 las estatuillas fueron elaboradas con yeso debido a la escasez de metal en la Segunda Guerra Mundial.
1963
En 1963, Sidney Poitier consiguió ser el primer actor afroamericano en ganar por «Los lirios del valle».
2002
Tuvieron que pasar más de 70 años para que reconocieran por primera vez a una actriz protagonista negra. Fue Halle Berry, que se llevó el Óscar a mejor actriz por «Monster’s Ball»
2019
«Roma» fue la primera película que no se estrenó en cines, sino en «streaming» y que competiría en varias categorías principales. Así se abrió el debate y la polémica sobre las candidaturas de plataformas digitales.
Curiosidades
Emil Jannings fue el primero en recibir el Óscar a mejor actor por «La última orden» y «El destino de la carne».
Janet Gaynor fue la primera ganadora del Óscar a mejor actriz por «El séptimo cielo», «Amanecer» y «El ángel de la calle».
«BEN HUR» (1959)
La cinta obtuvo la cifra récord de 11 premios Óscar; entre ellos, mejor película, mejor director (Wyler), mejor actor (Heston), mejor actor de reparto (Griffith) y mejor fotografía (Surtees). En la actualidad, «Ben-Hur» está considerada como una de las mejores películas de la historia del cine.
«TITANIC» (1997)
La película ganó 89 premios, entre los que se encuentran 11 de la Academia. Obtuvo un total de 14 nominaciones
«EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: EL RETORNO DEL REY» (2003)
El 29 de febrero de 2004, durante la ceremonia de los Premios Óscar, «El retorno del rey» ganó los 11 Óscar a los que había sido nominada y se convirtió en una de las tres películas que ganaron todas sus nominaciones (las otras dos son «Gigi» y «El último emperador»).
¿«Quo vadis», Tío Óscar?
por: Rolando Medina López, crítico de cine y miembro de la International Press Academy
Cambiaría todos los Premios César [el Óscar francés] por un premio Óscar». Así, categórico, rampante y claro, me lo dejó saber el director francés Jean-Pierre Jeunet respecto al significado de ganar la codiciada estatuilla cuando lo entrevisté en los Premios Óscar en 2002. Él competía ese año con su encantadora «Amelie», pero perdió contra la mordaz «En tierra de nadie», del bosnio Danis Tanović. Jeunet hablaba de cambiar cuatro estatuillas César por un solo premio de la Academia. Así de grande sigue siendo este viejo tío Óscar. De ahí que Netflix le eligiera como campo de batalla en su exterminio de la gran pantalla. La edición del Óscar de este año podría ser la ofensiva final.
Netflix, el nuevo titán, dio sus primeros amagues a la industria en 2013, cuando ganó Globos de Oro y Emmy sobrinos del tío Óscar por «House of Cards» y «The Crown». Pero eso era la TV. Al ganar con «Icarus» como mejor documental en 2018, les anunció a la Academia y a los grandes estudios que debían tomarlo en serio. Muy en serio. Al parecer, no le creyeron y, bueno, en 2019 «Roma» le declaró la guerra al viejo Hollywood.
En 2014 y en 2015, Netflix consiguió una huérfana candidatura; en 2016 y en 2017, dos y tres respectivamente. Nada de que preocuparse. «Para nada», habrá sido el eco necio que se propagaba entre los viejos foros de la Warner y la Paramount. Pero debían estarlo.
Las dos candidaturas de 2016 fueron ocho en 2018. En 2019, con la «Roma» de Cuarón como su mejor lugarteniente, Netflix logró 15; entre ellas, la tan codiciada a mejor película, la cual perdió. Aunque ganó Cuarón como mejor director; Lubezki logró la mejor cinematografía y Netflix, el debate de la legitimación del «streaming» en Tierras del Cine en la opinión popular. El año pasado lograron 24 candidaturas. Y siguieron sin ser tomados en serio.
Este año, Netflix compite con un hito de 35 candidaturas. La compañía de «streaming» que derribó a Blockbuster amenaza este año con arrasar las tierras yermas de Hollywood. Necesitó de la distorsión de una pandemia para ello. Necesitó de un virus para enfermar a paso de muerte a la gran pantalla y crear la perfecta, difusa y confusa delgada línea divisoria entre películas para la gran pantalla, de esas que pertenecen al reino del «streaming». Un reino propio que puede tener aguas compartidas, pero no es el reino mítico del cine.
Muchas categorías fueron distorsionadas por una pandemia que obligó a crear reglas especiales que, por ejemplo, pudieron dejar fuera al cortometraje salvadoreño «Imperdonable», de Marlén Viñayo, o a «La Llorona», del guatemalteco Jayro Bustamante. Evaluaron las películas en las interrupciones de una casa, sin oportunidad de pasar a través de la alquimia de la gran pantalla. Que no toda película soporta. No todas pueden soñar en una composición delicada de tiempo y añoranza. En la televisión, el tiempo se construye para acomodar cortes comerciales cada 22 minutos; el «streaming» manipula el tiempo cinematográfico para fragmentarlo en función de ciclos de cada vez menor concentración. El cine no ha muerto. Aún. Pero con los Óscar en tiempos del cólera, ¿«quo vadis», Tío Óscar?